No sé cuantas veces me habrá dejado ya mi madre solo por trabajo.
Y siempre pasa lo mismo: Se va, cierra la puerta, se encienden las luces y empiezo a oir una cancion:
Ven, no estás solo. Ven.
Repetidamente.
Tengo miedo de contarselo a alguien, pensarán que estoy loco. Y, sinceramente, yo también lo pienso.
Lo peor de todo es que cada día la canción se oye más fuerte que el anterior. Hasta el día que lo oiga dentro de mi. Tengo miedo de que llegue.