UNO: CALVIN

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Miro por la ventanilla del tren, ¿cómo es que no me he mareado al ver a la ciudad pasar fugazmente a mi alrededor?...

Voy de regreso a mi casa; he tenido un largo día en la escuela. Por el momento mi único interés es llegar y darme una deliciosa ducha caliente, almorzar un par de golosinas y sentarme a ver la televisión durante un rato...

Finalmente el tren se detiene y abre las puertas para dejar salir a la gente, solo me falta una estación para estar llegando a una cuadra de mi casa.

Antes de que las puertas se cierren se escucha un grito de terror desfalleciente, un quejido descomunal abrumador y mordaz, capaz de estremecer a las rocas. Toda la gente comenzó a ingresar nuevamente al tren cuando las puertas se cerraron casi por completo. La gente trataba de entrar a como diera lugar, todos con expresiones de terror y angustia inevitablemente grabadas en el rostro.

¿Que los está obligando a actuar así?, pienso alarmado.

Unas cuantas personas más ingresan, cuando de las puertas se cierran, dejando a las personas del exterior desquiciadas.

La gente que viaja conmigo en el interior comienza a relajarse, pero se mantiene pendiente de la ventana trasera del tren.

Me abro paso lentamente recibiendo algunas advertencias vanas, pero no les presto atención; al cabo de unos segundos logro llegar a la ventana trasera... Lo que ocurre frente a mí es abrumador. Doy un jadeo al ver como personas se lanzan sobre otras, dándoles fuertes jalones y mordidas por doquier. Una vez que esto pasa, se alejan y buscan una nueva presa. Sus rostros desencajados, tapizados de supurantes heridas y sus movimientos impulsivos niegan por completo la posibilidad de que dichos seres fueran humanos en todas sus facultades mentales.

-¿Serán caníbales?-. Me pregunta una mujer de avanzada edad abrazando a su pequeño y tapándole los ojos.

no, son... Zombies-. Respondo con una expresión de pánico en el rostro.

De pronto la realidad de mis palabras recae sobre mis hombros, miles de personas se unen a cada segundo al bando de los enfermos y pierden la vida que tenían...

-Eso no puede ser posible-. Añade un hombre de la tercera edad situado detrás de mí-.

el tiene razón, ¿Zombies enserio?-. Pregunta una mujer de al menos 35 años con gesto de altanería.

Estoy a punto de contestarle cuando el tren se sarandea con fuerza, haciendo que perdiwramos el equilibrio. Caigo de costado y me golpeo la cabeza con uno de los tubos de seguridad.

Mi campo visual se ha vuelto un tanto... curioso. Muchos colores rondan en las orillas de las imágenes que enfoco. Me llevo una mano a la cabeza cuando uno de los vidrios frente a mí se revienta en un fuerte estallido. El tren comienza a voltearse y siento como la pared detrás de mí me atrae hacia sí mientras incómodos bordes surgen de el en el impacto contra el suelo. La gente a mi alrededor grita mientras cae comprimiendo a la gente de hasta abajo; sentiría desesperación por ayudarlos de no ser por que algo me impide caer en la cuenta de la situación. La fuerza extraña me oprime la cabeza y me obliga a cerrar los ojos y dormir, eso sería fabuloso.

Cierro los ojos y me dejo llevar con gusto por las garras piadosas de la oscuridad.

CIUDAD VÉRTIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora