parte 2

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- Touya - susurró Gold. Al parecer el también se había dado cuenta de la presencia de aquel señor, y aunque la primera vez que ese hombre fue atendido por Touya fue muy amable, ahora tenía cierta aura pesada.

-¿Sí?- preguntó, también susurrando.

-A ese señor- lo señaló con la barbilla-, déjamelo a mí, ¿vale? Esto no me da buena espina.

-S-sí, comprendo.

El señor caminó hasta la barra, que ahora estaba menos concurrida de gente y se postró ante ella.

-Buenas noches, señor- dijo Gold-. ¿Qué se le ofrece el día de hoy?

-Yo quisiera hablar con...- no pudo terminar la frase, pues Gold lo interrumpió:

-Touya, ¿puedes ir a la bodega a traer una caja de los nuevos chocolates? Para la muestra.

-¡C-claro! En seguida vuelvo, Gold.

Touya se marchó, preocupado, dejando a su hermano y a ese señor tan extraño.

-Perdoneme, señor, ¿qué se le ofrecía?- preguntó otra vez, pero ahora uso un tono frío y embozo una sonrisa chueca.

El señor regordete chasqueó la lengua para sí y se recargó en la barra, poniendo una mano sobre ésta.

-Una caja de Cherry Blood, por favor- gruñó.

Gold se alejó de su posición, se postró en el marco del pasillo que conducia hacia la bodega y, sin quitarle el ojo de encima del cliente en cuestión, gritó:

-¡Touya! ¡También trae una caja de Cherry Blood, por favor!

-¡Sí!- se escuchó la voz de Touya decir. Gold volvió a su posición en la barra, y, sonriendo amargamente, preguntó:

-¿Alguna otra cosa, sir*?

-No, nada más.

-Bien, pase a la caja a pagar y ahí se le entregará el chocolate. Tenga un buen día. ¡El que sigue, por favor!

El señor, ahora para Gold, chasqueó la lengua y se dirijió a la caja, donde una chica de cabellos negros azulados sonreía y reía, platicando amanamente con los clientes para que se fueran contentos.

Touya volvió, con la caja de Cherry Blood que fue a parar a la caja y con la muestra de los nuevos chocolates, que por cierto, eran los suyos. Por el momento no tenían un nombre, pues Red dijo que debía ser Touya el que pusiera el nombre. Era malo para las elegir que era lo que quería o que no. Así que tendrían que esperar para que al fin tuvieran un nombre esos chocolates.

-Muchas gracias, Touya. Por cierto, ya me he deshecho de él. Estate tranquilo- dijo, guiñando un ojo.

-G-gracias, Gold.

-Bien, bien. Ahora, a trabajar, ¿vale?

-Sí- dijo sonriente.

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-Ya nos vamos, Touya- dijo Red, sosteniendo la puerta de vidrio para que Gold fuera el primero en pasar-. ¿Si me harás el favor?

-Ya te he dicho que sí, Nii-san. Por favor, tengan cuidado.

-¡Tú también!- gritó Gold, a través de la ventana del local.-Ten sumo cuidado, Touya. ¡Si hay algún problema, marcame!

-Sí, sí. Hasta luego.

-Adiós Touya- Red cerró la puerta y se fue por el pasillo de casas y negocios.

Miró su reloj, y, como ayer, eran las 2:06. Si todo salía como lo planeaba, Green vendría a las 2:15. Miró la pequeña caja de la barra. "Un regalo de Red para Green-san", pensó. ¿Qué podría ser?, se preguntó, ¿un reloj? Probablemente, Green-san es un hombre muy trabajador y Red nunca ha sido tan detallista. Seguramente le pidió ayuda a Gold.

La chocolateria pokemonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora