Nadie parece entenderlo, puedes gritar, patalear e incluso tirarte en la calle que nadie va a escucharte si no les conviene, así piensan las personas como yo, a las que no les queda nada por perder, todo y nada, nada ya no es todo. Reflexiones de medio día mientras espero el tren de vuelta a casa, cada vez los días son mas largos, las noches mas pesadas, mas aburridas, mas solitarias. He llegado a casa, dejo las llaves en el mueble de la entrada, suelto el bolso donde pillo y voy dejando un rastro de ropa de la puerta al baño , me meto en la ducha, ni si quiera espero a que salga caliente, nada puede con un corazón frío como el hielo, duro como la piedra, insensible como nunca. Salgo de la ducha, me seco, me pongo un chándal, para variar, y me voy tardando menos de lo que he tardado en recogerlo todo. Llueve, pero no hace frío, solo es molesto. Camino, sin rumbo ni metas, cada vez mas evadida del mundo, cada vez mas dentro de mi misma aunque siga sin ser capaz de averiguar lo que me ocurre.