Départ

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                                                                                                V  I  C  T  O R

                                                                                                                                                                             -Rumania, 1897

El viaje parecía no tener fin,  esa misma noche debíamos estar en las puertas del castillo de conde Bogman, celebrando mi matrimonio, mi padre estaba muy callado en nuestro carruaje, miraba por su ventana, en trance. No quise interrumpirlo.

Mi madre no fue requerida para viajar con nosotros, me abrazo y lloro en mi hombro, como si supiera el destino que me esperaba, para ella había muerto. Por unos segundos contemple el huir, imposible, arrizarían con Maramures, con mi familia, buscarían a mi hermana y sobrinos, quienes se convertirían en la niña de la historia, un trofeo...de Bogman.

Alcance a ver frente a nosotros, no muy lejos, las primeras luces de antorchas, estábamos dentro del camino hacia el castillo del conde Bogman, divise a varios centinelas, detrás de los arboles, atentos, por un momento creí ver algunos en las copas de los arboles, como murciélagos. Criaturas escalofriantes, viviendo en las penumbras...

Sentí la mano de mi padre en la solapa de mi abrigo, lo conocía, sabia que estaba nervioso y con los huesos esponjosos, es extraño decir que tu propio padre esta asustado porque siempre es la figura de vehemencia, de respeto. Entendía su miedo, yo mismo lo sentía.

Y entonces apareció justo frente a nosotros, como un enorme monstruo verde, era el inicio  del laberinto, donde la niñata de Bogman paseaba, me estremecí al pensar, en la fantasmagórica ente. Mientras cruzábamos dentro del laberinto.


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