Cuando abrió los ojos, el sol ya estaba en lo alto del cielo. Una mirada a su móvil le hizo saber que eran casi las doce treinta del medio día. Gruñó y se estiró sobre las mantas sin deshacer, se había dejado caer sobre la cama en la madrugada, con la misma ropa de la noche anterior, apestando a alcohol y a club nocturno. Y ahora tendría que cambiar el edredón, porque ese no era exactamente un buen olor.Tomó una ducha larga para espabilar y se puso algo cómodo antes de bajar y caminar hacia la cocina, casi tropezando con un montículo de ropa que llevaba varios días ahí y que debería haber puesto en la lavadora ya, pero la pereza había sido grande. Pasó por encima de él y se dijo que lo haría ese mismo día. Pero más tarde. Su estómago rugió mientras abría la nevera, solo para encontrarse con la vista de un par de contenedores con restos de la semana anterior, una lata de cerveza al fondo, y una caja de leche que probablemente ya se había echado a perder porque no recordaba cuándo la había usado por última vez. Los cereales se habían terminado hacía bastante y no había otra razón para usar leche si no era para los cereales.
Usualmente recibía, cada dos o tres semanas, todas las compras a domicilio directamente en su puerta. Era probable que las recibiera algún día de la próxima semana, de hecho. Pero, en la situación actual, no tenía lo suficiente para subsistir hasta entonces, y todo era gracias a que sus amigos habían llegado particularmente hambrientos la noche anterior, alegando que para aguantar el alcohol debían estar bien alimentados. Luhan los había dejado hacer, claro. Le gustaba cuando ellos estaban en su casa, aunque fueran ruidosos y molestos como el infierno. Lo que no le gustaba era que ahora no tenía otra opción más que ir a hacer las compras por su cuenta.
Tomó el celular de sus bolsillos y buscó en sus llamadas recientes para presionar el icono verde al costado de la pantalla, reclinándose sobre la isla de la cocina y sacudiéndose el cabello húmedo con los dedos para secarlo más rápido, mientras escuchaba el tono de espera. Fue enviado al buzón de voz.
―Ey, Sehun, soy yo. Llamaba para pedirte que me acompañes a la tienda, sabes que odio hacer esa mierda solo, pero supongo que estás ocupado... Ah, y para que me digas porqué ayer no viniste. Cancelar cinco minutos antes es muy maleducado, ¿sabes? Te esperamos y llamamos un largo rato y... ―un pitido indicó que el tiempo del mensaje había acabado. Luhan suspiró y guardó su celular, caminando hacia el modular en la sala y buscando dentro de la gaveta más baja por la extensión de la tarjeta de débito que su padre le había dado y con la que se libraba de la tarea de alcanzarle dinero en persona. Guardó la cartera en su bolsillo junto a su móvil, se puso las zapatillas y salió al garaje, caminando con desgana. Le dolía la cabeza, tenía acidez, sueño y malhumor.
Zheng, su padre, también había dejado a su disposición un coche. Pagó por sus clases de manejo y, una vez que obtuvo el permiso, le entregó las llaves de uno. Luhan había temido en un principio que trajera un vehículo demasiado aparatoso al que no querría subirse, pero por suerte solo le entregó las llaves de un sencillo utilitario de segmento B, en un color tan sobrio como el gris podía ser. Arrancó y condujo hacia la tienda más cercana, orando interiormente porque no hubiese mucha gente y no tuviese que hacer una larga fila.
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Toska «hunhan»
Fanfiction❝ Oh Sehun es un adolescente con una gran vida. Atractivo, inteligente, de clase acomodada y familia tipo, con numerosos amigos y una adorable novia. Sin grandes problemas en su día a día más que algún que otro asunto cotidiano. ... Siempre que igno...