Preguntándome qué le he echo al mundo

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-Katherine, nos vamos.
-Ah, vale. ¿A dónde? -respondo, sin dejar de mirar el móvil.
-Nos vamos de aquí.
-Papá, he visto niños de tres años explicarse mejor que tú.
-Katherine, por favor. Prométeme que no te vas a enfadar con migo y que te vas a esforzar por entenderme.
-Papá. Dímelo ya.
-Hija, no quiero estropearlo todo. Y se que cuando tú seas más mayor me lo vas al agradecer y...
-Papá. Dímelo ya. ¡Ya!
-Vale vale. Nos mudamos a Barcelona.

Esto no puede ser verdad. No puede. No. La mandíbula me llega hasta el suelo, y las lágrimas amenazan en salir de mis ojos con la misma potencia que la de una manguera.
No puedo llorar. Soy fuerte.
-¿¡¿Qué acabas de decir?!?
-Hija, yo ya se que... -no lo dejo acabar
-¡Tú no sabes nada! -le grito- ¡Nada en absoluto! Si supieras algo, ¡algo!, no me habrías hecho esto. Desde que mamá se fue, no te reconozco. Primero te casas con una pija con todos los modales que yo no tendré nunca ni quiero tener. Después, me dices que tenemos que cerrar la granja. ¡Mi granja! Por que a Gloria, tú nuevo amor platónico, le molestaba el olor. Y ahora, me separas de todo lo que quiero. De todo lo que tengo. De todo lo que esta vida infiel no me ha robado. ¿Y sabes qué? Que si ya me costaba quererte, por que nunca me has entendido, ni si quiera lo has intentado, ahora no me pienso esforzar a hacerlo. Gracias por tan poco, papá -la palabra papá la escupo, ya no es eso. Mi padre se fue junto a mi madre, y descansa en el cielo junto a ella.






Siempre he sido una chica difícil. Amiga de mis amigos, pero lo acepto: cuesta trabajo que te llame así. Amigo. Amigo o amiga es una palabra muy fuerte. Llamarle así a alguien significa depositar en él confianza, esperanza, creer en esa persona. Y quererla. Eso es lo más difícil. Quererla. Desde ese triste dieciocho de enero de dos mil seis (si, ese fue el día en el que mi madre nos dejó), cuesta mucho hacerse un hueco en mi corazón. Perder a una madre no es fácil. Y menos aún cuando es ella la única persona que de verdad se preocupa por ti. Que de verdad cree que pudes ser algo en esta vida. Algo importante, algo que puede cambiar el mundo, y hacerlo mejor. Diferente.

Cuando eso se va. Se marcha para no volver, lo echas de menos durante un tiempo, y luego, decides darle otra oportunidad a la vida.

Y cuando por fin encuentras a la gente que te hace feliz, que te cuida, te mima, te un quiere, y no sólo te lo dice. No sólo te susurra un "te quiero", tantas veces dicho sin sentirlo realmente. Si no que ese te quiero lo escrive con acciones, y lo subraya con abrazos, sonrisas sinceras, besos...
Cuando encuentras eso, y crees que tu mar vuelve a estar en calma, y que puedes seguir avanzando por él sin muchas dificultades, llega tu padre, y crea una ola gigante, que lo estropea todo.

Mi Sur, Mi Norte,  Mi SoporteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora