Lexi Brewt admiraba el cielo fascinada. Tenia un tono maravillosamente azul, tan brillante que la sorprendió no haber quedado ciega aún. Las esponjosas nubes se arrastraban perezosamente por el cielo barriendo el viento, ocultando momentáneamente el sol; mostraban una tranquilidad contagiosa que reflejaba la paz interior de Lexi.
De sus carnosos labios rosados escapo un suspiro de placer.
Ahí, acostada en el fresco césped del jardín, el aire cálido soplaba suavemente, revolviendole los largos y negros rizos de su cabello, empujándolo contra las pequeñas gotas de agua esparcidas por el césped.
Alargo su mano y tomo la de su acompañante, sin apartar los ojos del cielo, y empezó a acariciarla. Tenia la mano cálida como el fuego y temblaba ligeramente. Lexi la envolvió en sus pequeñas y pálidas manos, frotándolas contra la de él para obtener un poco de su calor. Volvió la cabeza y lo miro cariñosamente.
-Gracias - dijo él, con voz suave. Con la mano que envolvía Lexi, tomo una de ella y se la llevo a los labios, donde comenzó a besarle la yema de los dedos, subiendo a la falange y a los nudillos, sin dejar ni un centímetro de su tierna piel virgen sin un pequeño beso. Rió al sentir su respiración en el interior de la muñeca, y trato de alejar la mano de su alcance haciéndola hacia su cuerpo.
-Noo... - dijo, todavía riendo.
Lee se acerco a ella, pegándose a su cuerpo y llenándola de su calidez. Lexi levanto la cabeza para verle mejor y sonrió.
-Te quiero - le susurro.
Lee inclino la cabeza y rozo sus labios con los de ella, dejandole una estela de cosquilleos y sensaciones. Se acerco a sus suaves labios, besándolo lenta y apasionadamente. Saboreo cada milímetro de su boca, acarició su sedoso cabello negro, y disfruto de aquel beso. Aquel beso, no el primero, pero no por eso menos hermoso, de muchos besos que le había robado a lo largo del tiempo.
Lee poso su mano en la cintura de Lexi, y le acarició la piel desnuda que asomaba por debajo de su blusa con el pulgar. Sin apartar los labios, se coloco por encima de ella, con un brazo al lado de sus rizos. Lexi subió su mano a su cintura, recorrió su espalda hasta llegar a su cuello, y lo acarició con movimientos delicados.
El brillo del sol, que hasta un momento caía sobre ellos se extinguió lentamente, llevándose consigo su calor. Un viento gélido soplo de repente, recorriendo sus cuerpos pegados, y una oscuridad se apodero de aquel campo.
Se separaron a su pesar, y miraron al cielo. Este se había vuelto de un despreciable color gris.
Un aro de color negro intenso se extendía por encima del rascacielos principal de Daruss, ocultando la punta de este, los colores más intensos se arremolinaban entorno al edificio y se volvían más claros conforme se alejaban.
Un grito desgarrador corto el silencio que se había extendido entre ellos mientras contemplaban atónitos el cielo.
De repente, Lee había soltado a Lexi y se había puesto en pie, entrecerrando los ojos para registrar de pies a cabeza todo el edificio, y una circunferencia de aproximadamente 150 m alrededor de el.
Su respiración se entrecorto de pronto observando una pequeña figura, del tamaño la uña del dedo meñique de Lexi, que caía dando vueltas desde el cetro del negro cielo.
Un calor intenso, tan intenso como el calor del magma, envolvió a Lexi, y una luz cegadora le hizo apartar la vista de Lee, como si el sol se hubiera puesto en manos de este.
Espero, y poco a poco la temperatura descendió a su estado natural junto con la luz que se alejaba a espaldas de Lexi.
Cuando el frió la volvió a envolver, Lexi giro para preguntarle a Lee lo que había sucedido, pero estaba sola. Lee había desaparecido.
Desconcertada, miro a su alrededor pero su única compañía eran los insectos y el viento.
La luz desapareció, llevándose consigo a Lee, y el color del cielo volvió al deslumbrante azul de antes, como si nunca hubiera pasado.
N/A:
ESCRITA POR DIANA Y CAMILA. COMPARTAN Y VOTEN POR FAVOR, AYÚDENNOS A HACERNOS CONOCER.
GRACIAS POR LEERNOS.
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Enamorar a un ángel
RandomTal ves se pregunten.... ¿Enamorar a un ángel? Suena irónico. Suena difícil, y lo es: al principio resultaba casi imposible, ¡Enamorar a un ángel, joder! ¡Un ángel! Un ser maravillosamente bello, tan brillante como el mismo sol, tan suave como la se...