Domingo 11 de Septiembre

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-¿Mia?¿Cómo te encuentras?
-¿Brandon? Yo...
Sentí un gran dolor de cabeza. En ese mismo instante una mujer, de poca edad atravesó una puerta que nunca antes había visto. Mire hacia los dos lados y nada me era familiar. El único era Brandom.

-Señorita Estrada, ha sufrido un golpe en la cabeza, afortunadamente no muy grave. Hoy mismo le daremos el alta en unos minutos.
No me dejó pronunciar palabra. Cuando terminó de hablar, dio media vuelta y se fue.

-Creo que te tengo que explicar lo sucedido- me dijo Brandon.
Brandon era una persona bastante peculiar. Su altura imponía, y sus ojos verdes oscuros, captaban la atención de todas. Tenía un aire misterioso, su estilo era tirando a hipster, pero a la vez muy varonil.
-Al salir del Starbucks me subi en la moto. Te vi a lo lejos en tu bicicleta, mirando constantemente al manillar, cuando de repente te vi volar por los aires, ¡chocaste contra un coche!
-Ahora tiene sentido mi dolor de cabeza.
-Dejé la moto y fui a por ti, tenías una brecha en la ceja, que sangraba.
Instintivamente mandé mi mano hacia mi ceja derecha y con solo el tacto, entendí que todo era real.
-Soy una patosa- me adelanté a decir.- ¿Qué hora es? Hace tiempo que mi madre no sabe de mi.
-Dentro de poco serán las 16:00p.m. Supongo que habrás comido ya ¿no?
Sin dejrme contestar, la misma mujer que minutos antes había entrado a mi "habitación", volvió a aparecer con varios papeles en sus manos.
-Usted debe ser la pareja de la señorita Estrada, ¿podría recoger algunas recetas médicas en recepción? En dichas copias, está escrito todo lo necesario para evitar mareos, nauseas y todo tipo de efectos secundarios según la medicación que te hemos dado.
Para ser sinceros, dejé de prestar atención cuando pronunció una frase que captó mi atención: "Usted debe ser la pareja de la señorita Estrada" Aquella mujer no sabía de lo que hablaba, ¡Brandom mi pareja! Para mayor asombro, el no le llevo la contraria e hizo caso a todas sus indicaciones.
Una vez fuera del hospital, nos quedamos frente a frente.
-Bueno, me tengo que ir... ¿mi bicicleta...?
-¿Estás loca? No pienso dejarte ir en bicicleta después de lo ocurrido, además ya has oido a la enfermera, puedes padecer mareos y vómitos.
-Entonces, ¿qué pretendes que haga? Mi casa no esta precisamente cerca para ir andando.
-De eso me ocupo yo, te llevaré en mi moto, eso si, tendrás que sujetarte bien, no quiero volver a verle la cara a esa mujer.
Ambos rompimos a reír. Parecía un tipo serio, alguien con un pasado turvio que poco a poco la vida le hizo ser de piedra. Pero a la vez, daba una sensación bastante agradable, era bastante cálido, me sentía en familia.
Él, subió primero y me cedió su casco, pero antes de arrancar quiso saber.
-Antes no me respondiste, ¿ya has comido? Porque lo cierto es que yo no y me muero de hambre. Invito yo.
Le dediqué una sonriasa que bastó para que él entendiese que llevaba horas sin comer.
Brandon me llevó a un sitio bastante bonito para comer. Opté por algo ligero, pues no quería que me sentase mal con los medicamentos. Transcurrimos toda la comida intercambiando palabras, contándole un poco de mi corta vida y los motivos de mi mudanza. Él, por el contrario, apenas dijo nada sobre él y su vida. Lo único que me aclaró, fue que vivía con su madre y su hermana pequeña de 7 años. Su padre, no quería saber nada de él, tanto así, que abandonó a su madre y a el hace 7 años aproximadamente, sin saber que su, por ahora exmujer, estaba embarazada de la hermana de Brandon.
Ya caía la noche y me llevó a mi casa, no podía estar más agradecida con él.
-Hemos llegado a su destino, princesa.
No pudimos contener la risa. Tenía una gracia oculta que a primeras no solía mostrar, pero a medida que avanzaba el tiempo, se iba soltando más.
-Muchísimas gracias Brandon, no se como agradecertelo. Has hecho mucho por mí.
-No tienes porque agradecerme nada. La verdad, hasta he pasado una buena tarde junto a ti.
Ambos callamos hasta que un impulso se apodero de mi. Nos encontrabamos de nuevo frente a frente. Me miraba con esos ojos verdosos, en los que había un mundo en ellos. Dio un paso y...

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