I
En el piso de arriba lo escucho llorar, mi madre dice que enloquecí, pero la que siempre se mantiene dormida con píldoras es ella.
Papa dice que la loca es ella, y que lo que escucho es solo mi imaginación, siempre hay una excusa para él:
-es el trinar de las aves- pero nunca vi ninguna en medio de ese solitario bosque
-es el eco de nuestras voces- pero mama siempre duerme mientras él lee en silencio
-pueden ser las ratas o animales en el ático- pero los animales no lloran...no de esa forma
Yo se que mama duerme por una razón, que papa llora por las noches en la sala cuando cree que estoy dormida...también sé que lo que yo escucho es real, tan real como yo.
II
Cada vez lo escucho más cerca, más fuerte...papa se ha enojado conmigo preguntándome por qué lo atormento con mis historias.
Hoy lo escuche discutir con mama, ellos casi no se dirigen la palabra pero cuando lo hacen solo se gritan el uno al otro, ella le gritaba; -¡todo fue culpa tuya!- mientras le golpeaba el peco con los puños cerrados y los ojos bañados en lágrimas.
Papa le respondía violentamente -¡cálmate! ¡Mary aun nos necesita!-escuchar mi nombre me estremeció, a mí nunca me llamaban Mary a pesar de que fuera mi nombre Mary-Anne, siempre me habían llamado Anny.
Tengo el vago recuerdo cuando papa me llamo Mary cuando tenía 5 años...mama enloqueció y se le fue a los golpes gritando una y otra vez -¡no la llames!- esa fue la última vez que me alguien me llamo Mary.
III
Nuestra casa es enorme, vieja, a mitad de un bosque de lo más espeso, papa me educa en casa. Siempre escucho pasos subir la escalera, pero nunca me atrevo a ver quién es.
Hoy me he atrevido, salí de mi habitación a la misma hora que empiezo a escuchar los pasos. Mi habitación está en el primer piso, en el fondo del corredor, debe atravesar casi toda la casa para llegar a ella, después esta las de mis padres.
Mi puerta tiene una campana, para que ellos escuchen cuando salgo o entro a la habitación; de pequeña no me molestaba, me agradaba hacerla sonar para que papá corriera a mi lado y me llevara a la cocina por agua o al sanitario, porque siempre me llevaba en brazos, pero ahora me asusta, siento que me mantienen presa, vigilada, oculta de algo.
IV
Me sorprende lo lejos que pude llegar sin encontrar a mi padre...escucho los pasos correr en la parte de arriba, algo grande...es horrible!, pero aun así atravieso todo el corredor para poder llegar al pie de la escalera donde se escucha aún más cerca, más fuerte, parece que mi corazón va a salirse.
Algo pareciera correr en cuatro patas por todo lo largo del techo hasta que algo se escuchar romperse mientras grita lastimosamente.
"-estoy paralizada...no puedo moverme!"
Escucho los pasos más cerca...viene hacia mí, más bien corre y yo corro hasta mi habitación, el camino nunca se me había hecho más largo y no puedo llegar hasta el, solo entro al baño atorando la puerta.
Escucho los pasos ansiosa pues estos no se detienen...era mi padre...quede más que paralizada; con la piel pálida, unos ojos enloquecidos y temerosos, jamás lo había visto así, de sus manos cayó un plato para después correr hasta su habitación azotando la puerta...tuve que girarme a vomitar cuando logre ver el contenido del plato esparcido por todo el piso.
V
Para cuando amaneció todo el desastre de la noche anterior había desaparecido, nadie hubiera podido creer que lo que yo vi en el suelo hubiera existido.
Mama estaba como siempre me la cocina golpeando traste mientras mi desordenado desayuno ya descansaba en la mesa del comedor, hacía mucho que ella había dejado de alimentarme bien, o hacer lo que todas las madres hacen ni mucho menos los quehaceres de la casa.
"¿qué mal le hice yo?" me pregunte siempre al ver mi cereal remojado en jugo de naranja mientras me salpicaba al poner sin ganas el huevo casi crudo en el vaso de leche, después de eso siempre salía de la cocina casi cubriéndome los ojos para no verme.
Papa estaba tan normal como siempre, el hombre que yo había visto ayer tampoco existió, muchas veces en lo que me daba mi desayuno bien quise preguntarle que hacia anoche arriba, pero algo me llevo a mejor callar. Reconocí sus pisadas en la duela de la cocina, sus zapatos eran los que yo escuchaba en las escaleras cada noche, pero lo que corre en el ático no camina así, casi podría asegurar en sus extremidades no lleva unos zapatos.