Capítulo tres: Confusión

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Respiré profundamente una y otra vez, aún perpleja por lo que acababa de ver, trate de actuar lo más relajada posible, jamás había estado en una situación así.

─ ¿Cuanto tiempo has estado allí? ¿que te paso? ─ Dijo el rubio mientras se soltaba del agarre de la chica y esta lo miraba confundida. ─Lo suficiente Nath, pues estaba aburrida y me dio por hacer un nuevo diseño a mi suéter ─Dije en tono sarcástico ─Ha sido Debrah ─ Sentencie.

El comenzó a despojarse de su cazadora y me la ha colocado en mis hombros, no sin antes ver un brillo inusual en sus ojos, aquello no paso por desapercibido ante los ojos de su acompañante, fue lo suficiente para que esta estallara y saliera a toda velocidad del lugar.

─ Aunque... Sin la cazadora no te veías nada mal -Su mirada recorrió mi figura, yo solo apegue la cazadora más a mi cuerpo ─ Eres un idiota ─ Sentencie ─Pero este idiota te ha salvado ─ Mordió su labio inferior ─ Venga, será mejor que salgamos de aquí, tu ve primero ─Me dio una palmadita en la espalda y luego salí del lugar, no sin antes agradecerle.

Salí lo más rápido que pude a la salida del campus, no quería que nadie me viera en ese estado, si bien la cazadora me cubría por completo, pero no quería dar explicaciones de porque tenía puesto algo que le pertenecía al chico más desinteresado del campus.

Y si, con explicaciones me refería a Rosa.

Me encamine rápidamente a casa, como siempre mis padres no estaban ya que el trabajo ocupaba gran parte de sus vidas. Subí a mi habitación y deje la cazadora sobre la cama, su perfume masculino se había impregnado a mi cuerpo a pesar de haberla usado por poco tiempo.

Encendí la televisión y enseguida apareció el rostro de Castiel en un canal de noticias, la conductora del programa mostró una foto en donde el salía junto a una mujer misteriosa de piel canela y cabello rizado oscuro, seguramente se trataba sobre un escandalo de citas, cuando efectivamente revelaron otra foto donde ambos salían uniendo sus labios.

Sentí un puñetazo en mi corazón apenas vi esa imagen, apagué la televisión de un tiro y me senté en la cama, no se porque sufría si había sido yo quien le dejo hace años.

Me dirigí hacia el baño y llene la tina con agua caliente, vacíe algunas escénicas y cuando ya estaba lo suficientemente llena me despoje de la poca ropa que me quedaba y me incorporé en esa cálida agua.

Debido a la calidez de esta mis músculos comenzaron a relajarse. Vertí el botellón de champú en mis manos y masajee mi cabello, me quedé recostada por unos minutos mientras asimilaba lo que había pasado en mi corta estancia en la ciudad, luego de esto me enjuague y salí de la tina, toma mi bata de baño y tape mi cuerpo.

Ya en mi habitación nuevamente tome mi pijama y me la puse, estaba calentita y cómoda como me gusta, baje a la cocina y preparé chocolate caliente, pues el día estaba nublado y hacia mucho frío. Luego de esto me dirigí hacia las estanterías que se encontraban en la sala, tomé uno de mis libros favoritos.

Dr. Engel. Sin duda amaba los dramas médicos.

Apenas lo tomé junto a este cayó al piso un disco que marcaba el nombre de mi hermana en grande, lo tomé y decidí introducirlo en la pequeña computadora de mesa que se encontraba allí, seguro se trataba de aquel viaje que hicimos a Disney World cuando tenia seis años, mis padres se encargaban de grabar todos nuestros viajes, solo de esta forma podrían perdurar en los recuerdos. Pero para mi sorpresa no se trataba de eso, si no de algo que jamas habría imaginado, sentí un gran vacío en el estómago apenas me acerque a la computadora para curiosear.

Exámenes médicos, tomografías, rayos x, etc. Todo parecía estar en buen estado a excepción de su brazo derecho el cual había sufrido una pequeña fractura, pero todo lo demás estaba relativamente bien. Eso me dejo pensando un poco, pero antes de sacar conclusiones precipitadas tenía que recolectar más información.

¿Como todo pudo llevar a una muerte repentina? Era la pregunta que me seguía planteando luego de haber pasado ocho años de ese trágico día, ver a mi hermana siendo sepultada no fue fácil para mi, en realidad para nadie. Todavía me costaba hablar sobre ese tema, sin embargo Rosalya y Alexy son los únicos que lo saben, les hice jurar no contar nada de esto a nadie y así fue, lo han mantenido en secreto al igual que yo todo este tiempo.

Si que han sido muy buenos conmigo, de verdad odie cuando tuve que dejar repentinamente la ciudad, fue lo mejor, pero como toda decisión trae sus consecuencias...

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