2 de Abril: Día de Visitas

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Estaba hundida en mis pensamientos mirando el techo, había tanto silencio que hasta podía escuchar claramente el ruido de afuera, había vida fuera de estas blancas y desgastadas cuatro paredes... era bastante melancólico y triste pero, a la vez, tan pacífico...
Pero la paz dura poco. El tipo asesino del cuarto de al lado otra vez comenzó a gritar desquiciadamente y golpear todo, estaba harta de él, no entiendo por que algúna enfermera o un guardia no puede venir a callarlo, ah, pero si yo hago el mínimo quejido llega una horda de enfermeras con sedantes y correas. Que tontería.
Estaba bastante adormilada, pero no quería dormirme, no ahora, durante mi estadía aquí debía evitar dormir a toda costa, y mostrar cualquier seña de seguir teniendo alusinaciones con Él, que por cierto, es bastante raro que no haya aparecido en todos estos días... ¿Y si realmente me estaba desquiciando y ya estoy mejor?, tiene sentido, y respecto al chico de pelo blanco pues... supongo que so se refería a algún guardia o alguien que estuviera detrás de mi. Es lo más seguro.
Hoy me pasé el día en la "sala de estar", no sé como llamarla, pero supongo que saben a que me refiero. El cuarto grande lleno de mesas y sillas con ventanas que nos presumen lo que es la vida de afuera. Tienen una televisión pero esta solo transmite estática, pero no faltan los tipos que la miran fijamente y ríen o lloran o se asustan.
- ¿Esta aquí Alice Jefferson? - Preguntaba en alta voz una enfermera de rubio cabello y un impecable uniforme
- Si, ¿Que necesita? - Replicaba otra, ésta en cambio, se veía desvelada, y de cabello castaño oscuro
- Tiene visita
Y por el oscuro y extenso pasillo que daba a la puerta principal, una de las enormes puertas de hierro se abrió, dejando ver a... mi papá... Ahora mismo era la persona que menos quería ver. No quería hablar ni con mi madre, estaba ya totalmente cansada, harta, fastidiada de este lugar, y por culpa de ellos estoy aquí. Ya ha pasado más de una semana y ya "mejoré" bastante a comparación del estado en que llegué, ya deberían dejarme ir.
- ¿Cómo te va, pequeña?
- Mal
- Ouh... Mira, te traje esto, ¿Recuerdas cuanto te gustaba esta cosa cuando eras niña? - Me dijo mostrando un desgastado y viejo pincel de plástico color morado, lo usaba cuando era niña
- Te lo pueden quitar y luego hecharte a patadas, mejor ni lo dejes a la vista.
- Bueno... ¿Y que tal van las terapias, sigues viendo a esa cosa?
- No
- ¿No has dormido nada cierto?
- No vengas a hacerte el buen padre...
- Alice por Dios, tú no eres así, ¿Que te pasa?
- Pasa que la visita terminó. Toma. De igual no convina con la ropa gris y las batas llenas de sangre ajena
Repliqué y le regresé el broche azul. Vaya. Tanto tiempo avergonzandose de lo que me pasa y ahora viene a sentirse culpable...
Regresé a mi cuarto por mi cuenta, me senté en la cama y me recargué en la pared que estaba junto a ésta, me sentía tan sola...
Miré la bloqueada y protejida ventana que daba a la ciudad, estaba oscureciendo, en el borde de la ventana vi una piedra grande, la tomé y con ella empezé a raspar una pared, me gustaba dibujar, mucho, pero tuve que detenerme. Para cuando me di cuenta ya era de noche y afuera las luces de los edificios estaban apagadas en su totalidad, tocaban la puerta, miré el oscuro pasillo a travéz del pequeño cuadro de cristal que esta tiene solo para pegarme un susto al encontrarme con unos ojos sin brillo, y con unas profundas ojeras... no sabía quién era, la puerta tenía llave, pero maldita sea la hora en que escuché como los seguros se quitaban y la manija comenzaba a girar...

El Extraño Caso de Alice. #Gemma'sAdwards2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora