Cazador

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Su agonía, el placer, la sangre por sus venas y el fuerte latido de su corazón, me confirman que su climax está cerca, pero el mio no, tengo que extinguir su ya comenzado orgasmo y sumergirlo más en mi lago de lujuria.

Ya casi no puede respirar, hace una hora que ha dejado los ojos cerrados, balbucea medias palabras, frases sin sentido a mis oídos.

Lo único que puedo escuchar es el rítmico latir de su mortal corazón, casi lo toco con mis manos, y su aliento tiene el mas dulce de los sabores cuando atraviesa mi garganta llenando de vitalidad mi cuerpo, mi alma reclama su alimento, lo sostengo del cuello fuertemente y unidos en un mismo orgasmo aspiro el ultimo de sus suspiros, su frágil y marchito cuerpo yace ahora en mis brazos, lo dejo caer sobre la cama y cierro sus perdidos ojos.

Me miro al espejo, contemplo mi rostro claramente rejuvenecido, la piel lozana, el cabello brillante, la mirada profunda, los labios incitadores; mis rasgos hablan de pecado y mis ojos de perdición y condena, casi enseguida noto mi olor, un olor que ni el mas costoso de los perfumes podría producir, mi esencia inmortal encarnada en un cuerpo hecho de belleza y tentación.

He disfrutado mucho de esta víctima, como de las otras, pero necesito algo nuevo y peligroso, me estoy cansando de las reinas de club nocturno, los adolescentes populares ya no producen casi sabor a mi paladar, deseo una presa digna de lucha, un hombre inquebrantable, de espíritu fuerte y cuerpo sagrado.

Un ser tan masculino cuya presencia sola estremezca el ambiente, de finos modales y rica educación, con linaje y fuertes vínculos, proveniente del dinero y elitista por nacimiento, un aristócrata contemporáneo, pero macho en la carne, al fin y al cabo humano, esclavo de su placer y verdugo de su virtud.

Un objeto para poseer, para hacer mio.

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