El Príncipe de Cristal Capitulo 5.

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Se separó de él y negó varias veces ante ello.

―No te odio Arthur... jamás podría odiarte, ¿por qué lo dices?

―Porque... por nada, solo olvídalo.

Frunció las cejas y después le sonrió con su hermosa sonrisa destellante.

―Entonces... te gustaría... ¿salir conmigo a pasear por ahí?

Abrió los ojos como platos ante su invitación, pero después de meditarlo asintió.

―Me gustaría.

― ¿Enserio? Genial, entonces, terminando el turno vendré por ti.

Asintió con una leve sonrisa y se despidió del americano. No cabía en su felicidad, estaba seguro que saltaría de la emoción e incluso bailaría, rodaría por el suelo, de todo.

Más tarde, cerca de las 6:35 p.m., tal como menciono el oji zafiro, paso por su oficina y salieron después de que todos se fueron a casa, recibió un mensaje de Lukas deseándole suerte.
Fueron en el auto de Alfred, conversaron, rieron e incluso comieron en un pequeño restaurante, después se encaminaron a cierto lugar que el menor quería mostrarle.

Bajaron del auto cerca de un parque, el lugar estaba muy bien cuidado al parecer del inglés; le gustaba demasiado, mas no conto con que el americano le llevara a un lago, era precioso a la vista.
Agua cristalina, tan pura que inclusive podías observar los peces nadando en ella, avecillas cantando al ritmo de una misma sinfonía, la melodía era dulce y agradable, relajante al oído, volaban en conjunto y se posaban en los arboles dejando a la vista todo su esplendor. Había demasiados arboles tanto grandes como pequeños, un campo de flores de diversos tipos y colores, algunas en tonos oscuros o claros. Era un hermoso lugar, parecía como un lugar encantado o una postal tomada por un fotógrafo profesional.

De alguna forma, le recordaba a su hogar.

El rubio de cabellos dorados le tomo de la mano para llevarle a caminar por la orilla del lago, le mostraba cada rincón con detalle.
Arthur estaba fascinado con tanta belleza, después de juguetear por ahí con el menor solo se sentaron cercas del lago mientras lanzaban pequeñas rocas redondas al agua.

Solía venir aquí con mis padres antes de que ellos se separan y que mi padre falleciera. – Dijo Alfred con un deje ligero de melancolía –

Arthur curvo sus cejas un poco para mirarle con tristeza y abrazarlo, acariciando su cabello con ternura. Lo cual sonrojo al joven, este sonrió dejándolo mimarlo, lo abrazo con fuerza y recargo su cabeza en su hombro.

―Puedes contarme de ello si lo deseas...

El joven americano asintió.

―Cuando era niño mis padres se amaban, siempre estaban juntos, de buen humor... eran demasiado perfectos juntos... se complementaban bien. Todo comenzó por una pelea, mi madre nunca tuvo la oportunidad de ser libre sin que mis tíos y abuelos le juzgaran por cada cosa que hacía. Mi madre cansada de tanto desprecio por parte de ellos, solo se fue de la casa junto a mi hermano Matthew; mi gemelo, actualmente viven en Canadá.

Kirkland guardo silencio pero igual asentía para que supiera que le escuchaba.

―Yo me quede a lado de mi padre y Matt de mi madre, de vez en cuando, nos visitaban ya que mi papa deseaba ver a mi hermano. Un día... papá regresaba del trabajo, cuando un conductor que no le vio, choco con el auto y ambos... fallecieron... Ese día perdí a mi padre, por culpa de un descuido de alguien más... Mamá me pidió que fuera con ella, pero me rehusé a irme. Continúe con mis estudios, al recibirme mama vino a la ceremonia con la esperanza de llevarme con ella pero volví a rechazar la oferta. Ella viene a verme de vez en cuando.
Mi padre era dueño de una compañía pero le estafaron y quedo en bancarrota, por lo cual mamá se fue a trabajar, una de las razones por las cuales discutían era por eso.

Alzo la mirada con esperanza de que el inglés no se hubiera incomodado, más se llevó una gran sorpresa al ver al oji esmaralda casi al borde de las lágrimas, Alfred lo abrazo y acaricio su espalda y cabellos.

― ¿Porque esa carita tan afligida?

―Me hiciste recordar a mi madre, eso es todo...

―Lo lamento no era mi intención.

―No es tu culpa –Tenia una suave sonrisa en sus labios con sus ojos aun tristes – Tu no lo sabias, aun asi... me recordaste los buenos tiempos.

―Puedes contarme sobre ti... lo que desees...

―No lo sé... prefiero contarte algo más...

― ¿Has tenido pareja alguna vez?

Pregunto el menor mostrando poco interés, pero en realidad estaba celoso por dentro.

―Si... hace unos años... dos para ser exactos.

―Arthur... ¿Sucedió algo malo?

El rostro de dolor de Arthur le hizo sentir muy mal.

―Era un príncipe, planeábamos contraer matrimonio, pero él me fue infiel... ¿Sabes? Yo estaba perdidamente enamorado de él, pero mi propio amor me cegó, dejando caer el dulce fruto de nuestro amor al abismo de oscuridad eterna.
Lo que me alegra es... que estuve a punto de unirme a él, en todos los aspectos pero... El justo universo le impidió lograr su cometido ya que le descubrí con una sirvienta en la cama, ese hombre al que creí amar es la persona más repudiada por mí en estos momentos, me engañaba todo el tiempo, con cualquier persona que se le cruzase en su camino.

Arthur lloraba, no se dio cuenta de su propio llanto hasta que Alfred le acaricio el rostro con sus pulgares limpiando esas finas lágrimas.

El tiempo era eterno en esos momentos para ellos, sus miradas se cruzaron y ninguna de estas cedió ante la otra.
Perdieron la noción mientras acercaban lentamente sus rostros y sellaron sus labios en un dulce y tierno beso, muy suave pero aun así un beso.
El contacto no duro demasiado por lo cual al recobrar el sentido se sonrojaron por sus acciones, no habría vuelta atrás por lo cual Arthur le tomo del rostro para unir sus labios de nuevo, Alfred lo acepto gustoso, el sabor de los labios del inglés era demasiado dulce, sentía un cosquilleo en los labios al besarse, rodeo con uno de sus brazos la cintura ajena y con su mano libre presionaba la nuca del inglés para así profundizar el contacto.
Compartían pequeños roces de labios fugaces entre ellos, comenzarían lentamente, no deseaban arrepentirse después de ello.

Alfred separo a Arthur y le miro a los ojos con una enorme sonrisa impregnada en sus labios.
―Arthur Kirkland, ¿Te gustaría ser mi pareja?

No titubeó ningún segundo solo se abalanzo a él para besarle nuevamente. Un brillo inocente tintineaba en sus ojos, su sonrisa era genuina e incluso acentuada.

―Estaría encantado de serlo.

Unieron sus labios para después seguir hablando sobre sus vidas y lo que habían pasado hasta ahora. Solo que Arthur no le confeso aun su secreto.



Pasaron los días y con ello su creciente relación se daba a conocer cada vez con mayor intensidad para los demás. Algunas veces, Lukas se encargaba del trabajo para que Arthur disfrutara de sus momentos a solas con su amado novio.

Arthur le agradecía dándole días libres o aumentando su sueldo.

Kiku les espiaba para tomar fotos mientras ambos se besaban.

Muy pacíficos esos momentos.











――――――――――――――――――――――――――――――――――Fin del capitulo.


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