Confianzas rotas

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Tengo examenes... muchos exámenes.

James conducía a Scapa por un laberinto de pasillos oscuros y fríos. Ninguno de los había dicho ni una sola palabra desde el inicio del camino hacía las celdas y ambos podían notar como la tensión iba aumentando por segundos. Scapa no podía evitar mirarle con cierta preocupación, en algún momento parecía querer decir algo, pero las palabras se desvanecían antes de intentar ponerla en los pensamientos incluso. No fue hasta que alcanzaron la puerta que daba al interior de la sala de celdas cuando unos gritos distrajeron al mayor y le hicieron olvidar por completo sus intenciones de entablar conversación con el soldado. James le dejó pasar primero, notando como el cuerpo del muchacho se tensaba nada más poner un pie dentro de la sala. El castaño le siguió el paso, nada más cruzar la puerta los gritos, antes amortiguados por las paredes resonaron en su cabeza.

—¡SEREÍS CABRONES! ¡QUÉ OS JODAN A TODOS! — En una de las celdas contiguas a la entrada James distinguió el rostro crispado de rabia del amigo rubio de Christian. Gray, aferrado a los barrotes les miró a ambos con un destello de furia en la mirada —¡Scapa! ¡¿Qué cojones está pasando?! — El mayor no respondió a su pregunta, solo se quedó observando al chico rubio y murmuró horrorizado.

—¿Qué hacen ellos aquí?

Al lado del rubio el otro integrante de la banda de ladrones, Kyle, se encontraba sentado en el frío y mugriento suelo de la celda. Parecía haber desistido de gritar y maldecir y se dedicaba a observar como su compañero lo hacía por él en silencio, pero ante la vista de los dos recién llegados también se puso en pie. Gray a su lado siguió maldiciendo en voz alta.

— Estos hijos de puta nos han cerrado sin ni siquiera decirnos el por qué. James, tú les puedes hacer entender ¿no? ¡No hemos hecho nada! —James tampoco respondió. por alguna razón sentía que aquellos dos tenían tan poca idea de lo que estaba pasando como él mismo. Con una mirada que pretendía pedir disculpas se alejó de la celda en la que se encontraban ambos chicos y señaló a la puerta que se encontraba al fondo de la sala.

—Es ahí — Scapa asintió levemente y se dirigió hacia ella no sin antes poder evitar mirar una vez más al rubio, que les observaba con una mezcla de incredulidad y de rabia. Él tampoco siguió maldiciendo. Enmudeció mientras observaba como James y el líder de la banda desaparecían por la puerta con una mirada que se podría hasta haber interpretado como melancólica, aunque el soldado juró que escuchó un "Idiota" salir de sus labios justo antes de cerrar.

Ahora se encontraban en una habitación mucho más pequeña y menos iluminada que la anterior, como si quisiesen recordar que por el hecho de no tener barrotes no significaba que no fuese parte de la cárcel. El mobiliario se componía de una mesa rectangular en medio de la estancia y un par de sillas a cada lado de ésta. La típica sala de interrogación de un cuartel. Con un movimiento de cabeza James le indicó a Scapa que se sentase en una de las sillas, cosa que hizo sin rechistar, pero James no ocupó otra de las sillas, se limitó a quedarse en una de las esquinas de la habitación con la cabeza gacha. Su acompañante tampoco dijo nada, aunque el soldado podía escuchar el leve repiqueteo que producía al tamborilear los dedos contra la madera de la mesa, en un gesto de claro nerviosismo. Tras un buen tiempo así la puerta se abrió de golpe, causando un pequeño sobresalto en el ladrón. Por ella pasó un Karen agitado, como si hubiese tenido que lidiar con una masa entera de gente enfurecida (Cosa que en realidad había hecho). El rey cruzó la estancia sin mirar a ambos chicos y se sentó al otro lado de la mesa con un gran resoplido. James a su lado pudo sentir como Jenna entraba también y con sigilo cerraba la puerta para quedarse apoyada en ella en un perfecto mutismo.

Karen se pasó una mano por los cabellos, apartándose los mechones que le bloqueaban la vista y suspiró, con voz dura habló por fin.

—¿ Sabes cuánta gente habría muerto si lo hubieses conseguido? — James solo podía ver el perfil del muchacho desde su posición, pero pudo percibir como la gravedad invadía el rostro del ladrón —¿Todo para qué? ¿Era una distracción? ¿Querías robar algo mientras estábamos distraídos?—El soldado estaba bastante seguro de que ningún interrogatorio se debía hacer de esa manera, pero Karen nunca se había caracterizado por ser alguien que no se dejase dominar por los sentimientos. Por eso podía notar el odio tras sus palabras— ¿O simplemente querías ver a gente morir?

Sin rumbo (BL) (Rumbo a la guillotina 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora