Fue lindo -dijo George-.
Eso creo-mencione -¿te gustaría repetirlo?-, George me miraba con ojos de deseo pero él no se atrevía a mencionar palabra alguna.
Sentados en diferentes extremos de la cama, desnudos, George y yo nos mirábamos apaciguados como tratando de revivir los hechos que no hace más de 15 min sucedieron, mire a aquel chico de piel blanca, un poco morena por el sol, ojos no muy oscuros, el cabello corto color castaño intermedio y labios gruesos, tartamudeando y con un nudo en la garganta le pregunte con voz baja -¿quisieras repetirlo?-, el me miro con asombro, me hizo un comentario que jamás pensé oír de él –no me había fijado que cuerpazo-.
Lentamente se acerco a mí y con delicadeza corrió el cabello de mi cara y me dio un suave beso que hizo que volviera a sentir las mismas mariposas de la primera vez; deslizo su mano hasta llegar a mis senos, se separo de mis labios y empezó a besar mi cuello y llegar a la entrada de mis pechos; extasiada por su piel cálida y sus besos que me llenaban mas y mas.
Pero no siempre fue asi, recuerdo cuando empezó, ninguno imagino que terminaríamos asi, desnudos, sentados en una cama pero cada uno sentado en un extremo.
Todo comenzó un día normal, llegaba a la U y todo transcurría con normalidad hasta que la vi, morena, ojos cafés, oscuros casi negros, pelo hasta la mitad de la espalda castaño claro y una gran figura, se llamaba Ameli era una chica de intercambio de Australia, era según toda la facultad la chica perfecta y todos los muchachos quería tenerla, era algo inalcanzable, según los hombres incluyendo a George.
Estaba con Natasha, mi mejor amiga y me hizo un comentario -¿qué le ven todos a esa chica?, es tan común, no comprendo-, solté una pequeña risa, cuando me di cuenta que Ameli me miraba y se acerco a George para hablar sobre algún tema que no entendía, con indignación lo mire y me retire, él se dio cuenta y salió tras de mí, - Sophie, Sophie espera ella solo está en mi clase, no es más que una compañera-, yo voltee y lo mire tenía cara de arrepentido, como si tuviera que rendirme cuentas, como si fuéramos novios, - no tienes que decir nada George, es tu vida yo no me meteré ahí, que estés muy bien- me retire para la cafetería sin mirar hacia atrás.
Ya en la cafetería, por desgracia me encontré a la extranjera, Ameli, se me acerco y sarcásticamente me saludo – hola Sophie, ¿como estas?- , con la misma falsedad le respondí – hola Ameli, bien gracias, ¿y tú?- ella me sonrió con rabia y yo le respondí de la misma manera; agarramos nuestras bandejas y cada una cogió en direcciones opuestas, me senté frente a Natasha, y ella preocupada me dijo – hablaste con la gringa, ¿cierto?- con la mirada llena de ira le respondí, pero no dejaba de mirar hacia su asiento, se sentó al lado de George y muy campante le dio un beso casi en la boca, yo ni entendía porque me afectaba si él y yo no éramos novios, asi que me calme y almorcé con calma; en la siguiente clase nos encontramos otra vez, George y yo nos miramos y cada uno se perdió en la mirada del otro, pero al escuchar la voz de Ameli volvimos a la realidad, él estaba en ese momento dispuesto a decirme algo pero ella se adelanto y le dijo – George te sientas conmigo, es para que me explique, si- él sin decir nada acepto, la gringa, como Natasha y yo la habíamos nombrado, se lo llevo tan imponente que se creía dueña de él; al terminar la clase me dirigí hacia mi casillero y al fondo del pasillo escuche una voz que decía mi nombre, me voltee y lo vi, George estaba corriendo hacia mí, al llegar junto a mí hizo algo que ni él mismo reconocía, me arrincono en los casilleros y al mismo instante mi corazón se acelero y sentí que el de él igual, y tan cerca de mis labios me dijo – Sophie Russo ¿quisieras...?, pero al fondo Natasha me llamo y me desconcentre, con la mirada la busque y me dijo – amiga vamos, ya nos buscan-, él solo se resigno y se fue.
Él y yo siempre vivimos a unas cuadras de distancia pero de pequeños nos parecía media ciudad, no hace más de media hora había llegado a mi casa y desde el techo de mi casa se podía mirar hacia la casa y hacia la ventana de George, lo vi, yo solo suspire y luego al fijarme bien vi que Ameli estaba ahí; la sangre me hirvió no podía creer que la había llevado a la casa y lo que más me dolió fue ver en la situación en l que estaban, ellos en la cama besándose, a mí se supone que no me debería de importar ya que él no tenía que rendir cuentas a mí podía hacer con su vida lo que fuera, de tanta besuqueadera terminaron por tener sexo, en ese momento yo me entre y vi que mi mejor amiga estaba allí esperando para hacer un ensayo que era para el otro día a primera hora; haciendo aquel trabajo no podía concentrarme solo de ver a la gringa esa y a George revolcándose en la cama de él, Natasha me entendió y ella entrego el trabajo por las dos.