Capítulo 2

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Es absolutamente necesario suicidarse de vez en cuando.
Huir de uno mismo, perderse, levitar,ayunar, sentir él cuerpo vacío,agotado,dolorido.
Mudar la piel, beber, vomitar,tocar fondo, follar con desesperación y luego no recordar nada.
Estar ausente de todo.
Para después,aferrarse a la vida. reencontrarse. Vestir colores pastel, andar a paso ligero y sonreír a los vecinos cuando te saludan en la escalera.
-¿Qué tal estás preciosa?-
- Jodidamente bien, gracias -

Ana Elena Pena

Mientras yo leía,oía a mi madre desde la cocina prepararme la comida, él ruido de las ollas caer al piso me decía que estaba nerviosa. Me dijo que me sentara, que estuviera cómoda mientras ella me preparaba alguna comida que "haga bailar mi estómago".
Tengo él número de Leymara porqué me lo dio mientras salia de la escuela, todavía tengo su expresión de preocupación en mi cabeza, de no ser porque recién hoy la conocí diría que nunca antes había puesto una cara como esa. Odio preocupar a las personas de esta manera.

-Listo, él horno no colaboraba mucho así que siento esos bordes quemados amor.- mi madre puso los tostados sobre la mesa y se sentó junto a mi.

-No esta tan mal- Sonreí- tengo mucha hambre, apenas pude comer hoy en la escuela.-
Y la expresión de mi madre cambia completamente otra vez.

- Oriana, ¿estas segura de que estas bien?-
Y es que si, eso fue lo que le dije a mi madre para que no me llevara a rastras al médico. Desdé él accidente de mi padre, sufro estos ataques. Antes eran casi siempre, después cada un año y hace tiempo que no pasan, pero parece que volvieron.

Es otro día y otro en él que tengo que ir a la escuela, ¿les conté que la odio? Me dispongo a entrar por la puerta de atrás, donde casi no hay nadie y no puedo cruzarme con ninguna pareja o con ningún idiota que tenga que hacer preguntas sobre que paso ayer en el bufete.
voy a tomar él picaporte para girarlo y que linda noticia, esta cerrada. Maldigo en lo bajo y le doy una patada a la puerta, que linda suerte Oriana me repito.

-Si con patadas se pudieran abrir solamente,las llaves no tendrían ningún sentido ¿no?- Dice una voz gruesa detrás de mi.
Me giro y veo a un chico mucho mas alto que yo, de campera negra y él pelo peor cuidado que él mio, enserio.

-¿y donde se supone que este la llave?-

- de seguro la tiene un chico de por aquí muy apuesto - y cuando yo creía que no me iba a caer peor.
Lleva una de sus manos hacia su bolsillo izquierdo y saca una llave, porque tiene que tenerla él, porque tiene que fastidiarme mi día, porque no solamente me abre y se va.

- ¿Qué mas esperas?- le digo con un tono mas alto. No siempre habló así con los chicos, bueno, casi nunca hablo con uno, no creí que fueran tan fastidiosos.
Él me sonríe y se acerca hacia mi, la luz ya no le da y es cuando me doy cuenta de que tiene ojos claros.

- Voy a abrir, pero solo porque me vengo escapando de mi novia.- Dice mientras coloca la llave en la cerradura. -agradece que también te salve a vos. - me mira y sonríe divertido- digo, no va a ser muy lindo contestar un interrogatorio sobre que paso ayer-
Abro los ojos y me propongo a responder, pero antes de que lo haga él cruza la puerta y me toma del brazo para que entre. Cierra con llave otra vez la puerta y se va sin decir nada, no pienso seguirlo. Sería mucho mejor si ya no me lo cruzara.

-¡Oriana!- me grita Leymara mientras se acerca corriendo hacia mi.
Parece que la estrategia de la puerta trasera no funciono como yo esperaba.

-¿Como estas?- me pregunta mientras caminamos hacia él patio.

-Bien, gracias. Te iba a decir pero estuve durmiendo casi todo él día y se me paso.- le respondí.

Ella arqueó la ceja - Que no vuelva a pasar, de verdad estaba preocupada.
Sonreí y asentí. Este sentimiento, esta calidez, creo que estoy feliz de tener una amiga. Ojalá Leymara pueda perdonarme en los momentos en los que ya no estoy en mi.

Otra vez en clase de biología, sentada detrás de todo, con Leymara. Otra vez prefiero ser un árbol antes de estudiar sobre células y virus. Observo a mi profesora, pelo corto, lleno de rulos, suéter de lana, botas de cuero y lo más importante. Ni yo le caigo bien a ella, ni ella a mi.
Mi cuaderno esta abierto, pero no escribí ni una palabra. Entonces recuerdo que él psicológico me pidió un detalle de lo que sentía, no es muy tentador, pero tampoco las células.

Me siento asfixiada. Sin donde ir, sin donde caer, me siento sola y desprotegida.
Siento que mis manos tiemblan, mis piernas y brazos se duermen. Mi mente me juega malas pasadas y recuerdo, aquél accidente. Veo él vidrio partirse y como los pedazos caen sobre mi. Veo él parabrisas incrustarse en la ventana de mi lado. Y veo más, como si estuviera en mi cabeza, tan claro como él cristal.
Tengo tanto miedo, mis ataques volvieron y nunca supe como controlarlos ¿que va a pasar ahora?.

Miro la hoja, tiene que ser suficiente. Mientras leo cada linea escuchó él timbre sonar. Todos se levantan y guardan sus cosas, arranco la nota y la dobló dejándola sobre él cuaderno. No pienso salir.
- vamos.- me tira del brazo Leymara, parece que hoy todos la tienen con mi brazo.
Me levantó rendida y cierro él cuaderno dejando la nota.

-¿Estas contenta en Buenos Aires?- me pregunta Leymara.

-Bueno, es una ciudad hermosa. Y la gente es muy cálida-

-Obviamente, además no te dejaría ir.- me abraza para luego salir corriendo a tomar una mesa. Realmente se encariñó conmigo, mientras me dirigí hacia ella, mi vista se poza en un chico que esta dos mesas antes,no dejo de observarlo, por alguna razón sus facciones delicadas y su sonrisa despiertan mi curiosidad.

-¿A quién miras? -me dice Leymara con un tono ¿pícaro?. No me había dado ni cuenta de que ya había llegado a la mesa. Me siento y trato de concentrarme en la comida, pero él impulso me gana y busco a ese chico.

-¿Es Iara a quién miras?- no la entiendo y niego con la cabeza.

-Ese chico que esta sentado con esas tres chicas- intento ubicarla y la veo sonreír.
- Pasa, que es una chica.-
Me quedo meditando unos segundos lo que acaba de decirme y suspiro.
- Creo que tiene mas sentido - le respondo para después soltar una carcajada. Y ella me acompaña, ambas reímos.
Él recreo casi termina y todo esta bien, me siento feliz. Leymara y yo reímos por casi todo, descubrí que es más torpe que yo. Imaginen mi sorpresa. Pero nada de eso dura mucho cuando veo a él mismo chico que hoy me abrió la puerta acercarse.

-Y como es que se encuentran niñas - Dice con él peor tono de burla que antes escuche.

- Bien Elian - Escucho que dice feliz cierta chica que esta junto a mi, la miro y esta sonriendo atontada.

- Vos si, creo que alguien que conozco no va a poder decir lo mismo. - dice mientras levanta un papel en su mano.
Lo miro sin interés y él se sonríe mas, toma la hoja entre las dos manos y empieza a leer.

Mis manos tiemblan, mis piernas y brazos se duermen. Mi mente me juega malas pasadas. Y recuerdo...

Mi cuerpo se paraliza, abro los ojos y lo miro furiosa. Este idiota tiene mi carta.

Perfectos desconocidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora