Capitulo 4: "Voluntad de hierro"

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Cuando Eros despertó, en lo primero en lo que reparó fue en su nieta, la cual dormía plácidamente apoyada en su pecho. El semblante rudo que debía tener en todo momento en presencia del muchacho ahora estaba reemplazado por una expresión de tranquilidad absoluta. Parecía que solo en sus sueños conseguía olvidar la trágica noche del ataque a su reino. Le acarició con ternura la mejilla, despejando de su frente rebeldes mechones de pelo que habían escapado de sus estrictas coletas.

Adormilado, echó un vistazo a la estancia, sin reparar verdaderamente en nada. Hasta que lo hizo.

Las mantas donde debía haber estado Will, durmiendo, estaban pulcramente dobladas, y él no se encontraba por ninguna parte de la estancia. A toda prisa, Eros se calzó y salió a los alrededores de la pequeña cabaña, rezando porque el chico hubiera sido listo y no se hubiera alejado más de lo debido.

Pero no había sido así. Will no se encontraba por ninguna parte, y Eros comenzaba a ponerse nervioso. Sabía que el bosque no era sitio para él. Demasiadas criaturas para que el muchacho pudiera pasear sin ningún peligro. Sin embargo, antes de adentrarse en el frondoso bosque, con dirección a la cueva de Alezar, pasó al menos media hora rodeando el claro y gritando su nombre. Pero no había respuesta.

Eros tomó una decisión; tenía que encontrar a Will o sino todo aquello por lo que había luchado Shelena no serviría para nada. Necesitaba volver al futuro con el muchacho para terminar la misión que le había sido encomendada.

Atravesó el lugar, en dirección a las montañas, pero para cuando llegó, no había nada, ni nadie. La cueva estaba tenuemente iluminada por la luz del Sol, y solo podía ver los restos de huesos de animales en algunos rincones y el lugar lleno de fluidos tóxicos del monstruo.

Pero ni rastro de Will. Comenzó a ponerse nervioso. Aquella dimensión no era demasiado grande, pero si muy peligrosa, y debía dar con él cuanto antes. Volvió a bajar, intentando esta vez dar un rodeo más largo, cerca del río, donde normalmente la gente solía ir cuando se perdía. Y encontró algo. Oyó unas pisadas que corrían a toda velocidad hacía la dirección de la que él había vuelto, y un resquicio de pelo oscuro.

"Shelena" pensó el hombre. Pero la muchacha era mucho más joven que él, y no había tenido que subir y bajar la montaña, por lo que Eros tardó bastante más de lo que debía en volver a subir por la ladera y llegar a la cueva.

Cuando llegó allí, la escena que vio le conmocionó. Shelena estaba a punto de ser aplastada por Alezar, y Will trataba de arrastrarse como podía por el suelo. Entonces fue cuando pasó. Una enorme esfera roja empezó a formarse alrededor del cuerpo de Will, y cuando el muchacho gritó el nombre de ella, justo cuando la pata del monstruo bajaba para sepultarla, el haz de luz se desplazó de Will a Shelena; el cuerpo de la muchacha se rodeó también de una esfera roja, y Alezar no pudo seguir bajando su pata.

Esto ocasionó que la criatura perdiera el equilibrio y chocase contra la pared, dándose un fuerte golpe y perdiendo el conocimiento.

Respecto a los dos muchachos, Shelena estaba inconsciente y Will se acercó como pudo a su cuerpo. La abrazó, y comenzó a llorar sobre su pecho.

"¿Qué era lo que acababa de pasar?"

La tetera comenzó a emitir un sonido, indicando que el agua ya estaba hirviendo. El anciano quitó el objeto del fuego, y lleno dos tazas de té, en las que luego sumergió una bolsa.

Colocó otra pequeña taza con azúcar, y lo depositó todo encima de una bandeja que llevó a la mesa. Will tenía una manta encima de los hombros, y temblaba. Mientras que Shelena volvía a estar en la cama, como la noche anterior.

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