—Emily... —dijo Margarita, quien llamaba a la puerta de mi habitación.
—Pasa...
—Cariño, dime que no te irás hoy mismo... —susurró, mientras entraba a mi cuarto.
—Sabes que quiero irme lo antes posible, ya he llamado al hombre que traslada las cosas y...
—Ya está aquí... —me interrumpió, y su tono de voz se oyó triste. —Pero mira cariño, yo te entiendo y no pondré reproches... Pero no te olvides de venir a visitarme, sabes que tú y tus hermanitos son todo para mi... —balbuceó, mientras acariciaba mis mejillas.
No me gustaba mucho la idea de tener que venir aquí. Me gustaba más la idea de que ellos vayan para el departamento, pero para no ponerla más triste acepté.
—Claro que si, como ustedes también pueden ir para allá...
—Te quiero mucho Emily... —noté que sus hermosos ojos verdes comenzaban a contener lagrimas.
—Yo más, y por favor no llores porque sino yo también lo haré... —dije, y la abrecé fuerte. Inevitablemente comenzamos a llorar.
—Bueno, basta de llantos. —dijo mientras se hacía a un lado para no ponernos más sentimentales. —Llamaré al hombre para que comience a bajar tus cosas... —continuó.
El hombre, llegó acompañado de dos jóvenes para poder bajar algunos muebles de mi habitación, mientras que yo, tomaba mis maletas con mi ropa y algunas cosas que me importaban. Mis hermanitos me ayudaron a empacar en el coche de mis padres, que al fin y al cabo seguía utilizando sin su permiso.
La camioneta no estaba. Así que ni mi padre ni mi madre se encontraban. Aproveché ese preciso momento para en si "escaparme de sus regaños".
El hombre fue muy atento conmigo. Les pidió a los jóvenes que lo ayudaban, a que me ubiquen los muebles en el lugar que yo deseara.
Entré por primera vez después de tres años, a aquel departamento. Estaba intacto. Era bastante grande y acogedor. Tenía dos habitaciones pintadas de blanco, en una habitación el tono era más claro, y en la otra más oscuro. El cuarto de baño, poseía una bañera blanca, ubicada al lado de un gran ventanal. Me encontraba en el piso número ocho. Nadie podía espiarme, a parte, estaba acompañado de cortinas roller. La cocina era pequeña, pero moderna. El piso era de madera, y se ubicaba una mesada de mármol, con puertas de madera. El comedor, estaba seguido de la cocina con una mesa para cuatro personas. Las sillas de maderas, con unos almohadones y respaldares en tonos café claro. También, tenía un living con un hermoso sofá, y un gran televisor acompañado por un mueble lleno de películas románticas y en un cuarto más pequeño, se encontraba una biblioteca.
Esas películas era algo muy especial para mí, debido a que mi abuela me había llevado a comprarlas una tarde que pasamos juntas.
Mis abuelos me habían obsequiado aquel departamento cuando cumplí los quince años. Yo era su única nieta mujer, y sentía que me apreciaban mucho al igual que yo a ellos. Pero era obvio que a los quince años mis padres no me dejarían ir a vivir sola a un departamento, pero ya tenía dieciocho años y sabía manejar mejor mi vida.
Le mandé un mensaje a Rebb y a Liz, diciendo que a las cuatro y media, las pasaría a buscar para que me ayuden a remodelar un poco este lugar.
Me imaginé que no me iban a responder, eran las diez de la mañana y todavía seguirían durmiendo.
Para mi habitación, elegí el cuarto que estaba pintado de un blanco más claro a comparación del otro. A parte era más grande y en él, se ubicaba una hermosa puerta de vidrio que me llevaba al balcón, donde podía observar mi hermosa ciudad, Londres.
Antes de desempacar, decidí hacer unas compras para la casa. Lo más necesario, apenas tenía unos ahorros, de los cuales ya había utilizado una gran parte para pagarle al hombre que me transportó los muebles.
Mis padres salían de trabajar a las diez de la noche. Tenía todo ese tiempo para utilizar el coche antes de que llegaran.
Compré lo más necesario para la casa. Mientras volvía, recordé el trabajo que había visto en el anuncio. Me quedaba un poco lejos de mi departamento, pero tenía el coche, tanque lleno, así que aproveché.
Seguí la dirección que tenia anotada cuando tomé los datos, y me encontré con una casa, gigante, que por fuera era hermosa; blanca, de dos pisos, con una hermosa entrada de piedras grises incrustadas en el piso, unas bonitas ventanas, y se podían ver un coche negro, fantástico, y no cualquier coche, sino uno que salía un buen. Por dentro, imaginé que sería un castillo. Me acerqué a la puerta, que por cierto antes de la entrada se encontraban unas largas rejas, toqué el timbre, eran esos timbres de los cuales te preguntaban quién eras por un aparato. La casa estaba rodeada de cámaras. En sí, me sentía un poco intimidada.
— ¿Hola? —dijo una voz masculina que provocó un escalofrió por todo mi cuerpo.
—Hmm... hola...vengo por el anuncio.
— ¿Eres mayor de dieciocho años? —preguntó aquella voz, mientras que yo seguía sin obtener repuesta de algún cuerpo humano que me abriera la puerta para dialogar mejor.
—Tengo dieciochos años... —respondí, algo tensa.
—De acuerdo. Espere un minuto.
Miré, y la puerta principal comenzó a abrirse. Me atendió una mujer mayor, aproximadamente de unos cincuenta y pico de años. Me abrió las rejas y me recibió con una cálida sonrisa.
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Nunca te olvides de mi (NIALL HORAN) |TERMINADA|
RomanceNovela de Niall Horan. ✓ TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. ✓ HISTORIA COMPLETAMENTE MÍA. ✓ PROHIBIDA SU COPIA Y/O ADAPTACIÓN. ✓ SI SE DESCUBRE QUE ESTA NOVELA ES PLAGIADA, SE TOMARÁN MEDIDAS ESTRICTAS. ©