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parte única.

Le temblaban las piernas. Tanto que pensó, por un momento, que iba a desmayarse. Escuchaba los susurros y murmullos de las personas que se encontraban sentadas en sus asientos, detrás de aquel gran telón azul y sintió unas leves gotas de sudor frío en el cuello.

Decir que no estaba nervioso era un eufemismo. Realmente Taehyung se sentía confiado, había estudiado cada partitura, cada nota. Había memorizado las veces que tenía que tocar cada tecla blanca y cada tecla negra. En el tema práctica, no tenía dudas.

El problema se hallaba en las miradas que iban a contemplarlo, a exigirle, a presionarlo para que todo saliera como ellos esperaban. Y eso era lo que temía, cometer una equivocación por culpa de los demás y de no ser suficiente para sus espectadores. Las butacas eran ocupadas por padres de sus compañeros, maestros y algún que otro cazador de talentos escondido en el fondo del espacioso salón. El castaño quería complacerlos, porque amaba transmitir algo con su música y la melodía del piano. Rogaba por centrarse en disfrutar él también de algo que había estado esperando.

Jimin abrió un poco el telón, pasando por un pequeño costado y recorriendo algunos pasos hasta llegar con él. Su amigo era un gran bailarín, de esos que te atrapan de tal manera que todos sus movimientos quedan grabados en tu cabeza. Y poder contemplarlo, para algunos, era arte.

-Como digo todos los años, se siente tan bien salir ahí.- suspiró el pequeño. -Pensaba que no les gustaría hasta que se pararon y aplaudieron, todavía tengo piel de pollo.- río y se apoyó en el hombro de Tae. -¿Tú tranquilo, si? Estás muy tenso. Te saldrá genial, no tengo la menor duda de eso.- y el consolado soltó mucho aire que acumulaba. Asintió abrazando un poco a mejor amigo y le sonrió de manera suave, sin mostrar sus dientes.

Se acomodó la camisa, acarició su corbata y espero a escuchar su nombre. La intranquilidad le paralizaba los dedos, así que los masajeó unos segundos, calmándose y reproduciendo en su cabeza la pieza que iba a presentar esa noche.

Más o menos, cada año, todas las presentaciones de su clase de música avanzada en la escuela, lo hacían sentir de la misma manera. Se puede asegurar que es un chico, dentro de todo, apacible y sereno. Pero las multitudes seguían poniéndolo nervioso e impaciente. "Y así quieres ser un músico importante" se regañó mentalmente.

-Ahora, Kim Taehyung, deleitándonos con una pieza originalmente escrita por él. -escuchó el castaño por los altavoces. Comenzó a temblar otra vez, pero con paso lento y pausado, emprendió el camino hasta el decorativo piano que yacía en el medio del escenario. Tronó sus dedos, se acomodó de una manera cómoda y posó suavemente sus manos sobre las teclas, como si de porcelana se tratase.

Cuando tocó la última nota, supo que lo dió todo y estaba inmensamente orgulloso. No puede negar que tiene una gran conexión con la música, es algo que lo acompaña desde que su madre cantaba para él cuando estaba por llegar al mundo.

Agradeció los aplausos con una reverencia y una sonrisa gigante, pues estaba muy feliz y contento, ya los nervios no habitaban en su ser y eso lo tranquilizaba. Al ir tras el escenario, fue recibido por un Jimin cubierto en lágrimas y colgado ya de su cuerpo, abrazándolo tan fuerte que pensó perdería el aire.

-¡Eso fue realmente increíble, mira hasta como estoy! No dejé de llorar desde las primeras notas, te odio un poco. -expresó el pelirosa. Taehyung le devolvió el abrazo y le dedico una mirada de gratitud, pues su amigo siempre estaba ahí para animarlo, con una sonrisa o con chistes muy malos. Como solamente querían estar ahí por el otro, al no esperar a nadie más, fueron a sentarse a las butacas, con sus demás compañeros. Quedaban dos o tres chicos para presentarse y después irían a festejar, obviamente todos menos el castaño, ya que no le agradaba mucho salir a beber o a discotecas. Prefería quedarse en casa. Además era invierno, ¿quién desperdicia la oportunidad de mirar películas y tomar un buen té caliente?