45. Deja vú.

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BONNIE


Las puertas se abrieron, mostrando mi apartamento, estaba completamente intacto, tal cual lo dejé.

Entré lo más rápido que pude, no quería ninguno de mis amigos me viera.

No aún.

No cuando estoy muriendo.


Era mediodía cuando ya mis pocas cosas empacadas, estaban en su lugar, fuera de la valija. No había comido nada en todo el día, ni siquiera tenía hambre, ni siquiera me molesté en tomar una estúpida rebanada de pan y llevarla a mi boca. Ya nada parecía tener sentido.

Suspiré amargamente cuando estaba en la ducha, pensé que un baño quizás podía llevarse mis penas y abrir un poco más mi mente, pero no pasaba, el dolor era aún más grande, o así lo sentía yo.

Recordé la primera vez que llegué aquí, sonreía por incluso la más mínima imperfección, a pesar de que, al igual que ahora, para ese tiempo fui engañada por Zayn Malik.


Esto que pasaba, era un perfecto Deja vú. Uno muy doloroso.


Tenía puesta una sencilla camiseta blanca, con un pantalón sencillo. Lo más cómoda que fuese posible.

Me recosté en el sofá de mi sala, mientras pasaba canales, sin ni siquiera ver su contenido. Aún faltaba una hora para la estúpida reunión, y allí estaba yo, sintiendo por primera vez la soledad apoderarse de mí, como el humo cuando se disipa.

Y ese es el momento en el que te das cuenta de que, el amor es el sentimiento más letal y peligroso que existe, disfrazado de el más bello placer y con la presentación de perfección. El amor lastima, el amor destruye si no es correspondido, el amor te hace delirar y suspirar. Reir y llorar.

El amor, simplemente, es como una especie de necesidad. Necesidad de sentir algo, necesidad de lastimarnos, o necesidad de sentirnos bien.


Una serie de golpes suaves me sacaron de mis pensamientos, hicieron que dejara el control remoto sobre la mesa de madera, y me levantara del sofá para abrir la puerta.

Ni siquiera me dio tiempo de reaccionar y mirar de quién se trataba, cuando cinco cuerpos se abalanzaron contra mí, había perdido el equilibrio, pero logré establizarme cuando me sujeté con mi mano derecha sobre el picaporte de la puerta. Diez segundos fue lo que duró ese abrazo grupal, en donde murmuraban los 'Te extrañé', 'Te amamos' y el 'La próxima vez avisas cuando salgas, imbécil'.


Sonreí cuando supe de quienes se trataban.


Estaban presentes las cabelleras rubias de Megan y Niall, quienes, sorpresivamente, estaban tomados de la mano. También estaban los azules grisáceos ojos de Louis, y el delgado cuerpo de una Eleanor que me sonreía incluso por el más mínimo gesto de mi parte.

Y, un poco más alejado de todos, se encontraba Garret, recorriendo desde la punta de mi cabello, hasta mis pies, con sumo descaro.


-Mierda, Bonnie, te extrañamos. -al fin dijo Eleanor, abrazándome rápidamente.

-Sí, idiota, no te vuelvas a ir así. -sonrió Megan.

-Y-yo también los extrañé, chicos. -murmuré.


De verdad hice un esfuerzo por sonreír. Por aparentar que por lo menos estaba feliz, pero, cuando hice un vago intento de sonreir, todo lo que salió fue una mueca.

Enamorando a Verónica → zaynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora