Pequeña compañia

212 21 2
                                    

El amor y la sensibilidad que las personas podían darme, me quebraban tan fácilmente era realmente necesario que alguien como yo ¿las recibiera? Sinceramente no creía eso después de todo, era simplemente estúpido pensar que alguien realmente podía darme amor, no lo creía capaz, pero tal vez si lo necesitaba, después de todo quien no quería sentirse amado, yo no era la excepción a esa regla.
Simplemente era un estudiante de escuela media con una vida normal y monótona , los días pasaban y yo solo me sentía aburrido cada día, despertar, comer, ir a la escuela, ir a la tienda, volver a casa y cerrar los ojos para repetir aquella rutina, era molesto , no había nada interesante, no había nada entretenido mi vida se estaba acabando a una corta edad sin razón alguna, tal vez porque yo me estaba poniendo los limites demasiado rápido nunca lo sabría, pero sinceramente no hacía nada para cambiarlo, después de todo cual era el sentido todo era absurdo.
Pasaron las semanas como siempre mi vida en la escuela era tediosa y aun me sentía vacío ¿es que acaso la rutina de un adulto me había consumido tan rápido­­? No quería creerlo pero parecería que ya era así, incluso las chicas con las que me acostaba ya no eran la gran cosa, el sexo con ellas se había vuelto fastidioso. 15:00 pm era la hora, como todos los días me apresuraba para ir a la tienda, después de todo la comida era lo único que mantenía cuerdo, estaba viendo las nuevas ofertas de paletas cuando sentí que alguien se paraba a mi lado. Baje la mirada y era él, que me miraba. Akashi Seijuro, un compañero de clase de una estatura inferior al promedio, lo mire con indiferencia, él no apartaba su mirada de mí, como todo el mundo suponía que era por mi enorme estatura, al fin y al cabo es lo que más destacaban de mi -¿ocurre algo?- le pregunte mientras se alejaba un poco de mi – no es nada, es solo que tu sonrisa es muy tierna- me sorprendió ¿sonrisa? ¿Yo? Acaso había estado sonriendo, la verdad no es que me sentía extrañado, después de todo solo eran dulces, sé que me hacían feliz pero ¿hasta ese punto? Y esta persona lo había notado. – es que ¿acaso tienes idea de lo que acabas de decir?- - la tengo ¿Por qué lo preguntas?- de verdad tenía idea de lo que estaba diciendo, llamar tierno a alguien por sonreírle a los dulces y más a un chico que apenas conoces con una estatura monstruosa debe ser raro para cualquiera – bueno no importa, ¿qué haces tú aquí? según tengo entendido los ricos tienen cosas importantes que hacer—es verdad todo el mundo conocía a Akashi Seijuro, inteligente, atlético, niño de una familia rica, bastante frio y soberbio con los demás, educado solo con los maestros, pero aun así intimidante, hasta los superiores sabían que él no era alguien con el que meterse, todo eso lo describía a la perfección, cualquiera lo llamaría un niño mimado y prodigio. – Solo quería ver una cosa, no parece tan importante, pero seguramente me pondría triste no verla como siempre- -oh- no dije nada más.
Ese día salí de la tienda con paletas, todas rojas por cierto, eran las únicas que tenían un descuento especial. Rojas como el cabello de Akashi, ese niño me había confundido, alguien como él frecuentando una tienda de barrio, era raro y hablándole a alguien como yo, no es que fuera la gran cosa, pero la gente nunca se me acercaba, soy yo el que siempre debe acercarse y generalmente solo a pedir favores que me involucraban, pero que alguien tan pequeño y frágil como él haya decidido estar cerca a mí me provocaba cierta preocupación, no entendía el por qué, solo era un chico más de la escuela, por más dinero que poseyera no era la gran cosa. Al día siguiente fui a la tienda como siempre, lo sentí de nuevo, un poco apegado a mí, con esos enormes ojos observándome mientras yo escogía que comer, exactamente qué es lo que quería de mí. – oye no quiero ser grosero, pero podrías dejar de observarme, solo ha pasado un día y realmente es molesto- - no quería incomodarte, pero tratare de ser más cuidadoso la próxima vez- exactamente a que se refería con eso, es que ¿acaso me observaba todo el tiempo? – oye niño exactamente qué es lo que pretendes, digo esto podría considerarse acoso- - si fuera así tendría que haberte observado con varias intenciones, pero sinceramente no es así, hay algo en ti que me tranquiliza y gracias a eso puedo volver a mi casa sin preocupación - qué es lo que estaba diciendo, un estudiante que mide más que el promedio, tranquilizando a alguien como él, ¿es en serio? Solo me aleje un poco de él y la duda me invadió – ¿quieres ir a comer algo? -.
Salimos de la tienda y nos pusimos a caminar sinceramente era tan molesto tener que caminar lento, alguien tan pequeño no podía seguirme el paso, pero al fin y al cabo había sido mi culpa, yo lo invite a comer, aunque no entiendo porque. – seguramente alguien como tú no está acostumbrado a lugares de comida rápida, como el que nos dirigimos pero las personas como yo no tienen tanto dinero para frecuentar lugares como los que tú vas- - no tengo problema en ir a donde tú quieras ir, pero me gustaría que no dijeras cosas de ese tipo- algo estaba mal, él generalmente trataba a todos con indiferencia y frialdad, pero en dos días me había tratado gentilmente, no es como si me importara, pero aquellos días en los que me topaba con él en la escuela siempre tenía una mirada fría y un aura amenazante, pero ahora se sentía tan diferente. Tan tranquilo y molesto.
-Tengo la idea de que ahora eres tú quien me está observando fijamente-
- No es eso, a decir verdad, solo pasaron dos días pero siento que eres diferente a todo lo que veía y decían en la escuela. Akashi Seijuro, frio y calculador, bastante indiferente a los demás, pero que al parecer le gusta ir a la tienda a observar personas, es algo bastante raro si te lo pones a pensar.-
- No entiendo cual es el problema, cualquier ser o individuo puede ir a donde quiera, sin importar su clase social o personalidad-
- Aun así es raro, pero más importante ¿por qué me observas? es decir en dos días me sentí bastante incomodo-
- Me tranquilizas, eso es todo.-
-¿Por qué lo haría? soy alguien demasiado grande para siquiera considerarlo en grado medio, además la gente me tiene miedo por la misma razón, siempre me encuentro comiendo y vagueando, no soy alguien popular y menos interesante, no entiendo tu motivo-
Él solo se rio y me dijo- la gente como yo tiene sus motivos, pero supongo que no lo entenderías, así que dejemos nuestras pequeñas dudas hasta aquí y comamos algo-
Este niño, de sonrisa adorable, ¿es realmente el Akashi al que todos temían? no debería sorprenderme después de todo yo no lo entendería, la verdad es que a mí no me importa lo que piense, por ahora solo quería comer y volver a casa, pero por un momento mi pecho dolió al verlo reír.
Habían transcurrido seis días, exactamente en los que nos veíamos en la misma tienda, a la misma hora y parece que en la misma sección, era un poco difícil sacar un tema de conversación, con esos ojos tan potentes observándome, pero parecía que el ambiente se sentía más tranquilo una vez que salíamos de esa tienda y caminábamos juntos, era molesto caminar a su ritmo, pero tampoco estaba tan mal; más rápido de lo que imaginaba el parque, los lugares de comida rápida, las plazas e incluso la esquina de aquella calle parecían más interesantes con él a mi lado, no lo entendía muy bien pero esos días solo esperaba encontrarlo a mi lado y atravesar esa pequeña puerta para ver que tenía el camino para nosotros, a pesar de todo Akashi no parecía una mala persona, pese a su carácter, extraña actitud y frágil condición. Cada día discutíamos, pero también reíamos, comíamos algo diferente, incluso recorríamos un poco la ciudad, una vez corrimos detrás de una sombrilla que el viento nos robó y volvimos todo empapados a nuestras casas, ambos nos sentíamos más felices. Aunque a veces sentía que él no se sentía tranquilo por unos momentos.
Ese día como siempre Akashi y yo nos vimos en la tienda, él solo me observaba mientras tomaba todos los dulces que podía, algo estaba mal, sus mirada solo me mostraban tristeza, salimos de la tienda y empezamos a caminar. El camino por el que íbamos era solitario con grandes árboles que se levantaban. Él solo caminaba delante de mí, repentinamente paro en seco, volteo hacia mí. Tomo mis manos y me dijo – Murasakibara estos días han sido divertidos, pero me temo que hoy llegan a su fin, mi padre decidió que lo mejor para mi es ir al extranjero a concluir mis estudios, a pesar de que me negué no hay nada que pueda hacer- solo lo mire y vi sus lágrimas caer lentamente, nunca lo habría imaginado llorar, solo sentí sus manos agarrándome fuertemente parecía que su dolor iba a llegarme en cualquier momento.
Aquella noche, decidí salir a caminar sin rumbo, en el camino recordé lo que Akashi me había dicho esa tarde, lo único que pude hacer fue soltar sus pequeñas manos, limpiar su rostro y observarlo por un momento, no sabía que decirle, solo voltee para después caminar lentamente hacia mi hogar. No había dicho nada. Me tenía sin cuidado, no es como si fuera a cambiar realmente algo en mi vida, Akashi se iba a ir y yo volvería a mi rutina, supongo que no iba a ser tan malo.
Cinco meses, habían pasado cinco meses desde que Akashi se fue, mi rutina volvió; despertar, ir a la escuela, parar en la tienda y volver a casa, ya estaba tan acostumbrado. Ese día salí de la tienda para caminar hacia mi casa, después de todo ya no era necesario recorrer esa ciudad, ya no era necesario ir a comer y experimentar nuevas cosas... no ya no lo era. De pronto todos los recuerdos en torno a él habían vuelto a mí, los momentos felices, los tristes, incluso aquellas palabras que me había dicho antes de que lo soltara...
"Ne Murasakibara ¿sabías que el color morado representa paz? Eso es lo que siento siempre que te veo, la razón por la que te observaba era porque viéndote por un momento olvidaba los problemas que tenía en casa con mi padre, el verte me tranquilizaba y de alguna manera mis miedos se iban y aquel día esa sonrisa tuya me hizo sentir dichoso, nunca creí que alguien como tú podría traerme tanta felicidad, pero supongo que de ahora en adelante estaré solo de nuevo".
¿Lágrimas? Estaba ¿llorando? Que patético me sentía en verdad ¡que tonto había sido! me había enamorado de Akashi, incluso antes de notar que mi vida había cambiado junto a la de él, ni un gracias o adiós pude decirle, fueron nueve días en los que me enamore por primera vez y ya no sentía tanta molestia, pero aun así no pude decirle que esos nueve días de abril fueron los más felices que había tenido en la vida, porque lo había conocido.

Pequeña compañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora