Introducción- Primera parte

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Owen era un hombre misterioso y cerrado. No siempre había sido asi, pero en cierto punto importante de su vida, comenzó a serlo.

Siempre fué muy inteligente para las personas que lo rodeaban. El aprendizaje para el era rápido e intenso. De niño investigaba todo aquello que le llamaba la atención y se aseguraba de no dejar ninguna duda de lo que para él era nuevo. Ese era un rasgo muy particular y llamativo en él.

Los comics de ciencia ficción, dónde héroes salvaban al mundo de injusticias eran sus favoritos. No había sección de lectura que le interesara más.

Había dedicado su vida a la ciencia. Sus padres le habían inculcado desde pequeño aquel interés que mantenía vivo su entusiasmo por convertirse en un gran científico.

A las 20 años logró algo que ningún otro científico con mas años de experiencia y estudio pudo haber hecho: descubrió como viajar en el tiempo.

Canales de televisión, revistas, diarios, emisoras de radio, el mundo entero hablaba del jover científico, Owen Crabbs, que había descubierto el primer viaje en el tiempo.

No tardó mucho para convertirse en millonario, y una vez asi, fundó una empresa, que con el tiempo, tuvo mucho éxito.

Dos años más tarde comercializó millones de robots diseñados para las tareas diarias de los hogaras. Las personas de clase alta compraron de inmediato, tener un robot diseñado por la empresa "Crabbs", era la nueva moda en aquel momento.

Y así la empresa fue creciendo diseñando pequeñas cosas. Owen Crabbs demostraba cada vez más que la ciencia no tenía límites.

E incluso, en una nota a sus 32 años, dijo, "la gente cree que la magia no existe. Que la ciencia es un concepto sencillo y transparente, pero lo cierto es que es más complejo que eso. La ciencia, es magia"

Ese había sido el título de varios debates durante meses.

A los 34 años hizo otro gran descubrimiento: afirmó la existencia de dimensiones a universos paralelos. Algo que jamás nadie había podido verificar con total acierto y seguridad.

Pero algo había pasado con Owen en aquel descubrimiento: él ya no era el mismo. Se había vuelto un hombre serio y cerrado. Sufría una grave obsesión por la ciencia: ya no paraba a descansar, tenía anciedad y poco le importaba lo que Benjamín, en quien confiaba, le dijera.

Benjamín Parton también era científico, trabajaba en la empresa y había estado con Owen desde la universidad, en la que ambos, se hicieron amigos.

-Owen, hace meses que trabajas en algo ¿Puedo saber de que se trata?

-No lo entenderías- Respondió sin levantar la vista, concentrándose en lo que estaba haciendo.

-Deberías parar a descansar, ya nisiquiera comes

-No hay tiempo. Los elgidos ya deberían estar aquí. He perdido mi tiempo creando cosas inservibles como robots, para que hagan el trabajo que los humanos deberían hacer. He sido poco inteligente con mi trabajo

-No entiendo de que hablas, Owen ¿Te has vuelto loco? Has dedicado tu vida a esto. Deberías irte a tu casa, con el dinero que tienes puedes hacer lo que quieras. Nunca te has interesado por una mujer, tal vez sería una buena idea- Dijo Benjamín, intentando convencerlo.

-¿Debería? ¿Que podrías saber tú de eso? Mi casa es esta empresa, es la ciencia. Nací para esto, y recién ahora lo comprendo ¡Vete ahora mismo!- Dijo Owen levantando la voz.

Benjamín no dirigió palabra, solo se quedó observándolo, sin comprender la postura de Owen.

-¡Es una orden! ¡Déjame solo!

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