Capítulo 6: Hablemos

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Meto la mano que me queda libre en el bolsillo izquierdo trasero de mi pantalón, donde se que siempre guardo las llaves. Cris me mira sin pestañear, atenta a cada uno de mis gestos y expresiones, como si esperase algún tipo de señal, así que decido sacar las llaves y enseñárselas mientras que las zarandeo un poco entre mis dedos.
Llevo mi mano derecha desde su culo hasta su cintura atrayéndola más hacia mi. Entonces le sonrío, sin tratar de ocultar ningún tipo de pretensión pero a la vez sin necesidad de insinuar nada... los dos sabemos y somos conscientes de por qué y para qué estamos aquí. Le hago un gesto con la cabeza para que camine junto a mi hasta esa puerta.
Es un corredor relativamente corto, un simple pasillo de diez metros bien iluminados, pero que en momentos como este parecen ser cien.
Cuando por fin llegamos a la puerta libero a Cris de mi agarre y me situo frente a la entrada, buscando la llave correcta entre todas las que me había dado Tobías.
Entonces encuentro la "Z" en una de las llaves, en una pequeña y redonda. Noto como Cris me sigue mirando, sin apartar sus ojos de mi ni un solo momento; al mirarla de vuelta me encuentro con una Cris de labios fruncidos y gesto interrogativo.

-Es nuestra forma de saber que es la llave de las habitaciones.

Cris alza las cejas levemente y en sus labios se forma una pequeña "o" al darse cuenta del porqué de esa letra en la llave. Me pregunto si será una de esas fans que al escuchar una palabra se ponen a cantar la canción entera. Espero de verdad que en este caso no sea así... he llegado al punto en el que ya no soporto que las chicas me digan que ansiaban y esperaban que mi habitación fuese la 483, "welcome to zimmer 483" o que ellas quieren de todo menos "reden" conmigo. Al principio era gracioso, incluso yo bromeaba sobre el tema alguna que otra vez... pero ahora, no se si será por esa fase llamada madurez o porque en cierto modo ya me he empachado de esa canción, tres años después de lanzarla al mercado la verdad es que ha pasado de motivarme a querer huir de ella. Miro de vuelta a Cris. No, ella no va a hacer ninguna de esas cosas, ella es distinta, diferente al resto. Y es por eso que no deja de sorprenderme.
Aparto mis ojos de los suyos para fijarlos en sus labios, los cuales siguen ligeramente inchados y colorados por nuestro encuentro en el ascensor hace apenas un minuto. Me entran ganas de devorarlos de nuevo, de clavar mis dientes en ellos y absorber sus tímidos gemidos. Bajo un poco mi mirada hasta sus cortos pantalones y revivo el momento en el que ha decidido frotarse ella sola contra mi pierna para darse placer a si misma, y me pregunto cómo de húmeda estará ahora mismo, si se sentirá incomoda y necesita que yo le de alivio. Una presión en la parte delantera de mi pantalón me hace recordar que si le quiero poner remedio a nuestra situación, aquí plantado no voy a conseguir nada; así que rozo disimuladamente mi mejilla contra mi hombro para hacerme reaccionar y entonces, después de girar la llave dentro de la cerradura escucho un pequeño "click" que me sabe a gloria.

Pongo mi mano sobre la espalda de Cris y le invito a pasar a ella primero. Entra casi de puntillas, sin posar sus pies completamente en el suelo procurando no hacer ruido al pasar. Veo como lo observa todo atentamente, ladeando la cabeza tímidamente, intentando ver más allá del lugar que tenemos frente a nosotros. Me hace gracia, porque me recuerda al momento en el que llevas a tu nuevo cachorro a casa por primera vez, ese momento en el que notas que quiere correr a explorarlo todo pero no se atreve por si alguien le regaña. Justo en este mismo momento Cris se gira para observarme y me encuentra riéndome de la situación. No le digo nada, no puedo decirle que me recuerda a mi perro... seguro que se sentiría ofendida. Así que simplemente me encojo de hombros y cierro la puerta tras de mí con un pie.

Entonces me fijo en su forma de mirarme y me pregunto cuantas oportunidades me habré perdido durante los últimos años por culpa de la fama. Oportunidades de conocer a alguien como Cris, alguien real que se interesa por ti y no tu fachada, oportunidades de vivir realmente cada momento sin necesidad de tener a alguien guardándote las espaldas a cada paso que das. La oportunidad de sentirme libre y hacer lo que realmente me de la gana, igual que hace Cris, igual que estamos haciendo ahora. Entonces Cris empieza a entornar los ojos y no se cuanto tiempo llevamos así, observándonos el uno al otro sin apartar la mirada. Joder, esto no es para lo que hemos venido hasta aquí, no hemos recorrido todo este camino para quedarnos quietos y analizarnos con la mirada... hemos venido para terminar con la tarea pendiente que hay dentro de mis pantalones. Carraspeo para aclararme la garganta y me pongo bien la sudadera que Cris me ha descolorado en el ascensor, aunque se que no tardará mucho en terminar entre un montón de ropa tirada en el suelo. Me acerco lentamente a ella y una imagen pasa fugazmente por mi mente: Cris lanzándose salvajemente sobre mi cuello en el ascensor. Así que no me contengo y hago lo mismo, provocándole unas sonoras carcajadas que termina por contagiarme.

Dejemos que empiece la fiesta (Dejemos 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora