El Despertar (Nico di Angelo)

Capítulo 19

Narra Percy

–Percy, Jason –dijo ella–. Will me ha pedido que os llame para que vayáis a hablar con él.

Jason y yo intercambiamos una mirada preocupada y seguimos a la hija de Apolo hasta la camilla de Leo, donde estaba descansando con un camisón similar a los que había en un verdadero hospital con piernas y brazos vendados. Tenía el rostro magullado y su pelo estaba chamuscado y más revuelto de lo habitual. Parecía aliviado, casi feliz; como si pensara que al final había podido descansar.

«Aprovecha –pensé–, a partir de ahora no tendrás tanto tiempo para descansar.»

Escuché a Jason respirar entrecortadamente nada más ver el estado tan demacrado de Leo. Se alejó de la camilla y se sentó en una silla al lado de ésta, llevándose las manos a la cabeza y cerrando con fuerza los ojos. A su espalda, Will nos miraba serio y preocupado. Carraspeé suavemente para acabar con la tensión y para preguntarle unas cuantas cosas sobre el estado de nuestro compañero.

–Ejem... –murmuré– Y...¿cómo avanza?

Inmediatamente, frunció el ceño y levantó sus ojos azules hacia mí. Su mirada se cruzaba entre la decisión y la preocupación, pero, cuando habló, su voz fluyó como si Leo fuese un paciente cualquiera con unas décimas de fiebre y un resfriado leve, no como si acabase de salir volando por los aires casi calcinado.

Tomó aire y chasqueó la lengua.

–No os voy a engañar, podría estar en mejor estado...–suspiró– Pero...por lo poco que hemos podido examinarle, no tardará mucho en despertarse, quizá unas horas. Seguramente, él sepa mucho mejor que ocurrió en el búnker –aclaró intentando sonreír–, una vez nos lo diga, mi hermana Roxan (la chica que os ha atendido) y yo podremos aplicarle el tratamiento necesario...y puede que algunos rezos. –Dijo lo último en un murmullo, como si no quisiera que ni Jason ni yo nos enterásemos, pero era obvio que, si yo lo había escuchado con claridad, para él lo había gritado.

De pronto, me percaté de que algo no encajaba en lo que había dicho. Me llevé la mano a los labios y aguanté allí unos segundos, buscando la forma de formular la pregunta que rebotaba en mi mente y me impedía pensar con claridad. Si Will me respondía lo que yo sospechaba...

–Esto...perdona –llamé con suavidad. Will levantó la cabeza en un movimiento despistado, como si estuviera ausente– ¿Dices...tu hermana y tú? ¿Qué pasa con el resto de tus hermanos?

Alcancé a ver la nuez de su garganta al rápido ritmo al que tragaba saliva mientras abría y cerraba la boca varias veces buscando las palabras adecuadas. Tenía miedo de responder a mi pregunta, y yo creía saber exactamente por qué.

–Es que...en fin. –dijo llevándose una mano a la parte posterior de su cabeza y revolviéndose el pelo con nerviosismo– Últimamente no... Mis hermanos no pueden ayudarnos por ahora –frunció el ceño–, es como si...

–Hubiesen perdido lo que los caracteriza como hijos de Apolo, ¿cierto? Todo lo que incluye poderes y...cosas así.

Will abrió los ojos como platos y parpadeó un par de veces para tranquilizarse y asentir con la cabeza, confirmando mis sospechas.

–Justamente como creemos que le pasó a Leo –dijo finalmente–...y bueno, por ahora ella y yo somos los que más suerte tenemos, aunque parece que vamos por turnos, es...–rio con nerviosismo–...una locura, la verdad.

–Me temo que sí –suspiré asintiendo con la cabeza. La sala permaneció en silencio unos segundos hasta que volví abrir la boca– Y...¿cuándo dices que despertará?

–En unas horas...puede que dos o tres. Mientras tanto... –miró el reloj que adornaba su muñeca por primera vez– ya casi es hora del almuerzo, y no sé vosotros, pero yo tengo bastante hambre. –Llevó los brazos por encima de su cabeza y empezó a hacer estiramientos mientras bostezaba– Roxan se quedará aquí a comer para vigilar de que no le pase nada y para darle de comer en cuanto se despierte, así que estará en buenas manos. –Cuando acabó de hablar, dejó a un lado lo que parecía una carpeta y salió de la habitación, seguramente en dirección al comedor.