Capítulo 1

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Hacía una semana que había empezado el curso de segundo de bachillerato, y como cada mañana, me subí al mismo viejo autobús con asientos cubiertos de una tela roja y sucia que me llevaba al instituto. Me senté en el asiento que me había apropiado, al lado del pasillo. Me puse los auriculares y encendí la música de mi teléfono. En el bus estaban las mismas personas de cada día. Seguían su aburrida rutina, al igual que yo.

Antes de que las puertas chirriantes se pudieran cerrar, vía a entrar alguien que me llamó la atención. Al levantar la mirada, ví a un chico alto, que debería tener más o menos mi edad. Tenía el pelo un poco largo y rizado, llevaba una sudadera de color gris con unos pantalones pitillo de color negro. Empezó a andar lentamente buscando un sitio con la mirada.

El bus se puso en marcha y el golpe de gas que dió el conductor me hizo dar cuenta de que lo estaba intimidando. Rápidamente bajé la mirada a mi teléfono móvil para disimular. Por el rabillo del ojo pude ver como ese chico se había sentado al otro lado del pasillo, casi a mi lado. Aunque suene raro, yo, en mis diecisiete años no es que hablara mucho con los chicos. Pero había una excepción, Marco, mi mejor amigo. Era muy abierto con la gente y siempre dispuesto a ayudar a los demás. Al llegar al batxillerato nos distanciamos un poco. Pero solo en las horas de clase, porque éramos vecinos y eso ayudaba. Yo, al contrario que Maro, era más bien reservada y tímida. Y esa faceta de mi era la que odiaba más.

Mi mirada repasó al extraño de mi lado sin piedad, pero yo no me dí cuenta.

- Me llamo Bruno.- Dijo él - ¿Y tu? - Al oír esas palabras me quede helada. Lo había intimidado sin escrúpulos. Después de reaccionar me di cuenta de que me había tendido la mano para saludarme.

- Aura. - Mi voz sonó estupida. Tartamudee tanto que parecía que no me sabía mi propio nombre. Le tendí la mano con timidez y desconfianza, al tocarnos noté su mano fría, más bien helada. Y sin decir nada más, retiré la mano y volví la mirada a mi teléfono.

- Sabes, las chicas de mi universidad se derretirían si les dirigiera una sola palabra. Eres una privilegiada. - Otra vez me estaba hablando. No sabía qué responder. ¿Me estaba diciendo que era el más popular de la universidad? Me limité a sonreírle.

- Me caes bien. A partir de ahora serás mi compi de autobús. - dijo él sin dejar de mirarme. Ahora era él quien no paraba de intimidar. Intenté esquivar su mirada y me di cuenta de que estábamos apunto de llegar a mi Instituto.

- Es mi parada. - Anuncié.

- A, sí, la mía también. - Se puso la mochila, y empezó a andar hacia la puerta de salida. Cuando salí del autocar, ahí estaba, frente a la puerta. Me miraba como si la situación le hiciese gracia, y sin borrar esa sonrisa de chico perfecto me dijo:

- Nos vemos mañana compi de autobús. - Se dió media vuelta y se fué.

Empezó a andar confiado de sí mismo, sin vergüenza. Un grupo de chicos lo saludó con un mote sin sentido. Y al darse la vuelta se encontró con el grupo de Martina Soler, al que dedicó una sonrisa.

Martina Soler era la chica más popular de mi instituto. Todos los chicos estaban rendidos a sus pies. Ella era igual que todas sus amigas. Con el pelo liso, unos tejanos de pitillo y una camiseta blanca. Cuando perdieron a Bruno de vista, una de las chicas me señaló y cuchicheó unas palabras a la oreja de Martina Soler, y automáticamente todas me repasaron de arriba abajo con cara de asco.

Kate, se acercaba a mí con paso decidido. Llevaba una trenza que le recogía su larga cabellera pelirroja.

- ¿Por qué el grupillo de Martina la boba te está intimidando? - Preguntó.

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