porque las palabras se atoran en nuestra garganta formando un nudo, o porque la persona a la que se los queremos decir simplemente no quiere escuchar, lo mejor es escribirlo. Nunca guardarlo. Y funciona. Tal vez al principio puede ser difícil plasmar en un papel todo aquello que hay dentro de ti queriendo salir a gritos, pero una vez que empiezas todo fluye más rápido.
Es por eso que hoy escribo estas palabras, para aquella persona especial que formó parte de mi vida, pero que un día simplemente decidió dejarme ir.
No se trata de tenerte rencor, ni de hacerte sentir mal. No se trata de repartir culpas. De nada serviría hacerlo, de igual manera las cosas no van a cambiar. Sólo se trata de expresar con palabras lo que hay dentro de mi pecho, en mi corazón. Se trata de que tú te enteres de lo que pasó conmigo y mis sentimientos. Esos que en algún momento de la vida decidiste hacer a un lado al tomar tu decisión de dejarme ir.
Aunque al principio fue como una tormenta, hoy tus huellas se han borrado por completo. Por eso, hoy simplemente quiero agradecerte, porque sin ti, y sin esos día grises, hoy todo sería diferente. Porque en el momento en que me dejaste marchar, empecé a construir a la persona que soy el día de hoy.
Los primeros días fueron los peores, fue como si un huracán hubiera arrastrado todo a su paso. Después, hubo días malos. No puedo decir que de un día para otro el arcoiris salió; de hecho hubo días muy malos. Supongo que para ti también los hubo. Cuando algo termina, aunque una de las dos partes haya sido quien tomo la decisión, siempre duele. No porque lo dude, o porque desee regresar, sino porque en el momento en que todo comenzó, jamás imaginamos que todo llegaría a su fin algún día.
También hubo días buenos. Días en los que los rayos de luz comenzaron a salir poco a poco, y con ellos la comprensión de que las cosas son mejor así. Y que probablemente hubieran sido mejor desde hace mucho más tiempo, sólo que nunca nos quisimos dar cuenta. Nos aferramos tanto a nuestra relación, no sé si por rutina, por comodidad o por miedo, que de repente olvidamos que hay cosas mejores allá afuera.
Es sorprendente cómo una persona puede ser capaz de cambiar tanto a su pareja, a tal grado de hacerla perder su esencia, su identidad y cambiar a blanco y negro; perder todo su color. Eso es lo que tú hiciste conmigo. Acabaste con mi esencia, aunque no todo fue tu culpa: yo te lo permití.
Quiero que sepas que no te deseo el mal, y nunca te lo he deseado, al contrario, espero que encuentres el amor verdadero, ese amor que no tiene punto final. ¿Recuerdas que decías que era el amor de tu vida? Al final tu vida sólo duro unos cuantos años. ¡Qué equivocados estabamos! Pero hoy deseo que encuentres a esa persona que sí quieras mantener toda la vida a tu lado. No hay rencor en mis palabras. He entendido que las cosas no siempre resultan como queremos.
Miles de veces me he preguntado qué fue lo que paso, y mi respuesta siempre es la misma: el destino. Nuestro destino no era terminar juntos, y de nada sirve estar con alguien por pena o por compromiso. Eso simplemente traerá consecuencias fatales. Tal vez las cosas pudieron ser mejor, pero no era fácil. Probablemente fue el azar, o un poco de mala suerte.
Quisiera pensar cómo hubiera sido tener otro final, pero la verdad eso ya no importa. Me importó en su momento, y esa idea me dio vueltas en la cabeza durante mucho tiempo, hasta que poco a poco dejaste de aparecer en mis pensamientos, y te perdiste en mis recuerdos. Porque sí, siempre permanecerás en mi memoria como esa persona especial que me enseñó a amar, pero que también me enseñó a sufrir.
Sólo querría que si algún día nos encontramos, no actuemos como dos desconocidos, porque realmente me dolería fingir que nunca fuiste importante para mí.
Te preguntarás sí alguien más ocupó tu lugar, y la verdad es que sí. No se trata de una pareja. Son mis amistades, mi familia, mis compañeros, mi trabajo, hobbies y, por supuesto, yo. Ese amor que sentía por ti me lo di a mí, porque mi corazón no merecía tener ningún hueco. Y con amor propio se llenó.
Debes saber que el dejarme marchar es una decisión con la que tendrás que cargar el resto de tus días. Y si algo te puedo asegurar es que jamás encontrarás a alguien como yo. No lo digo por sonar pretenciosa, lo digo porque todos somos seres únicos, inigualables, especiales de los pies a la cabeza, así que de una u otra manera, yo tampoco encontraré a alguien como tú.
Nadie te volverá a mirar de la misma manera en la que yo lo hacía, esa mirada que desbordaba amor. Nadie va a sonreír como una tonta de la misma manera que yo, cada que te veía caminar lentamente hacia mí. Nadie volverá a hacerte reír durante horas por simples tonterías. Nadie llorará contigo en los momentos tristes como lo hice yo. Nadie podrá ocupar mi lugar, ese lugar que nunca podrás olvidar, porque aunque algún día creas que ya me superaste, pasarás por algún lugar o llegará a ti un olor que te hará pensar en mí.
Yo siempre te echaré de menos, porque hay historias que no se olvidan. Hay personas que llegan tan dentro de ti que cuando se marchan nada vuelve a ser igual.
Te deseo lo mejor a ti, quien me dejó ir.
Gracias por hacerme libre".