Me eché a llorar. ¿Qué otra cosa podía hacer, si no? Había ocurrido lo peor, el castigo más severo y desalmado de la historia, el más temible de los accidentes. Estaba casada a los dieciocho. Mis ojos cargados de lágrimas a punto de explotar hacían que la mancha de tinta en mi brazo pareciera un borrón ininteligible. El dolor de cabeza se intensificó, sobre todo en las sienes y el nacimiento de la nariz. Miré alrededor, asqueada por la escena. Había vómito por todas partes; líquido, apestoso y de apariencia putrefacta. Había también un charco de pipí cerca de donde había estado mi cabeza. Me llevé las manos al cabello, y sentí la humedad de las puntas. Sentía que me faltaba el oxígeno.
Tenía los pies sucios, embarrados de lodo seco. No veía mi ropa por ninguna parte, y tampoco la de Shane. Y hablando de Shane, se miraba aún más destrozado que yo, con los ojos hinchados y los labios pálidos. Me llevé las manos a la garganta, buscando el escozor natural de una resaca luego del vodka. Nada. Entendía que me dolieran hasta los óvulos, pero había algo diferente en aquel malestar. Era terrible, claro, pero no era el que me causaba el vodka —es algo que no olvidaría, créeme—; era algo más. Era muy extraño, porque nada lograba tumbarme salvo el vodka. Nada. Literalmente. Lo había probado todo. Ron, alcohol etílico, acetona, perfume barato... Ningún licor podía conmigo.
A menos que no fuera licor.
Sino droga.
Era inmune a todo excepto a la droga. Por eso no me drogaba. Miré a Shane de nuevo y se me removió un escarabajo peludo dentro del pecho. Jamás en la vida había caído tan bajo. Era hija de empresarios millonarios, y tenía mi moral —muy baja, pero la tenía—, y ahora estaba toda destrozada. Con mis manos temblorosas me apoyé en el pavimento y me puse de pie. Qué frío hacía. Me tambaleé un poco, pero me apoyé en un pilar antes de pegar un tortazo en el suelo. Apoyé mi cabeza y cerré los ojos. Las luces y algunos recuerdos florecieron en mi mente. Parecían ajenos, como si todo aquel ajetreo de risas y gritos perteneciera a una película, no a mi propia vida.
Debía salir de ahí, escapar de esa noche cuanto antes. Me di un paseo por los alrededores en busca de mi ropa, pero debí de haberla perdido antes de caer en aquel sitio. Me abracé los pechos con fuerza y salí de ahí pitando. El frío del mediodía aproximadamente no tenía nada que envidiarle al invierno del ártico. ¿Cómo volvía a casa? Mi ropa, mi móvil, mi cartera... Lo había perdido todo. Tuve que andar un par de calles antes de encontrar un taxi. Lo bueno de Las Vegas es que consideran andar en pelotas por la calle todo un clásico. Me gané un repaso del taxista por el retrovisor, pero nada más.
Tenía tanto miedo que no pude digerir ninguna de las escasas imágenes que se me agolpaban, sin sentido. Dejé el taxímetro encendido mientras entraba en la casa con intenciones de buscar algo de efectivo. Donis me había visto por la ventana del coche al entrar a los dominios, así que no causó ningún revuelo mi llegada, pero, por otra parte, no traía mis llaves encima. Dudo que drogada hubiera tenido la genial idea de guardármelas en el único compartimento disponible que tenía en el cuerpo. Casi a punto de echarme a llorar, toqué el timbre, esperando que Claire no estuviera en casa. Y tampoco mi padre; me daría tanta vergüenza...
La puerta se abrió y un par de ojos asustados me vieron desde el otro lado. Solté un suspiro al enterarme de que se trataba de Denise, y no de los Caldwell.
—Necesito plata —fue lo primero que dije, abriéndome paso por el salón. También quise añadir «una ducha muy larga y caliente», pero en mi estado no podía pedirles demasiado a mis cuerdas vocales.
—¡Dios Santo, señorita Caldwell! —se alarmó Denise, llevándose las manos a la cabeza—. ¡Qué asco, por Dios!
Me giré de golpe y ella se detuvo y cerró la boca. De otro modo, le hubiera plantado un guantazo sin pensármelo. Sus ojos se abrieron aún más, si es que eso era posible, pero la embargó la valentía.
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2. NIÑA MAL: Despertando en Las Vegas [Abi Lí]
Novela Juvenil[SEGUNDA PARTE DE LA VERSIÓN CORREGIDA DE NIÑA MAL, DE HARRY STYLES, (POR LA AUTORA ORIGINAL)] Blake ha logrado lo que se había propuesto: regresar a Las Vegas. Lo que no había planeado era ser acusada por el asesinato de la madre del amor de su vid...