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Estaba recostado en cama mientras jugaba lanzando una pelota de trapo a la pared y seguidamente volviéndolo a hacer. Aburrido, qué más podía decir de cómo me estaba sintiendo en ese entonces, sin nada que hacer.

Prefería estar en casa de mis padrespensé con cierta molestia.

Aunque pensándolo bien, mis padres tenían la culpa de mi aterrador aburrimiento desde que llegué al internado, donde tenía que pasar los próximos dos años encerrado, apenas daban un día o dos para poder visitar a tus padres.

Me gustaba divertirme con mis amigos, salir a alguna fiesta, lo que sea, pero en este lugar ni siquiera se podía entablar una conversación normal con los estudiantes, eran extraños en cierta forma que no daban ganas de hablar con ellos, aunque más bien parecía que ellos eran los que me ignoraban.

Me aburrí lo suficiente como para levantarme y salir de ahí. Él único lugar que me gustaba de todo ese infierno ,era la biblioteca. Por primera vez en toda mi vida la biblioteca me había parecido divertida, me relajaba estar leyendo un libro que encontré de casualidad.

―¿Tienes tu pase?― me preguntó la señora Cho Hee, la encargada de la biblioteca, apenas llegué a pisar la entrada. Era extraño para ella ver que entraba a la biblioteca, la mayoría de los alumnos ni siquiera pasaban por ahí.

―Sí―respondí sacando el pequeño papel del bolsillo de mi pantalón. La señora estaba sorprendida al ver que el papel no se arrugó al estar en un bolsillo, pero se guardó sus pensamientos y siguió atendiendo.

―Pasa, por favor no hagas ruido― le advirtió con una sonrisa. A mi me pareció extraño que Cho Hee no sea como las pesadas bibliotecarias que pedían silencio a gritos rompiendo así sus propias reglas.

No había casi nadie en las mesas, pero esa idea le agradaba me agradaba porque podía sentarme donde me plazca. Un chico con el cabello rubio estaba sentado frente a mi, era extraño porque cuando reía mientras leía se le formaba un hoyuelo muy adorable. Empezó la lectura de un libro nuevo que había encontrado sobre la mesa que estaba al fondo de la biblioteca, muy cerca de la estantería de los libros de romance.

―Hola― me habló el chico de antes. Levanté la vista hacia él, era extraño que me hablara porque desde que llegué aquí no había hablado con absolutamente nadie que no sea la directora o los maestros.

― Hola, mi nombre es Minseok ¿Como te llamas? ―respondí en un tono amable, después de todo era mi única oportunidad para tener un amigo en el instituto.

―Yixing, pero puedes decirme Lay― respondió antes de dedicarme una sonrisa amigable haciendo que se formase un hoyuelo adorable en su mejilla.

Me gustaría tener hoyuelos.

Lay era una persona con quien uno se podía relacionar fácilmente, además de que era una persona con los gustos en libros similares a los míos. Por fin tendría un amigo con quien pasar los próximos dos años en el internado.

El libro que tenía era un de romance, me había prometido no volver a leer de nuevo un libro que sea de ese género porque sí empezaba a leerlo estaba seguro de que tendría la tentación de leer otro libro similar. Pero su elaborada portada e increíble sinopsis estaba tentándome a sumergirme en el hasta que lo termine, finalmente no pude y termine leyéndolo.

Me había pasado más de la hora en terminar de leerlo, apenas faltaba una hora para que empezara a cerrarse la biblioteca, pero quería seguir leyendo. No me quedó otra opción que dirigirme a la estantería para guardarlo, mañana volvería para seguir leyendo.

Hubo algo que llamó mi atención cuando llegué, había un chico de cabello oscuro que estaba sentado detrás de la estantería. Me asusté así que empujé fuertemente el libro de su sitio ocasionando que casi lo golpeara, sentí miedo.

—Hay opciones mejores —comentó, aún seguía de espaldas y no podía verlo muy bien por el pequeño espacio que había entre los libros. —Frío corazón es una obra buena, pero sólo hace ver que el amor es horrible y sin sentido.

Su respuesta me inquietó.

—Así es el amor, lo describe perfectamente —respondí y como reacción él volteó a observarme con mucha curiosidad y algo asustado.

—Sólo te tocó la persona incorrecta, en el momento incorrecto —defendió con simpleza.

Tal vez tenía razón en lo dicho, o tal vez no tanta.

—Eres extraño —comenté con una sonrisa ladeada. Él la devolvió sin ningún rastro de molestia en su expresión alegre.

—Gracias — agradeció formando una sonrisa. Su sonrisa era como la de un gato, era graciosa y a la vez muy adorable.

Él se levantó del suelo, después puso la montaña de libros en su sitio correspondiente para finalmente salir del lugar hacia donde estaba la señora Cho Hee.

Yo también debería ponerme en marcha porque si no me quedaría sin cena y aún peor si mi compañero de habitación cree que alguien entró a la fuerza para dejar sus cosas ahí.

—Gracias por la visita, Min —se despidió sonriente comenzando a buscar las llaves en las gavetas de su escritorio.

Él chico del cual no sabía su nombre estaba tomando el mismo camino que yo, de seguro debe pensar que lo están siguiendo al verme detrás suyo.

—Me estás siguiendo —habló en un tono simple y muy claro que podía ser escuchado desde el primer piso.

—Voy a mi habitación —contesté.

Ignoro mi comentario y siguió su camino hacia donde sea.
Se detuvo en la puerta de mi habitación, entonces supe que era mi compañero de habitación.

Que casualidad.









Sugar | ChenMin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora