Cuando la última hoja caiga.

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en el parque la vista era simplemente hermosa, todo tonos café y verde, mezclado con el azul del cielo, que lentamente se iba tiñendo de anaranjado, la tranquilidad que emanaba incluso con el sonido de las personas que disfrutaban de la tarde en el lugar, el aroma del caramelo de los algodones de azúcar, las burbujas que embellecían el lugar, los árboles que al mudar de hojas cubrían el piso de con una capa de diversión para los pequeños, la vista de la naturaleza marcando un tiempo de cambio, era simplemente perfecto para pasar la tarde... era perfecto... para decir adiós...

-¡Shin-chan! -se escucho un grito- ¿ya casi? -pregunto el pelinegro caminando en reversa, viendo el rostro del otro chico.-

-si ya casi... deja de caminar en reversa, te vas a caer-nanodayo...

-¿por qué el parque Shin-chan?

-porque me gusta, es tranquilo... y tu eres muy ruidoso...

llevaban ya un rato caminando, habían planeado jugar un poco al baloncesto, pero el pelinegro se entretuvo comiendo helado.

pasearon por los senderos adoquinados...

Takao le platicaba al alto peliverde como habían ido las cosas últimamente en la escuela, más de mil veces aquel día grito, rió, corrió y burlo a su acompañante; y ahora solo caminaban tranquilamente, buscando algún lugar para sentarse, alejándose de la multitud de chiquillos que se reunían en el parque para diversos juegos.

el sonido de una pelota aquí y allá, el sonido de risas y gritos se iba atenuando a medida que seguían caminando...

durante todo el camino Midorima había permanecido en silencio, escuchando atentamente a su pareja y en más de una ocasión sonriendo con discreción, no quería que al verlo, el pelinegro comenzará a molestarlo... a medida que pasaba el tiempo y ellos seguían caminando, la velocidad del peliverde disminuía, a veces deteniéndose por completo, pero retomando con rapidez su lugar al lado del chico, para que este no comenzará a hacer preguntas...

Pero sobre todo, no quería ver aquella expresión de preocupación en su rostro...

-¿quieres jugar un uno a uno? seguro que aún puedo ganarte... después de todo, se trata de mi -fanfarroneo el peliverde acomodando los anteojos en su puente nasal nuevamente- soy el preferido de Oha-Asa, la predicción de hoy fue un buen día, pero no puedo decir lo mismo para ti.

-¿a si? te demostrare que Oha-Asa puede equivocarse, entonces ese orgullo que tienes desaparecerá cuatro ojos... -contesto el pelinegro con entusiasmo, riendo ante su propio comentario-

por primera vez desde siempre no le molesto que el pelinegro cuestionara la absoluta certeza de Oha-Asa, incluso sonrió ante el comentario, caminando de la mano con el chico en dirección a las canchas de baloncesto, que se encontraban en la parte más alejada del parque, les tomaría un par de minutos pero en ello no había ningún inconveniente... era lo que Shintaro quería... disfrutar cuanto pudiera con el pelinegro, guardar en su memoria la cercanía que aún mantenían...

El pelinegro lo veía con una expresión que le pareció imposible de describir, su rostro estaba petrificado, manteniendo sus labios en una linea recta.

sin darse cuenta, el alto ojiverde había comenzado a disminuir la velocidad de su andar a tal grado de quedarse parado, así sin más...

-Lo siento Kazunari... -a aquellas alturas, la voz del chico era un susurro entrecortado- yo... ya no puedo hacerlo... ¿podemos sentarnos?...

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Y así lo habían hecho, habían alcanzado la altura del parque en donde la puesta de sol era magnifica, sentados en una banca, el pelinegro sostenía al peliverde en sus brazos, como acunándolo contra su pecho; de igual manera, los brazos del chico se enrollaban a su alrededor en el abrazo, con la costumbre arraigada los dedos de la mano izquierda se mantenían vendados...

-Kazunari... lo siento... -comenzó el peliverde, pero el azabache comenzó a tararear una canción como si de un bebé se tratará y de ese modo pudiera hacerlo callar- solo quería... pasar... el último día contigo...

-cállate estúpida zanahoria... no es el último día... -afirmo el chico- aún no te libraras de mi...

-una risa espasmódica broto del chico contra el pecho del pelinegro- Takao...

-yo pedaleare el rickshaw sin quejarme... cargare con tus ítems... y...

-¡Kazunari! -la voz de Midorima subió un poco para volver a descender penosamente, convirtiéndose en un susurro- sabes, que hacer todo eso no repara el daño... ni siquiera una operación lo hubiese logrado... estamos hablando de un tumor en el cerebro-nanodayo...

El abrazo que hasta el momento había permanecido gentil ahora era doloroso, fuerte y húmedo... las lagrimas del azabache habían comenzado a humedecer la camisa del peliverde, pero éste no parecía notarlo, y si lo hacía no parecía importarle.

-Estoy, un poco cansado...-murmuró recostándose en el hombro del chico, del cual el cuerpo temblaba espasmodicamente por el llanto- lo siento Takao... ¿te molesta si duermo por ahora?...

-Shin... ¿esperaras por mi en donde sea que vayas a estar?... -pregunto el pelinegro acariciando su cabello-

-tanto tiempo como sea necesario...

-Te amo Shin-chan... y... desearía no tardar... se que no te gusta esperar...

-Te amo Takao Kazunari... y se que valdrá la pena hacerlo...

Cuando la puesta de sol terminaba su espectáculo el peliverde cerraba sus ojos por ultima vez...



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