Una misión lejos de casa

334 23 2
                                    

En aquellos días, después del verano, mientras todos volvían a sus casas y el campamento quedaba prácticamente vacío, tenía más espacio para practicar y entrenar sin que los demás me estuvieran estorbando, también había hablado con Quirón varias veces acerca de asignarme una búsqueda en las afueras del campamento, era común que los semidioses partieran a probar su valía, a pesar que en muchas veces se repetían las misiones de los héroes antiguos,pero aún así Quirón creía que yo era aún muy joven para eso, por otra parte cuando le preguntaba al señor D, bueno a él usualmente no le importa si morimos o vivimos, por tanto había dicho que en unas semanas bien podría partir en una misión a cambio que dejase de hostigarle todo el tiempo.

Pasaron alrededor de dos meses cuando un sátiro llegó a buscarme a la cabaña mientras entrenaba un poco levantando pesas; finalmente me convocaron a la casa grande para asignarme la misión, ahí, sentados en el cuarto de juegos de la casa, alrededor de una mesa de ping pong bastante gastada e incluso con una falta de piezas, nuevamente Quirón trato de disuadirme de hacerlo.

Me dijo que salir a una misión era peligroso y que dos campistas más me acompañarían porque siempre las misiones debían ser cumplidas en equipos de tres.

Con una cara dubitativa y esperando una negativa de mi parte, Quirón preguntó:

— Entonces, Clarisse La Rue, hija de Ares, ¿aceptas comandar una misión, proteger de cualquier peligro, guiar a tus acompañantes y volver todos sanos y salvos al campamento?

Me levanté de mi lugar con una sonrisa en mi rostro que denotaba orgullo y con determinación en mi voz dije:

—¡ Acepto ir y enorgullecer el corazón de mi padre, el señor de la guerra !

El señor D se limitó a mirarme, subir una de sus cejas y murmurar:

— Con un simple "si" bastaba Larisse, no es necesario tanta habladuría.

Me indicaron que empezara los preparativos, a empacar una mochila con ropa y utensilios que creyese necesarios, en mis adentros me sentía decidida a cumplir la misión y demostrarles que soy una guerrera excepcional, aunque también una parte de mi estaba nerviosa.

Los días pasaron con ansias de saber en que consistiría mi misión, caminaba por la cabaña nerviosamente esperando a ser llamada de nuevo a la casa grande para poder recibir una profecía, que según me dijeron tenía que recibir para poder partir a la misión.

Una tarde después del almuerzo Quirón se acercó a mi y me instruyó a que subiese al ático de la casa grande, que ahí el oráculo me daría la profecía y podría partir del campamento.

Me dirigí al lugar, subí por las escaleras y caminé por un pasillo, subí nuevamente a través de una trampilla hasta llegar al ático, donde parecía que desde que Troya cayó no habían hecho la limpieza, todo tenía una capa bastante considerable de polvo, había estantes llenos de cosas con etiquetas, trofeos de antiguas misiones y al fondo, sentada o algo parecido había una especie de momia, vestida a la antigua, su ropa desgastada, tanto como ella, usaba un  sombrero y sobre su cuello arrugado un collar de cuentas, con un poco de temor, me acerqué más, no estaba tan sorprendida de su aspecto, ya me habían contado de ella, pero verla en persona era diferente.

Parada frente a ella dije:

-Soy Clarisse La Rue y vengo por una profecía.

No pasó nada en los primeros segundos, pero luego una especie de niebla color verde salió de su boca como si fuera una serpiente, se enroscó por todo su cuerpo e incluso el piso del lugar se impregnó de esa niebla, entonces para terminar de agregar cosas a mi lista de cosas raras, una voz habló, pero no desde la momia, sino que adentro de mi cabeza, el oráculo empezó a recitar a una profecía.

Hija de Ares, salvadora del OlimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora