After Game

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Hoy iba a ser su día. Lo notó desde por la mañana, nada más levantarse. Y menos mal porque esa misma tarde tenía un partido de baloncesto muy importante contra sus rivales directos y enemigos acérrimos desde siempre. La rivalidad entre ambos equipos era tal que mucha gente fuera del colegio acudía a ver sus encuentros.

El día transcurrió de forma normal, algo lento incluso.

Alfred estaba tan ensimismado pensando en esa tarde que apenas prestó atención a las explicaciones de clase. Si ganaban ese partido serían campeones automáticamente pero era un equipo muy bueno y las estadísticas no se atrevían a declarar a ninguno de los dos como vencedor. Las posibilidades de ganar rondaban el 50%.

La tarde en cambio, pasó volando y en un abrir y cerrar de ojos, el americano ya se encontraba en el vestuario cambiándose con los de su equipo.

Tras unas últimas indicaciones del entrenador, salieron al campo. Alfred miró con nerviosismo a la grada. Esperaba ver una cabellera rubia acompañada de unos ojos verdes pero por mucho que se fijaba en la gente que iba y venía, no encontró esa cara conocida. Desanimado, siguió calentando. Tenía que concentrase en el partido.

El partido comenzó entre gritos de ánimo para ambos equipos. Desde el principio, el ritmo del encuentro fue frenético y conforme pasaban los minutos el resultado era muy ajustado. La diferencia entre ambos nunca llegaba a alejarse de los 6 puntos.

Cuando el árbitro pito el inicio del cuarto y último tiempo, Alfred vio de refilón movimiento en la grada que estaba a su derecha. Un chico de más o menos su edad, de pelo rubio y ojos verdes se sentó en el único asiento libre que quedaba. Miraba nerviosamente a los jugadores hasta que sus ojos se cruzaron con los del americano. Acto seguido, el chico desvió su mirada bruscamente.

Así que al final has venido, Arthur - pensó sonriendo tontamente. Se conocían desde bien pequeños pero pasaron unos cuantos años hasta que Alfred se dio cuenta de lo que sentía realmente por él. Intuía que sus sentimientos eran correspondidos pero nunca se había atrevido a dar el siguiente paso. Pero esa tarde sería diferente. Después del partido se declararía.

Verle allí, apoyándole en silencio, fue como un chute de adrenalina para su cuerpo. A raíz de ello empezó a jugar mucho mejor y a décimas del final dio el pase de la victoria a su compañero que encestó sentenciando el marcador a 80 - 79 a su favor. 

Todo habría sido perfecto de no ser por el gran empujón que le dio un jugador del equipo contrario en esa última jugada, cuando se disponía a pasar el balón. Como consecuencia del encontronazo, cayó sobre su tobillo derecho.

Aturdido por el agudo dolor, se llevó las manos al tobillo y cayó mareado sobre sus rodillas. Parecía una lesión grave.

Lo demás sucedió muy deprisa. Los gritos, tanto de alegría como de decepción y cabreo, retumbaban en su cabeza también dolorida mientras le sacaban del campo. Quería celebrarlo con sus compañeros y hablar con Arthur. Quería agradecerle el haberse molestado en venir a pesar de todo el lío que tenían en el consejo con todo el tema del festival escolar.

El entrenador se encargó de llevarle en coche al hospital. Por desgracia la madre de Alfred trabajaba por las tardes pero ese día se las arregló para salir antes tras recibir la llamada del entrenador de su hijo.

Una vez juntos, madre e hijo, pasaron por una serie de pruebas hasta que el médico le diagnóstico esguince de segundo grado recomendándole reposo y tranquilidad. Así que con las mismas se quedó en la cama los días siguientes, y aunque se le hizo algo pesado, la visita de unos pocos de sus compañeros a lo largo de la semana mejoró su humor.

El jueves todo cambió.

- Alfred cariño, ha venido Arthur a verte - gritó su madre desde la planta baja.

After Game (UsUk) [Hetalia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora