capítulo 8

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Agarro la cuchilla con decisión y la dirijo hacia mi muñeca mientras las lágrimas brotan de mi cara. De repente oigo un ruido a mi espalda, por instinto escondo la cuchilla y me giro cuando lo veo a el en la puerta. Primero me invade la duda, no se que hace aquí, pero luego... Luego me invade esa especie de felicidad extrema que siento cuando le veo.
Noto como le cambia el gesto de la cara al verme llorar y al segundo lo tengo pegado ami. Abrazándome. Ese gesto de ternura hacia mi me debilita y lloro como si de una niña pequeña se tratase. Adrián me dirige hacia la cama donde se sienta y me sienta a mi en su regazo. Me acuna y me acaricia la espalda durante 10 minutos para tranquilizarme entonces me doy cuenta de la situación y me levanto de un salto de sus piernas.

-Lo siento -No pretendía que me viese llorar y mucho menos usarlo como paño de lágrimas- ¿Qué haces aquí?

-Bueno... Te has dejado la mochila en mi coche y había venido a traertela- la señala- y te encuentro así... ¿Qué ocurre? ¿Estas bien?

Parece preocupado pero no tiene sentido, nadie se preocupa por mi.

-No pasa nada, no te preocupes estoy bien. Solo que... He tenido un día un poco estresante.- Se me da fatal mentir y creo que se da cuenta.

-Aja, ¿un mal día?- Sonrie con un aire maliciosos.

-Si, eso he dicho.

En un abrir y cerrar de ojos me encuentro boca arriba en la cama con Adrián sentado en mis caderas mientras me hace cosquillas. Me falta el aire de reírme, me retuerzo y grito para que me suelte pero no cede. Justo cuando pienso que me voy a morir por cosquillas para y se tumba a un lado con la respiración agitada.

- Y bueno... ¿Se ha mejorado un poco tu día?

-¡No! Casi me muero de un ataque de risa.

Adrián suelta una carcajada y me enamoro de ese sonido al instante. Me siento en la cama con las piernas cruzadas y Adrián imita mi movimiento.

-Veo que no me vas a contar que te pasa en realidad, y lo respeto pero no vas a volver a llorar así que esta tarde me quedo aquí contigo y asi me aseguro de que tu día vaya a bien- Me guiña un ojo y se levanta a por mi mochila.- Empezaremos con los deberes.

A las ocho de la tarde ya hemos hecho de todo. Hemos hecho la tarea del colegio, hemos salido a pasear e incluso hemos hecho muffins también hemos hablado para conocernos un poco más y me asombra el grado de perfección que puede llegar a tener una persona. Saca buenas notas, es buen hijo, ayuda a la gente desfavorecida, es guapo... Lo tiene todo.

-Bueno Helena la tarde ha estado muy bien pero va siendo hora de que me vaya a casa. Se preguntarán donde estoy.

-Claro, mañana nos vemos.- No quiero que se vaya.

- A las siete y media paso a por ti.- me da un beso en el moflete y se va.

Cuando cierra la puerta de mi dormitorio me toco el moflete. Me lo he pasado tan bien esta tarde... Me he reído tanto... Me tiro en la cama con una sonrisa en la cara y me doy cuenta de que no me he cortado por que el lo ha evitado y sin saber nada. Oigo que mi padre me llama desde el piso inferior. No podía acabar el día bien no.

Tras mi oscuridad, estabas tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora