Prólogo.

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La luz del sol apuntaba justo a su rostro mientras el tren se deslizaba sobre las vías, llevándolo a algún lugar lejano de la ciudad. El vagón estaba casi vacío, a excepción de una señora con su niña que platicaban animadas sobre al parecer lo que harían en cuanto llegaran a su destino con su padre, parecían ir de visita a un hospital fuera de la ciudad. Un anciano que había preferido no ir sentado, pues alegaba que tenía un dolor de cadera bastante fuerte y le sería complicado levantarse para salir, iba apoyado en un bastón. Honestamente le daba un poco de lástima, pero no podía hacer nada por el señor. Por otro lado, hasta el lugar opuesto y más lejano a él, iba una jovencita con los ojos llorosos mientras leía algo en su teléfono. Todos iban ajenos a lo que en ese entonces se le cruzaba por la mente, él estaba igual, tenía problemas más importantes como para preocuparse del resto de seres humanos que compartían por al menos unas horas el lugar con él.

HyukJae podía sentir la tristeza inundándolo, una balada un tanto melancólica que hablaba sobre la muerte del ser amado había decidido reproducirse en su móvil, sus ojos se volvieron tan acuosos como los de la adolescente que aún mantenía su vista en la pequeña pantalla, incrédula. Sonrió, ahora se sentía patético por estar a nada de soltarse a llorar en el transporte. El tren se detuvo en una estación y entró  más gente, entre ellos, una pareja que parecía sumamente cariñosa. Se habían ocupado el resto de los asientos y el chico dejó que la joven ocupara el asiento disponible, rechazando la propuesta de ella sobre sentarse en sus piernas. Miró cómo la chica estiró sus labios, pidiendo claramente de manera silenciosa un beso, el cual el joven de cabellera castaña cedió. Definitivamente se sentía patético.

Últimamente se detenía mirando de más a la demás gente, sobretodo a aquellas parejas que demostraban su amor en la calle, se sentía extraño, al despertar su cama se notaba bastante vacía, las tardes de otoño le parecían más frías, y definitivamente sabía que necesitaba algo... ¿Pero qué? Nunca creyó que le sucediera eso, había escuchado a algunas personas hablar sobre lo feliz que era tener un ser a quién amar, a quién darle todo y por supuesto, decían que valía la pena salir lastimado al final. Él lo veía como algo ridículo. Nunca pensó sentirse así de solo, mucho menos así de miserable. Solía escribir historias de amor, nunca pensó que plasmaba en las hojas blancas lo que más deseaba en la vida.

El paisaje era hermoso, digno de admirar, por las orillas bajo las nubes el cielo podía admirarse tan claro que permitía echar un vistazo a las montañas, más arriba,parecía concentrarse todas las nubes, puesto que el cielo normalmente azul y despejado se dejaba opacar junto al sol por aquellas nubes grisáceas que avisaban una leve tormenta dentro de unas horas. Otras nubes del otro lado blancas y bien definidas alcanzaban a vislumbrarse. ¿El sol? El sol continuaba dando de frente a su rostro, empapándolo en tonos naranjas y dorados, siempre le había gustado ese tipo de iluminación, el atardecer, cuando el sol no era tan fuerte e incluso la brisa que ahora se colaba por las ventanas le revolvía el cabello. Cerró los ojos, disfrutando aquella sensación,mientras la balada terminaba e iniciaba otra igual o más deprimente sobre una ruptura amorosa, comenzó a cantarla en apenas un murmullo., ignorando por un momento el papel y la pluma que tenían escritas algunas escazas palabras, una lágrima se resbaló por su mejilla y respiró de manera temblorosa, nadie le prestaba atención y estaba bien, le gustaba ser una persona más en el mundo. 

En busca del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora