IV. Mentiras y otras proezas de la sociedad

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"vivimos en una sociedad donde mentir se volvió rutina, traicionar monotonía y ser hipócrita es la ropa de hoy en día"

Tras aquella venganza no podía evitar sentirme aún más mal conmigo misma.

Ver como sus propios "amigos" comenzaron a hablar mal de él, no sólo me demostró las innumerables caras que tenían las personas sino que había caído muy bajo.

Esto me hizo darse cuenta de lo bajo que podrían llegar a caer las personas por tan solo conseguir un poco de aceptación social, me hizo acordarme del sufrimiento, de esa sensación que no se va por más que quieras, esa que sentimos todos en algún momento, unos más que otros, pero todos.

Me hizo recordar mi primer día de instituto.

Paula, rata, ¡despierta ya! gritó la horrible señora que se suponía era la "cuidadora" del orfanato.

voy dije.

Apenas me escuchó se dio la vuelta y con veneno en los ojos se acercó y me miró fijamente, la Paula que no tenía ni la más remota idea de sus consecuencias hizo lo mismo.

De repente me cogió del pelo, me llevó a aquel sucio baño que solía tener las paredes blancas y  de un fuerte golpe me tiró al suelo ocasionando un gran dolor en mi cabeza.

¿Y yo? ¿Qué hice? Llorar simplemente lloraba ¿Qué más podía hacer?

—Escúchame rata sucia, no me vuelvas a mirar a los ojos ¿Oíste? —gritó esa última palabra recibiendo un rápido y mudo asentimiento de mi parte.

Estar en ese frío suelo me hacía sentir como lo que ella había dicho, una rata. Quería desaparecer, cerrar los ojos y desvanecerme.

Y eso hice, cerré los ojos, pero algo falló... No desaparecí.

La vida no es tan fácil, comprendí, hay que afrontarla sí o sí, no puedes apagarla ni mucho menos reiniciarla.

—Y como castigo, vas a recibir un corte de pelo —apenas escuché la palabra "castigo" levanté la vista, viendo la sonrisa en su cara y unas pequeñas tijeras en sus manos. Rápidamente me levanté del suelo y corriendo lo más rápido que podía me encerré en uno de los cubículos del baño.

—Abre rata o sinó será peor.

5 minutos después terminé con un corte de pelo horrible, no era corto, pero tampoco era lo que la bonita sociedad decía que debía llevar una chica. Con lágrimas en los ojos, me vestí con la escasa ropa que tenía.

Un pantalón negro y una camiseta azul, junto con unos tenis y una gorra que me ayudarían a tapar el  gran desastre. Cogí mi chaqueta de cuero negra y salí de allí deseando escapar de aquel infierno.

Pero los deseos estaban infravalorados, la realidad era que me esperaba un infierno mucho peor.

Hola, espero que os guste muchísimo y la verdad agradecería una opinión sincera.

¿Qué pensáis de la sociedad?

besos.

Muñeca rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora