Capítulo 15: Fuerte.

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Clea POV:

Todos fuimos pequeños. Todos creíamos que éramos super héroes o super heroínas. Cuando nos caiamos de la bicicleta, a la que ocasionalmente le habían quitado las rueditas, porque convencimos a nuestros padres de que éramos grandes y fuertes, y nos lastimábamos, finjíamos estar bien, y por más que el dolor fuera imposible de soportar, éramos grandes y fuertes. Y no nos permitíamos llorar, porque eso era de niños.

Eso es lo que siento justo ahora. Me siento una niña, llena de dolor, que cierra los ojos porque apenas puede contener las lágrimas. Que intenta ser fuerte. Porque su padre, le enseñó que eso era ser grande, poder limpiarse las lágrimas y seguir en la batalla.

Me pregunto si en un día como hoy, hace años, él también tuvo ganas de llorar. Pero fue fuerte.

Y aquí estaba yo. Sola en la Biblioteca, intentando detener las imágenes en mi cabeza. Tenía planeado ir a ver a Mandi, pero simplemente no puedo ir. No puedo verla a los ojos y fingir que estoy bien, pero tampoco no puedo ser la niña frágil que solo necesita llorar, ya soy grande.

Ya tengo 22 años.

Sarah 9:30 am:

Lo siento tanto. Sé que odias este día, y prometo que no hablaremos de eso. Pero no te encierres. Podríamos ir a beber algo o comer pizza o mirar películas románticas y llorar. Por favor, contesta Cli.

Sonreí al notar que usó su apodo de cuando éramos niñas y no podía pronunciar mi nombre. Siempre me decía Cli, y decidió que ese sería mi apodo cuando estuviera triste y deseara abrazarme.

Clea 9:34 am:

Lo siento Sarah. Sé que soy patética. Pero solo no puedo hacerlo.

Sarah 9:36 am:

Me encantaría poder decir que lo entiendo, pero sería mentira. ¿Puedo decirlo al menos?

Reí y tecleé la respuesta.

Clea 9:38 am:

No puedes, pero gracias :)

Sarah 9:40:

Te adoro, viejita.

******

-¿Clea? -oí la voz de Butler y me sobresalté, abriendo mis ojos perezosamente.

Me había quedado dormida en el suelo, leyendo un libro. Pero las alfombras son realmente muy suaves y afelpadas, no pueden culparme.

Lo miré unos segundos, sin saber exactamente qué hacer. Miré la hora en mi reloj, ya toda la Universidad de seguro estaba vacía.

-¿Te sientes bien? -volvió a preguntar ante mi mutismo.

Volví mi mirada al libro, intentando no inmutarme por su presencia.

-¿Qué haces tú aquí? -pude decir únicamente, tragando el nudo en mi garganta, para evitar que mi voz se quebrara.

-Olvidé mi chaqueta -levantó dicho objeto en su mano derecha.

Hice un esfuerzo por asentir y volví mi vista al libro, rogando que se fuera y terminara con el interrogatorio.

-¿Qué pasa preciosa?

Se acercó lentamente a mi lado y clavó su mirada en mí, poniéndome aún más molesta.

-¡Jess vete y ya deja de llamarme así! -grité, ahora sí mirándolo y mis ojos se cristalizaron un poco.

-No me iré -extendió unos de sus brazos y rodeó mi hombro, apretándome contra su pecho.

Apostando a tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora