La increíble historia de... LA ABUELA GÁNSTER

Sopa de repollo

-Pero es que la abuela es taaan aburrida...- se quejó Ben. Era una fría tarde de viernes del mes de noviembre, y como de costumbre, iba despatarrado en el asiento trasero del coche de sus padres, camino de la casa de la abuela, donde se vería obligado a pasar la noche una vez más-. Todos los viejos lo son.
-No hables así de tu abuela- lo retó su padre con desgano. Su gran barriga se aplastaba contra el volante del pequeño coche marrón.
-Odio quedarme con la abuela- protestó Ben-. ¡TIENE la tele estropeada, solo piensa en jugar al Scrabble y apesta a repollo hervido!
-en lo del repollo tiene razón, hay que reconocerlo- observó su madre mientras se retocaba los labios con el lápiz delineador.
-No me estás ayudando, querida- dijo su padre entre dientes-. Como mucho, mi madre desprende un ligero olor a verduras hervidas.
-¿Por qué no puedo ir con ustedes?- suplicó Ben-. Me encanta el baile de tacón, o como se llame- mintió.
-Se llama baile de salón- lo corrigió su padre-. Y no te encanta. Según tus propias palabras, preferirías comerte tus propios mocos a ver esa bazofia.
A los padres de Ben, en cambio, el baile de salón le gustaba más que nada en el mundo, incluido su propio hijo, o eso pensaba Ben a veces. Los sábados por la noche nunca se perdían un programa de la tele llamado Baile de estrellas en el que varios famosos formaban pareja con bailarines profesionales.
De hecho, si hubiese un incendio en la casa y su madre tuviera que elegir qué salvaba de las llamas, entre un zapato de tap dorado que había pertenecido a Flavio Flavioli (el célebre bailarín y galán italiano de piel bronceada y reluciente que salía en todas las temporadas del gran éxito televisivo) y su único hijo, Ben estaba convencido de que escogería el zapato. Esa noche,