La cita de Ámber y Castiel

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Comenzaron una batalla de miradas que duró unos minutos, ninguno sabe cuántos. El rostro de Castiel estaba serio y el de Nathaniel se encontraba sonrojado. Las manos del pelirrojo no se movían de sus caderas, permanecían allí como si las hubieran pegado con pegamento.

—¿A qué te refieres?—preguntó al fin Castiel.

—¿Por qué juegas conmigo de esta forma? ¿Te estás vengando por lo de Debrah? Realmente no te entiendo.

Castiel gruñó.

—Ni se te ocurra mencionarla otra vez—le amenazó—. No es por ella y ya te lo dije una vez: No estoy jugando. Lo que hago, lo hago en serio y es real.

Nathaniel bajó la mirada mientras que el pelirrojo le obligó a acercarse más a él con las manos.

—¿Acaso estás molesto?—el rubio no respondió nada—Porque podría jurar que hace dos minutos no lo estabas.

Nathaniel se quedó algo pensativo.

—No es que me moleste—admitió—. Pero es demasiado extraño que siempre intentes violarme la boca...

—¿Eso es una queja?—preguntó con una media sonrisa. A Nathaniel ni siquiera le dio tiempo de responder ya que los labios de Castiel estaban sobre los suyos nuevamente.

El delegado temía que alguien entrara y los pillara pero segundos más tarde fue olvidándose de todo eso por culpa del beso, cerró los ojos y se dejó llevar como las veces anteriores, pero esta vez sus brazos se apoyaron en los hombros del pelirrojo. Soltó un quejido cuando Castiel mordió su labio inferior y al abrir su boca por culpa del dolor, el otro chico tenía otros planes y no eran precisamente separarse, notó la lengua de Castiel dentro de su boca. Ese fue el momento en el que se quedó completamente paralizado, dejó de responderle al beso. El pelirrojo soltó un gruñido al separarse.

—¿Se puede saber que diablos te pasa ahora?

El rubio intentó contestar pero solo soltaba sílabas incoherentes.

—Teníamos un trato, debes cumplirlo.

—E-esto no entraba en el trato—tartamudeó un poco.

—Entraba lo que yo quisiera.

—Entraba que yo te ayudaba a estudiar, no esto...—hizo una pausa—. Esto es demasiado...—no terminó la frase.

—¿Demasiado qué?

—No lo sé, es extraño.

—Que te bese no tiene nada de extraño—contestó el pelirrojo. Nathaniel le miró ruborizado y Castiel simplemente lo soltó y bajó de la mesa donde estaba sentado—. Y si tan raro te parece—se acercó a su oído—lo seguiré haciendo hasta que te parezca normal.

Fue lo último que dijo antes de salir de la sala de delegados, dejando al rubio allí completamente anonadado.

Había pasado casi un día desde aquello, no habían hablado sobre lo que había pasado el día anterior. Actualmente, estaban en la clase del profesor Farres. Castiel se encontraba durmiendo sobre la mesa, con los brazos cruzados para ocultar su cara. El profesor ignoraba al pelirrojo, ya que así daba mucha menos guerra que cuando estaba despierto.

Es una jodida pesadilla, esta maldita rubia no deja parlotear y es muy molesta.

¡Hey! ¿No me estabas escuchando?—la miré.

No—respondí fríamente.

¡Debes hacerme caso! ¡Estamos en una cita!

Una NO historia de amor [Corazón de melón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora