Capítulo 3

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Después de que Astrid quedó impactada al ver el aspecto de Leila, no sabía como reaccionar.
-¿Leila, que haces aquí?- dijo Astrid con voz temblorosa.
Ella la miró directamente a los ojos y dijo:- Ellos quieren encontrarme, pero aún no hemos iniciado el juego.- Leila hizo una sonrisa torcida y comenzó a reírse frenéticamente.
Astrid no sabía que hacer, lo único que se le ocurría era que Leila había escapado del psiquiátrico y posiblemente la estan buscando. Lo peor de todo no era su aspecto desgastado,si no que la esquizofrenia había empeorado.
- Vamos Leila, yo también quiero jugar contigo.-dijo Astrid cautelosamente.
Leila hizo una cara infantil de felicidad y salió del hueco de las escaleras. Al parecer no llevaba mucho tiempo desaparecida, debido a que no olia a sudor. Pero la ropa esraba desgarrada y muy sucia, posiblemente le dieron ataques esquizofrénicos.
Leila se acercó mucho a Astrid y la tomó de la mano.
-Tenemos que encontrar un buen escondite, pero baja la voz para que no nos puedan escuchar.- Leila puso su dedo índice de forma vertical en medio de sus labios,como símbolo de silencio.
Astrid siguió la corriente y no hizo ni un solo  ruido en parte porque no quería alterar a Leila y porque ella no sabía que decir.
Astrid recordaba haber visto muy pocas veces a Leila debido a que la mantenían en el último piso del edificio B de la sala de jóvenes adolescentes, donde las visitas son mas restringidas y pueden ser peligrosos. Lo que sabía era que a los 15 años, Leila había ingresado al psiquiátrico, pero al parecer no se había curado, tiene 18 años, raramente la visitan sus padres, padece de esquizofrenia y de depresión psicótica. La única ventaja que tenía era que gracias a las alucinaciones de Leila, podría llevarla de regreso al psiquiátrico.
-Astrid. -dijo Leila.
-Vamos Leila, tenemos que escondernos.- dijo Astrid lo mas tranquilo posible.
-Astrid...siento frío.
Posiblemente Leila no estaba mintiendo, tal vez se sentía mal porque su cara estaba igual de blanca que la de un fantasma. Enseguida Astrid se quitó su chaqueta y se la puso encima a Leila.
-Astrid, alguien nos está siguiendo.-dijo Leila tamblando.
Astrid volteó y no había nadie.
-No te preocupes, seguramente esa persona también tiene el mismo camino de nosotras.- dijo Astrid.
-No, no lo entiendes. Tiene unas jeringas, nos quieren dormir. Vendrá por nosotras.- Leila se empezó a poner histérica y movía la cabeza en todas direcciones.
-Tranquila yo te cubrire. Si no hacemos ruido no nos va a seguir.
-Tienes razón, si. Sin ruido.-Leila continuó caminando aferrada a la mano de Astrid.
Aprovechando la confianza que Leila le tuvo a Astrid, ella la comenzó a llevar por el camino hacia el psiquiátrico.
La mano de Leila estaba con rasguños y sus uñas estaban mordidas.
Cuando llegaron al psiquiátrico Leila pregunto:-¿Esta es tu casa?, Me recuerda a un lugar donde estuve antes.
-Si Leil, esta es mi casa...-dijo Astrid con un toque melancólico.
- Ya veo.
En la entrada Astrid veía como un guardia se comunicaba por su radio para contactar a mas guardias y a los doctores.
- ¿Astrid te quedarás conmigo verdad?-preguntó Leila como su fuera su última esperanza.
-Claro, me quedaré contigo.-dijo Astrid sin pensarlo.
Ella sabía que eso no podía ser posible.
Los guardias y doctores se acercaban, a lo lejos Astrid alcanzó a ver una cabellera pelirroja, era Mary, su psiquiatra y estaba sorprendida de ver a Astrid en este lío. Pero más sorprendidos iban a estar sus padres.
-Leil, ven dame un abrazo.-Astrid jaló a Leila para que ésta no viera que ya estaban en la puerta los guardias.
La doctora Zara fue la primera en cruzar la puerta, con una jeringa en mano y todos los guardias nos rodearon.
Lo único que podía pensar era en la pobre chica que estaba abrazando.
La doctora dió la instrucción,tres guardias agarraron a Leila, la doctora levantó la jeringa a la altura del cuello de la chica para inyectarla.
Leila abrió los ojos como si se le fueran a desorbitar. Las lágrimas salieron, antes de que su mirada se cerrara, posó  sus ojos de desesperación en Astrid.

Mi yo y mi otro yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora