Capítulo 86: De los errores se aprenden grandes lecciones

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  ¡Ya llegó por quien lloraban! Bueno, no creo que tanto así, pero seguramente deseaban seguir leyendo sobre las tragedias que Kise y Aomine viven en estos momentos XD La verdad es que la suerte que este rubiecito tiene nadie se la envidiaría. Y ya pasando a cosas serias, pues aquí tienen los capítulos de este día, disfrútenlos, rían, lloren, comenten o cómanse un delicioso esquite...Lo que su corazón les dicte /owo/ ¡Nos leemos en la próxima actualización! Sin más, adiosín ;D 

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Allí estaban esos dos hombres sentados afuera del gimnasio. Ninguno se miraba fijamente, pero se maldecían en tonos bajos y de vez en cuando de forma directa cuando cruzaban miradas. En ese momento se odiaban terriblemente y no comprendían cómo es que se habían tolerado por tanto tiempo sabiendo cómo era el otro. Estaban viviendo una crisis de amistad gracias a una fotografía comprometedora con explicación lógica.

—Te dije que cerraras el pico —profirió Aomine tras acomodarle un bien merecido golpe en la cabeza al rubio, mismo que lo resintió. Él pegaba mucho más duro que hace años atrás cuando peleaban dentro de la cancha por los pases de Kuroko.

—Todo fue tu culpa por decirle esas cosas a Axelle-chan...Mal hombre —el moreno le gruñó, callándole con la mirada—. E-Está bien...No debí de haber comentado lo de las rubias...

—Sólo hazle un favor a la humanidad y muérete, Kise Ryouta.

—Aominecchi, no seas cruel conmigo. Yo te ayudaré a reconciliarte con tu novia.

—De ti es de quien menos deseo ayuda ahora. TODO fue tu culpa. TODO, pedazo de idiota.

Kise iba a continuar con su parloteo, pero se calló en el instante en que sus dorados ojos se cruzaron con esas candorosas esmeraldas. Era Aoi, quien estaba saliendo del gimnasio. ¿Había estado allí?¿Cómo es que no la notó? Posiblemente porque intentaba no morir, por lo que ignoraba todo lo que estaba a su alrededor.

Por pura inercia caminó hacia ella, con una sonrisa amplia como el inmenso cielo de la tarde. Pero lo único que recibió por su gesto fue una mirada cargada de desagrado y una mueca que poco podía compararse con una sonrisa. Ella estaba enfadada y él sabía de antemano la causa de ello.

Las compañeras de la castaña le dieron espacio a esos dos. Y entonces aquel ambiente se plagó de algo parecido a una guerra psicológica e inclemente.

—Kimuracchi, hola —se dirigió hacia ella con toda la confianza que le restaba.

—Hola —dijo a secas. Eso fue como un balde de agua gélida.

—¿Qué tal ha ido la práctica? —debía llegar al vital problema pero abordándolo desde otro ángulo.

—Bien —ahí iba de nuevo con los monosílabos. Por alguna razón sentía como si fuera la primera vez que hablara con ella; la garganta se le hizo un nudo.

—Me alegra mucho saber eso. Estoy seguro de que ganarán todas sus competencias —expresó más animadamente. Pero el semblante de la castaña era imparcial, como un juez que ya tiene su resolución y espera el momento para dar su veredicto final.

—Si me disculpas, debo ir a comer. No tengo tiempo para estarlo desperdiciando —la siguiente pedrada se le clavó duramente al rubio. Era la segunda vez que le decían eso en el mismo día.

—Kimuracchi, escúchame...Lo de esa foto fue un error, te la envié sin querer...y no significó nada para mí. ¡Sólo fue trabajo! No quiero que pienses que hay algo entre ella y yo, además, ella es novia de Aominecchi —explicó o eso era lo que intentaba. Ella únicamente suspiró y volvió a clavar sus bonitos ojos en él; al parecer había funcionado.

Addicted to U [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora