Mi hermana tenía que dormir sí o sí con la luz prendida. Si se la apagabas, al rato solía despertarse gritando y prendía el velador. Decía que veía sombras al lado de la cama en sus pesadillas. Incluso a veces comenzaba a despertarse a mitad de la noche y las veía. Se asustaba, pero no las consideraba más que sueños. Nadie le dio importancia en la familia. Pensamos que no eran más que fantasías producidas por su miedo a la oscuridad. Pasaron los años y las sombras desaparecieron. Cuando se mudó al departamento donde vivo ahora, volvió a tener sueños raros. En realidad, empezó a ver cosas en ese estado intermedio entre el sueño y la vigilia. La vez más llamativa fue cuando percibió una especie de gas u oscilación en el aire en una esquina del cuarto. Estaba en la cama con el cuerpo paralizado, pero podía verlo todo como si estuviera despierta. Sin embargo sentía una atmósfera peculiar. Mi cuñado dormía a su lado, ajeno a todo. Extrañada, siguió observando esa perturbación en el aire. La nube flotó, se posó sobre su marido y luego se ubicó sobre mi hermana. Ella jura que la nube formó un rostro que la miró. Luego se desplazó hacia el costado de la cama y comenzó a tomar una forma humanoide, oscura, que se cernía sobre ella. Valeria quería gritar, pero no podía. Pidió ayuda y en la puerta del cuarto, que estaba abierta, vio a un ser de luz, vestido de blanco, de pelo y barba claros, que sostenía una especie de cayado brillante. La sombra desapareció. Y nunca más volvió a ver otra. Mi hermana me contó todo esto como un sueño muy extraño y no le dimos más importancia.
Unos años después, me mudé a ese departamento. Nueva cama, nuevos muebles, en la misma posición que los tenía mi hermana. Sólo había vuelto a tener experiencias de percepción extrasensorial como la que tuve aquella vez en casa de mis viejos un par de veces más, pero nunca fue algo que pudiera controlar o buscar hacer, por lo que lo había olvidado por completo. Me desperté a mitad de la noche. El día anterior había sido complicado y me había acostado tensionado. El cuarto se veía igual que siempre, pero ¿por qué sentía algo raro? Podía percibir los sonidos y otras vibraciones de manera distinta, como cuando uno está debajo del agua. Lo vi en un rincón del cuarto. Se parecía a esas ondas que hace el gas en el aire cuando giramos la perilla del horno y todavía no acercamos el fósforo para prender la hornalla. ¿Qué estaba pasando? ¿Había alguna pérdida? De pronto la nube se movió hacia mí, muy despacio. Sentí un sonido parecido al de una respiración. Quise levantarme de la cama. ¡No podía moverme! En seguida, recordé un símbolo de Reiki y me concentré en él. La nube desapareció y terminé de despertar. Podía moverme, volvía a ver el mismo el cuarto, pero mis sentidos eran otros. Como los de todos los días. Ese día llamé a mi hermana para contárselo y recordó aquel episodio que había tenido. La presencia o energía que yo había visto había aparecido en el mismo rincón del cuarto donde ella la notó por primera vez. Lo dejé pasar y con los meses llegué a pensar que había sido un sueño, ignorando las extrañas coincidencias con el relato de mi hermana.
El episodio siguiente fue peor. Otra vez sin estar del todo despierto, otra vez con esos nuevos sentidos. Otra noche en la que me había acostado estresado. Esta vez la nube de energía apareció a mi lado, aunque a unos metros, y en forma humanoide. Aunque no podía verle los ojos sabía que me estaba observando. Y volví a sentir esa respiración pesada, que no succionaba no el aire, sino la energía. Quise echarla, pero el símbolo de Reiki no venía a mi cabeza, ni siquiera podía orar. Tampoco podía despertarme y estaba paralizado. Desesperado, dije lo primero que me vino a la cabeza: "¡Cristo!".
La sombra desapareció en seguida y pude despertarme. No supe qué pensar en ese momento. Al tiempo busqué información en Internet sobre el tema y encontré las experiencias de otros que se cruzaron con lo que llamaron la Gente Sombra. En esos testimonios conjeturan que estos seres, que tal vez son de otro universo o dimensión, se alimentan del miedo y otras energías negativas. Por eso no hay que temerles ni echarlos con odio, sino invocar a algo superior. Una oración, por ejemplo. Reflexioné bastante porque yo no creo en Jesús ni en la Iglesia, tampoco me interesa formar parte de instituciones corruptas que en mi opinión manipulan a la gente. Después de leer algunas cosas, llegué a la conclusión de que hay algo más. Una energía protectora. La puedo haber llamado Cristo en aquel momento, algunos le dirán Ganesha o simplemente Dios. Creo que esa energía no juzga y viene al rescate cuando se la invoca, no importa a partir qué religión o creencia. Desde aquel día dejé de ver a las sombras y ahora creo que somos más que un simple cuerpo.
Estas vivencias me inspiraron algunas de las historias de Cuentos del Multiverso (otro de mis libros publicado en Wattpad): El Precio y Calaveras.
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Fantasmas familiares y otras experiencias paranormales
RandomEs de noche, hace frío y estás solo. Escuchas un susurro y giras, pero no hay nada. El gato viene, mira el vacío y maúlla aunque tiene comida en su plato. Lo desconocido te llama y tal vez lo mejor es ignorarlo, hacer como que no existe, porque si e...