IX

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La ultima corr(ida)
de tinta que salga de mi,
(aunque no lo sea),
como la ultima primera vez,
que tus labios prueben,
que para hacer el 69,
ya no nos queda tiempo.

Ni para recorrer tu cuerpo en 80 días,
o para buscar la suerte que perdí,
en tréboles de 4 hojas,
en herraduras.

Pasé por la escalera,
rompí el espejo,
con tal de joderme por ti.

Pero tú seguías deshojando la puta flor,
maldita margarita,
por ella,
por nosotros,
por el cigarrillo a medio fumar que dejaste en la mesa,
por los besos que se quedaron en los labios,
o en mis ganas.

Por buscarte a oscuras entre los lunares,
entre las canciones rotas,
él roto eras tú,
y yo la puta canción,
o la canción era muy puta,
y tu y yo estábamos rotos.

Caí, como siempre,
siendo la torre y tú el arquitecto,
o quizás yo solo fui el gilipollas del cuento,
enamorado de un sueño.

Me rompí en las rocas,
en las despedidas,
o con el polvo a medio echar,
con la erección,
y las lágrimas en la comisura de la sonrisa,
(a sabiendas que no era por mi),
sobre el colchón,
y la botella de vino abierta.

Con la corrida en el pap(él),
en las palabras,
o por las mariposas que vomité,
porque nadie dice,
que el alcohol,
es un efecto colateral del amor.

O que yo soy la corrida,
efecto colateral de ti,
del alcohol,
de tus lunares y la margarita,
que están bien marcados,
como todo,
que,
las caídas de los grandes van despacio,
con todo o nada,
rápidas o lentas,
jodiendo(me) todo lo que esta alrededor,
que en este caso,
era yo.

Y ahora dime,
¿la corrida te basta o echamos otra?

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