Cap.13

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''Confía, sonríe & Disfruta, que la vida solo se vive una vez.'' Parte III


Sintió su corazón latir fuerte. No lo pensó, solo quería besarlo. ¿Un impulso? Tal vez, pero el mejor de todos. Presionó su cuerpo contra el de ella mientras hundió su calidez en su boca. Probó cada rincón de sus labios y se deleitó con su sabor. Un poderoso calor y nuevas sensaciones la inundaron y la obligaron a rodearlo por el cuello. Sus cuerpos se juntaron más mientras él la aclamaba con su boca, entrelazaba sus lenguas y la hacía perderse en un huracán de placer. El deseo se reflejó en ese choque y en el sonido de sus bocas al compás. El llamado por la radio hizo separarlos, lentamente. Sus pechos subían y bajaban y sus corazones palpitaban a mil por segundo. Había sido tan inesperado, tan extraño, pero al mismo tiempo tan apasionado, tan nuevo, tan exquisito.
— ¿Hay respuestas? —preguntó Jay al tomar la radio.
—Pueden aterrizar, solo debes dejar que los calentadores se enfríen. Unos amigos te estarán esperando en la zona.

Dio un suspiro de alivio: —Perfecto.
Jay dejó la radio en su lugar. Apagó los calentadores, como Frederick le mostró. En unos minutos ya se encontraban con la ayuda del personal que los esperaba. Ayudaron a bajar a _____, quien lucía menos nerviosa y alterada. Jay dio las gracias, entrelazó su mano con la de ____ y salieron lo más rápido que pudieron de ahí. Tenían todavía trabajo, limpiar a los caballos. El tanque ya estaba lleno.
—¿Es seguro que cuando los toque no me patearan?
—Totalmente seguro—respondió Jay, convencido—. No eres la única que ha hecho esto, los caballos no te harán algo a menos que los golpees o le tires de la cola.
—Puedo asegurarte que será lo último que quiera hacer.
Caminó cargando dos cubetas, una con agua y otra con jabón. Entró a un corral, había un caballo blanco, brillaba y su pelo era dorado como el Sol. Sonrió. El animal era hermoso. Empezó a brindarle leves caricias en el lomo.

—Es hermoso—Susurró casi inaudible.

—Su nombre es Flicka—dijo Jay, recargado en la reja del corral. Admiró algunos segundos la escena de ella y su yegua. Se alegró por la admiración que ella reflejaba en su mirada. Su abuelo, le había regalado la yegua desde que era un bebé. Jay con doce años de edad, ya se veía involucrado en el campo. Cuando la madre de Flicka murió, se vio obligado a amamantarla con biberones y leche especial. Un excelente trabajo.
—En ese caso, es hermosa—se corrigió instintivamente. Él sonrió casi imperceptiblemente.
—Como tú— Dijo por lo bajo él—. Encárgate de ella, yo iré con el otro. Se llevarán bien.
Al cabo de unas horas, se encontraban aseándose ellos mismos. Terminaron bañados con aguas sucias gracias a los caballos. Jay la invitó a pasar a la hacienda, ofreciéndole toallas para que se secara y no pescara un refriado. Las siete de la noche se acercaba, debían partir a Malibú si no querían regresar demasiado tarde.
—Es hora de irnos—avisó él. Sus cabellos castaños lucían locos, todos despeinados y hacia arriba le hacía tener un look sexy y atrevido.
—vamos.

— ¿cómo es que sabes mucho de esto?
— ¿Sobre qué? —preguntó él sin despegar la mirada del camino. Iban de vuelta a casa. El cielo aun no llegaba a su punto de oscuridad máximo.
—Sobre los caballos. ¿Eres de Corea, no?
El mostró su dentadura y asintió.
— ¿A qué te dedicas diariamente? —cuestionó, se sintió atrevida al formular aquella pregunta pero tenía curiosidad. Además, aquel beso le daba ciertos privilegios.
— ¿Por qué lo quieres saber?
—No lo sé, solo curiosidad— respondió con voz dulce. Él sonrió frustrado. Frunció las cejas y lamió sus labios—. Si no quieres decirme, lo entiendo.
—Como la gente de mi edad, estudio la universidad.
Ella se encogió de hombros en su lugar— yo estoy en último año de prepa. ¿Qué carreras estudias?
—Mi sueño era ser cajero en McDonald, pero se destruyó cuando mi papá me obligo a estudiar Administración— Fingió pena y tristeza en sus palabras. Ella volvió a reír, Jay tenía tanta ingeniosidad para decir graciosadas. Rebuscó en la guantera, había unos simples discos de música clásica. No de su agrado. Al fin encontró una de Michael, lo colocó en el estéreo y subió volumen.
—Debiste luchar por tus sueños— replicó ella en una broma. Jay le mostró sus dientes blancos en una sonrisa negando, divertidamente.
Sus risas inundaron todo el auto en el camino, siempre en un tema él tenía que decir algo estúpido que la hiciera reír. Sobre el beso no volvieron a hablar, sobre su declaración antes de morir tampoco. Lo gracioso de todo esto es que actuaban como si nada hubiese pasado. No querían o no recordaban pero en su subconsciente merodeaba ese tema. Tenían que hablar sobre ello, mierda.
—Qué extraño—susurró Jay. _____ volteó a verlo.

— ¿Qué cosa? —Preguntó ella.
—Son más de las seis y Christian quedó en llamarme.
— ¿El señor Han?
El negó: — Christian Lau, un amigo de Corea. Me dijo que vendría a Malibú, ya sabes, para joderme la existencia.
—¿Crees que le haya pasado algo?
—No, él sabe cómo cuidarse solito. Parece un niño de Diez años por su estatura pero increíblemente tiene dieciséis.
—Le haces Bullying a tus amigos, Jay—Comentó entre risas —. ¿Quieres que le llame a algún número?
—Sí, mi celular está en la maleta que está en tus pies—señaló hacia debajo de ella, con la mirada—. Está en contactos, lo tengo como Enano.
Abrió la mochila amarilla de Jay, buscó en los bolsillos de adelante y sacó el IPhone de él. Como le dijo, buscó en contactos 'enano' y llamó.
—¿Jay? —respondieron a la llamada, ella puso el celular en Altavoz para que Jay pudiera escuchar mejor.
—Christian, pedazo de Gilipollas , dijiste que me llamarías... tenía planeado ya comprar flores para tu funeral.
—¡Me he quedado sin Saldo! —Exclamó con desesperación. Se escuchó un suspiro por parte de él—. ¿Me harías el favor de venir a buscarme al aeropuerto? Una mujer de unos cincuenta años, ¡Me viola con la mirada! Amigo, por favor.
_____ no pudo evitar soltar una risita que delató su presencia.
— ¿Estás con alguien?
Jay sonrió: —Sí. En unos minutos pasaré por ti. No desesperes.
— ¡No me cuelgues, tarado! —Lo detuvo—Quédate hablando conmigo, me siento solito—susurró dramáticamente.
—Me da más risa que tú, Jay—confesó riendo. ¿Acaso todos los amigos de Jay eran como él? Se haría pipi si seguían con esa conversación.
— ¿¡Es una chica?! —Quiso saber Christian—. o ¿un travesti con voz aguda?
—Soy una mujer, te lo aseguro— respondió ella.
—Adiós Christian, te veo en un momento —terminó la llamada él. Presentía lo que vendría. Un cuestionario mega grande por parte del puto enano. A sus últimas citas, lo que eran Gray y él siempre arruinaban todo. O se comían la comida que preparaba o lo iban a molestar en el restaurante. Todo un caso.
—¿Qué? —Preguntó ella, pues él no dejaba de sonreírle —Pon atención al camino.
—Eres un mandona, muy guapa.

— ¡No hagas trampa! —pidió ella. Llevaban jugando guerra de pulgares durante diez minutos. Habían llegado al aeropuerto, pero por una pierna de pollo un perro de seguridad ladró al detectar el olor en una bolsa de Christian. Lo habían llevado a revisión de equipaje.
—No hago trampa —replicó él en una carcajada—, tú eres una mala perdedora—. Acusó. El asiento de la camioneta de Jay era de una hilera lo cual les facilitaba estar cerca del uno al otro. Jay cruzó una pierna dejando una en el suelo, _____ cruzó sus piernas como un indio.
—Revancha, estoy segura que ganaré— Advirtió ____.
—No lo creo— dijo él—. También ganaré en esto de lo que haré ahora— Susurró él, acercándose por completo a ella. La distancia que los separaba era mínima.
—¿Hacer qué?— Preguntó, nerviosa.
—Besarte— Respondió él. Ella se hizo para atrás, inconscientemente. Pero Jay la atrajo a su cuerpo, tomándola por la cintura. La observó unos instantes, directo a los labios. Jay la tomó del rostro y la besó de nuevo. Una vez más. Uniendo su aliento con el de ella. La atrapó en un perfecto choque de labios. Empezó a mover su boca a los costados, logrando abrir más espacio en su boca. Metió su lengua, para que ella lo sintiera. Para que sintiera el exquisito placer de besarlo. Y ella... le correspondió de nuevo. Entrelazó su aliento con el de Jay. Sus labios. Su lengua. Su calidez. Todo su contorno. Él la apretó de la cintura, pegándola más a él. Ambos sintieron sus respiraciones agitadas chocar en medio de ellos. Ella lo rodeó del cuello, para profundizar ese beso. Jay empezó a inclinarse hacia el frente, obligándola a hacerlo también. Llegó hasta la puerta de la camioneta. Gimió. La pegó bruscamente ahí. Y no se detenían, ahora ella estaba completamente acorralada ante él. No podría soltarse. Jay empezó a vagar sus manos por las piernas de ella, acariciándola con suavidad. ____ se aferró a su espalda, apretándolo hacia ella. Jay bajó su boca lentamente hacia su cuello, para besárselo y comérselo. Dios, esto se estaba saliendo de control. Jay pasó sus manos hasta el trasero de ella, en un movimiento veloz, ella se encontró a horcadas de él, lo que hizo que ella pudiera sentir la erección de él.
Gimió de nuevo.
— ¡ESTO ES MEJOR QUE UNA PELICULA PORNO DE LAS QUE JAY TIENE BAJO SU CAMA!
Jay reconoció la voz al instante que se separaron, velozmente. Sus respiraciones eran agitadas. Sus corazones latieron rápido y lo peor de todo... estaban realmente excitados.  

A reason to smile -Jay Park y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora