Capítulo 2

407 26 0
                                    

-¿Que Sam Lee estuvo en tu casa?

Estiró el brazo y le tapó la boca a David, que había chillado tanto que James despertó de su siesta independiente. Estaban en la cafetería de la universidad, en una mesa al aire libre y rodeados de gente que hablaba y comía sin parar, como ellos. La mayoría estaban completamente centrados en que hacía menos de 24 horas, Sam Lee había salido de un coche a la puerta de esa misma universidad, la había mirado y había entrado con su guardaespaldas impidiendo que lo siguieran.

Nadie sabía que era lo que Sam Lee había hecho dentro del edificio y los profesores tampoco habían querido decírselo. Arthur, por su parte, seguía sin creerse lo que el señor Tyler, el novio de su madre, había dicho durante la cena.

-Nadie puede enterarse, ¿de acuerdo? -David asintió y el cotilla de James se acercó más para poder oírlo, frotándose los ojos- Su padre y mi madre están saliendo.

David soltó un suspiro, posó una mano en su hombro y movió la cabeza, casi de la misma forma que lo había consolado cuando suspendió el examen global de física. James acercó su silla para ponerse más cómodo.

-¿Cómo se comportó en la cena?

Arthur se encogió de hombros. En realidad no había estado con Sam Lee, ni había hablado con él, no lo había visto más de lo necesario para reconocerlo.

-Tenía un compromiso -puso los ojos en blanco-, se fue después de saludar a mi madre.

Ninguno dijo nada sobre ello, pero todos pensaban lo mismo sobre el famoso, arrogante y supuestamente atractivo Sam Lee. Los tres tenían claro que había pasado la noche con alguna chica, o chico tal vez, solo a las locas de la mesa de su derecha les importaba que su ídolo fuera o no gay.

-¡Estaba tan sexy! -gritó una de pronto. Llevaba una camiseta con la cara del cantante y parecía histérica- Me muero por saber que hacía aquí.

David le dio un golpe en la cabeza, se levantó y los hizo ir a los dos a una esquina donde solían comer los marginados sociales, esa gente que odiaba relacionarse con otras personas. Aquel día todos se habían quedado leyendo en clase o estaban escondidos detrás de algún árbol.

Se sentaron después de asegurarse de que nadie los había seguido o los estaba espiando. James hizo una seña y David se le acercó tanto que era incómodo hasta respirar.

-¿Y bien? ¿qué hacía ese imbécil en la universidad?

Se mordió el labio como siempre que estaba nervioso. Mickey Tyler había dicho simplemente que su hijo estaba pensando volver a estudiar, luego había añadido cuando deseaba que ambos se llevaran bien y pasaran tiempo juntos. No le gustaba la conclusión a la que su cabeza había llegado después de atar cabos.

-Creo...-titubeó- creo que va a estudiar aquí.

La cara de David era épica, digna de sacarle una foto y colgarla de póster en la pared. Lo comprendía muy bien, a él tampoco le apetecía nada tenerlo en clase, ver como todas las chicas los ignoraban aún más por su culpa, que se sintiera el mejor delante de sus narices, que los mirar por sobre el hombro a cada momento o que les restregara su dinero y fama a cada momento.

Bueno, tal vez era algo pesimista. No conocía a Sam Lee en persona, pero estaba seguro de que iba a ser así, por mucho que las fans dijeran que era la simpatía personificada. Hablaron de ello durante lo que quedaba de tiempo libre y solo consiguieron ponerse de mal humor.

-¿Y si luego resulta ser realmente simpático? -soltó James mientras se levantaban. Luego los tres estallaron en risas, caminando de nuevo hacia la cafetería medio vacía.

Hasta que el cuerpo aguanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora