Capítulo 3;

89 18 9
                                    


"Let's go insane together"

Tras este día tan extraño y repleto de emociones, he llegado a casa. Son las 6:30 p.m, por lo tanto tengo que darme prisa para llegar puntual a la empresa de mi padre. Me di una ducha rápida para relajarme y para asemejar todo lo que había transcurrido durante el día. Por no hablar de lo me quedaba todavía por delante.

Abrí de par en par las puertas de mi armario y escogí una falda de tubo negra y una camisa blanca básica. Agarré mi estuche de maquillaje, el cual sólo utilizaba cuando visitaba a mis padres. Siempre me he considerado una persona  bastante natural y ordinaria, a pesar de que mis padres me quieran hacer parecer algo que no soy.

Sujeto con delicadeza el delineador y comienzo a trazar una fina raya en mi párpado superior. Oculto disimuladamente mis imperfecciones con el corrector y finalmente, aplico un poco de brillo en mis labios, dándoles un poco de color para resaltarlos.

Tengo que irme ya si quiero llegar a la hora señalada, así que cojo mi bolso y mi chaqueta. Tras cerrar la puerta con llave, llamo a un taxi que no tardaría mucho en venir. En cuanto visualizo el coche negro que se detiene en frente de mi portal. No dudo un segundo en subir y arranca dirigiéndose hacia el centro de la ciudad de Londres, ya que yo vivía en una zona más apartada de la población londinense.

Después de unos pocos minutos, veo un rascacielos alzarse, cubierto por finas capas de cristal. Escrito en la cima del mismo, se encuentra el logo de la empresa junto al nombre; "Clayton enterprises". Aquel lugar donde no quería poner un pie, pero tampoco ansiaba ver más descontentos de lo normal a mis padres. Inhalé profundamente una bocanada de aire, intentando relajarme antes de pagar al conductor y bajar. Finalmente, salí la calle.

Me abrí paso entre la multitud de trabajadores que había en la entrada del edificio. Sin prestar mucha atención e intentando pasar desapercibida, subí al ascensor. La gente me miraba de reojo, sabían quien era pero siempre he sido una persona repelente y nadie querría mi presencia cerca, a no ser que estuvieran locos.

- Sus padres le están esperando desde hace un rato, señorita.- comentó la secretaria sin siquiera levantar la vista de la pantalla. Me limité a asentir y a recorrer el largo pasillo hasta llegar al departamento general, es decir, el de mi padre. Inspiro profundamente, mentalizándome para lo que venía ahora. Golpeo repetidas veces la puerta hasta que escuchó un "Adelante" fuerte y severo. Me dispuse a entrar, intentando mantener la compostura, luchando por que mis piernas dejaran de temblar.

Entro en la oficina intentando parecer segura de mí misma, pero una vez veo a mi padre, siento como todas mis fuerzas acumuladas desaparecen en un instante. Verle con el entrecejo fruncido sosteniendo un teléfono en su mano, es justo la imagen que me viene a la cabeza cuando de mi padre se trata.

- Elisabeth, siéntate.- ordenó señalando el sillón frente a su escritorio, donde pasaba gran parte de su vida.- Para empezar, sabes que no acepto que con todo lo que hemos invertido en tus carreras universitarias, no quieras emprender el negocio de tu madre y mío propio. Estás desperdiciando tus estudios en un trabajo que no te sirve de nada.- bajé la mirada avergonzada.

- P-pero ese trabajo me gusta y mi jefe es muy amable.- tartamudeé y me maldecí internamente por sonar tan estúpida. Intenté debatirlo, pero mi padre no lo iba a aceptar.

- ¿Para qué quieres un jefe cuando puedes ser el tuyo propio? Además, no se trata de lo que tú quieras, se trata de tu futuro.- sentenció burlándose de mi oficio y de mi elección.- Por otro lado, el desfile de tu madre de otoño ha perdido repentinamente una de sus modelos. Ella quiere que tú seas la sustituta para esta temporada, luego ya se vería como continúa.- añadió y a falta de palabras, asentí. ¿Para qué negarme si esta decisión está fuera de mi alcance? Como si mi padre fuera a tomar en cuenta mi opinión.- Por último, dentro de poco voy a hacer una colaboración con el jefe de una empresa muy importante. Él tiene un hijo de tu edad y he pensado que a lo mejor, nuestra situación laboral mejoraría para ambos.

- Yo no quiero salir con alguien que no conozco.- murmuré atreviéndome a mirarle a los ojos por primera vez. Arrugué la nariz confundida. Aceptaba que me obligaran a hacer de modelo o que me exigieran un trabajo más estable económicamente, pero esto sobresalía en todos los sentidos. Me estaban juntando con un hombre que no me era para nada conocido. No sabía siquiera su nombre y era la primera vez que me sentía humillada de una manera más personal por mi padre.

- Elisabeth, él es un buen chico y su padre también. Por no hablar del progreso que haremos juntando nuestras empresas.- contestó seco al ver mi expresión confusa.

- ¿Y no has pensado que a lo mejor no es necesario vender tu propia hija? Haced un acuerdo profesional y no involucréis a los hijos, que estoy segura de que no soy la única que no quiere que esto se lleve esto a cabo. - pregunté retóricamente, ganándome una mirada de desapruebo por parte suya.

- Elisabeth, no te pedí opinión sobre esto. Soy tu padre y harás lo que yo crea conveniente. Esta charla se da por finalizada.- guardé silencio y me puse en pie. Para cuando estaba saliendo por la puerta, mi padre ya estaba de nuevo al teléfono. Alcancé a escuchar una parte de la conversación: "¿Un chico que tenía una cita? No tenía ninguna cita planeada para hoy, y mucho menos para esta hora. Echadle del edificio".

Me encontré de nuevo en la entrada, pero con la diferencia de que esta vez había dos guardias de seguridad  sujetando de los antebrazos a un chico. No quise indagar en el asunto, así que como había llegado, desaparecí sin llamar la atención de nadie; salvo del chico que sostenían los guardas, aunque no llegué a ver su cara pero pude notar una pequeña familiaridad: El cosquilleo que sentí en mi columna vertebral.

~~Votad y comentad~~

U.D.F [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora