Capítulo Treinta y Seis.

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La curiosidad me comía viva. Elliot estaba con Kendall, solos, en su casa,¿qué más podría pasar?

Creo que sé la respuesta, pero no soy capaz de aceptarla.
Se supone que Elliot estaba de luto por la muerte de Amy y ahora estaba gozando de una rubia enfermiza.

Soné a una perra, olvídenlo.
Los celos están haciendo efecto en mi y ni siquiera sé porque estoy celosa.

Mi teléfono vibró y justamente cuando llegaba a la parte donde matan a E... No, mejor no les digo, eso seria un spoiler enorme sobre The vampire Diaries.

Elliot.
En línea

Hey, brujita.

Sonreí débilmente, al menos no era un asesino en serie tratando de matarme.

Hola, ¿ya saliste del capullo?

¿Qué?

Si, ya sabes, ¿ya perdiste la inocencia?

Ah, la virginidad. Dios, Aliss, sé clara.

😒. ¿Entonces?...

No. Y no se porque me estas preguntado eso, la curiosidad mató al gato.

Es que tú, Kendall, solos, en tu casa, no se, creí que tu y ella... Ya sabes...

¿Por qué? ¿Quieres ser la primera?😏

Cállate. ¿Para que me hablaste?

Solo para saber si seguías con eso de que había una niña en mi casa.

SÍ HABÍA UNA NIÑA EN TU CASA, LO JURO.

Seh, lo que digas. ¿Irás a la fiesta?

¿Qué fiesta?

La de Evan, ¿no te dijo?

Oh, si, pero no iré. No tengo traje, prefiero quedarme en mi casa.

Bien, te acompaño entonces.

¡Ni se te ocurra!

Y fue estúpido enviarle el mensaje porque en menos de lo que imagine él ya tocaba a mi puerta con su típico monologo de Sheldon.

El primer golpe en la puerta sonó, —Aliss,—el segundo—Aliss,—y el tercero—Aliss.

—Deja de hacer eso, no es gracioso.

—Sabes que te encanta.

Se rió.

—Pasa y cierra la boca. —Me di la vuelta y por alguna extraña razón andaba en pijama.

—Fantasma...—susurró,—¿estás ahí?

—¿Puedes callarte? Cuando realmente se aparezca no vas a saber que ha... —No pude terminar de regañarlo porque la niña que había visto en casa de Elliot estaba ahora frente a mi patio.

—¿Estás viendo lo que estoy viendo?—Le pregunté difícilmente a Elliot.

—¿A la niña?

—¿La, la... La ves?

Soltó una carcajada tremenda que me hizo saltar. —Es Monic. La niña de al lado. —Volvió a reír hasta quedar en un silencio profundo. —Aunque ella murió hace tres años.

Mi rostro palideció. —¿Qu, qué?

Otra carcajada volvió a asomarse en su rostro. —¡Caíste!

—Jódete.

¡Aléjate de mi!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora