Día 4.3

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El cielo soltaba relámpagos y estruendosos truenos, caían gruesas gotas de agua que golpeaban el piso con violencia.

Él trataba de mantenerla lo más cercana a él, pero era difícil gracias al viento que soplaba y soplaba, meciendo las copas de los árboles amenazando con tirarlos al suelo.

Ella estornudaba y estornudaba, se aferraba a la realidad usando los brazos de su esposo como ancla y se reprimía siempre que su mente le exponía la opción de parar.

Él vio luces acercándose y sin más supo que era un coche. Tomó su brazo y la jaloneo hasta unos arbustos, pero antes de llegar, ella se opuso.

-Necesitamos refugio- gritó sobre los ruidos de su alrededor

-Si, pero no me arriesgaré a que nos encuentren- respondió el volviendo a jalarla 

-Pero necesitamos ayuda-

-No, no es así-

-¡Basta!.¡Me lastimas!-

-¡Entonces camina!-

-¡No quiero!-y como pudo se zafó de el, pero antes de al menos dar dos pasos sobre el piso, algo choco contra ella, la hizo girar sobre el y caer al piso, para después perder la conciencia

-¡Tamara!- gritó el corriendo hasta ella para posarse a su lado y tomar su cabeza entre sus manos

-¿¡Quiénes son y qué hacen aquí?!- preguntó la chica morena que conducía el auto, apuntando hacia el chico que trataba de actuar normal frente al arma que lo apuntaba directo entre las cejas

-¡Vámonos de aquí!¡de seguro son del gobierno!...- advirtió un hombre con espesa barba castaña que se movía junto con sus palabras, el chico miro la metralleta que se encontraba entre la manos del hombre y suspiro.

-No- dijo poniéndose de pie- nosotros también estamos huyendo...-

-¡Mientes!- advirtió el hombre poniendo su ojo derecho detrás de la mirilla del arma

-¡No!- el chico apretó la mandíbula y cerró los ojos, era un error lo que iba a hacer, pero Tamara necesitaba ayuda médica y se le empezaban a acabar las opciones- Me llamo Theo, ella es mi esposa Tamara, llevamos huyendo durante meses...-

-¿Hacia donde se dirigen?- cuestionó la mujer interesada en su historia

-Washington-

-¿A que?- preguntó esta vez el hombre, aún amenazando detrás de la mirilla

-Somos los únicos en todo el mundo que puede hacer que esta locura acabe- habló rápidamente, desando con todas sus fuerzas regresar el tiempo tan sólo unos segundos atras.

-¿De qué hablas?-preguntó la chica

-¡Tienen que creerme!- gritó desperado, sintiendo que no había tiempo para contar la verdad

-¡Cállate y dinos quienes son!- amenazó el hombre, tensando su dedo sobre el gatillo, el chico lo miro y asintió con lentitud

-Ambos fuimos creados en laboratorios, nos crearon específicamente para ser perfectos. Tenemos cero probabilidades de tener cancer, no tenemos alergias, nunca nos hemos enfermado, nosotros...-

-Entonces si son tan "perfectos"- murmuro la chica llamando la atención del chico, callandolo de inmediato- ¿por qué huyen?-

-¡¿Que no ven que mi esposa está muriendo?!, por favor, si logró llegar a Washington todo esto acabará...- el chico quiso explicarles más, pero unos gimoteos llamaron su atención y fue corriendo hacia ella para tomar de nuevo su cabeza

-Yo...- murmuro tan lento que miles de gotas entraron en su boca y se escurrieron en su garganta

-Tranquila, encontré a alguien que puede ayudarnos- el chico alzó la vista y miro a los dos hombres. La chica frunció los labios y miro al hombre que aún observaba al chico detrás de la mirilla.

Esto no es lo que tenía en mente.

Nothing was the same 2.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora