La mayoría de las personas odian ir a un lugar en específico, algunos odian el circo, otros ir al médico, pero Samuel odiaba ir al supermercado y hacer las compras, se le hacia demasiado absurdo ir recorriendo pasillos repletos de comida con un carrito y luego se le hacía tediosos el estar cargando las bolsas repletas de alimento si dentro de una semana ya no va a haber nada de lo que se compró.
Esa linda mañana, Samuel iba prácticamente obligado por su madre a hacer las compras; antes su madre las hacia pero quería que su hijo de 25 años hiciera algo "productivo" y que mejor manera que sacarlo de casa a hacer algo necesario.
Su madre le dijo donde sería conveniente hacer las compras, el lugar se encontraba hasta el centro de la ciudad y para colmo no podía llevar lo que sea, su madre le había entregado una lista con los productos y marcas específicas que debería comprar, eso significaba pasar más tiempo en el lugar que Samuel llamaba infierno.
El supermercado no era muy conocido pero era de buena calidad y buen servicio, o al menos así lo describió su "adorable madre". Solo quería que esa tortura terminara rápido así que trataría de apurarse lo más que podía llevando en gran cantidad para no volver cinco años después.
Al llegar al supermercado tomo un carrito y se dispuso a hacerlo rápido, hubo momentos en el que no encontraba tales marcas y tenía que detenerse a leer los envases, no quería llegar a casa y decir que no encontró algo porque su madre le armaría la bronca y lo regresaría a comprar ese producto.
Después de revisar más de dos veces la lista y haber comprobado que no faltaba nada se dispuso a pagar; otra de las cosas que odiaba de los supermercados eran las tediosas filas de las cajas, en el lugar existían siete cajas y solo tres estaban funcionando.
Al parecer la suerte estaba de su lado y al momento de llegar a la sección de cajas ve como la luz de la caja tres se enciende y un chico avisa a las personas que pasen. Samuel sin pensarlo dos veces corre a la caja antes de que alguna señora con dos carritos le gane y tenga que esperar más para irse. Depositaba los productos y alimentos en la banda para que el chico los fuera marcando y empaquetando.
Cuando el carrito estaba por completo vacío se fijó que todo fuera en orden pero al parecer se quedó embobado con la imagen del chico, sus ojos eran rasgados y si lo mirabas de lejos lo podías confundir con un chino, sus mejillas abultadas que te daban ganas de pellizcarlas, su cabello era negro como la noche y su tez era blanca pero no al grado de verse pálida. Se fijaba en cada movimiento que hacía, era algo torpe al hacer las cosas pero para Samuel era tierno ese gesto.
Pudo notar que en su uniforme portaba una placa con su nombre que no se alcanza a distinguir por la posición del chico; de la nada el chico se pone recto y por fin pude divisar el nombre de la placa, "Guillermo, que hermoso nombre" piensa Samuel.
- Chico.. - salí de mi transe - serian 49 euros. - su voz era tan grave y sexy, no se que me esta pasando el día de hoy, saque el dinero de mi cartera, tome mis bolsas y salí casi corriendo de ahí.
Joder, ni las gracias le pude dar pero todavía seguía en shock, su corazón latía tan fuerte que parecía que se le saldría del pecho en cualquier momento, parecía como quinceañera enamorada después de ver al chico que le gusta pasar cerca suyo, Samuel no creía en el amor a primera vista pero algo de ese chico despertó una sensación extraña en su interior, ahora quería volver a ese lugar solo para ver al chico.
*
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A pesar de que había comprado demás, Samuel estuvo toda la semana comiendo hasta al punto de acabarse la mitad de la despensa. Su madre enojada le obligo otra vez a hacer la compra pero se sorprendió cuando Samuel ni siquiera se negó ante ello, pensaba que se enojaría y le reclamaría lo tanto que odiaba ir al supermercado, pero no, solo asintió tomo sus cosas y se fue.
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El Chico de la Caja 3. | OS | Wigetta.
Short StoryA veces encuentras el amor en donde menos lo buscas. En un supermercado por ejemplo.