El Brillo de la Oscuridad (Rubelangel)

32- Sensaciones encontradas

En multimedia dejo otra fotito de William, para que no le olviden ;-; (¿Soy la única que lo quería? Okey... T-T) Interpretado por Aaron Johnson... disfruten del cap ;)

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-Cuando muera, quiero ser cremado.- Casi me atraganto con mi bebida cuando escucho a mi par decir aquello. Carraspeo, haciendo que el líquido pase por mi garganta con dificultad dolorosa, y luego dirijo mis ojos sorprendidos hacia la persona sentada frente a mí, tan sonriente como siempre.

-¿Qué...?

-Que cuando muera quiero ser cremado. Sabes lo que significa, ¿cierto? Quiero ser quemado... o incinerado, como quieras llamarlo.- Sus ojos medio celestes no dejan de observarme directamente, haciendo que baje mi mirada, apenado por la intensidad de sus pupilas.

-Sé lo que significa. Y no es un buen tema de conversación para nuestra segunda cita, ¿no crees?- pregunto sacándole una armoniosa carcajada.

-Puede que no, pero ya se me acabaron los temas de conversación, y puesto que tu no pareces muy hablador, pues... he decidido comenzar a sacar temas más profundos.

-¿Profundos?- arqueo una ceja mirándole con extrañeza mientras que pruebo el postre sobre la mesa frente a mí. El helado en este restaurante es delicioso.

-Sí.- sonríe haciendo que sus ojos brillen más de lo normal.- Verás... no me parece muy atractiva la idea de que encierren mi cuerpo en un ataúd. Me da claustrofobia de sólo pensarlo.- confiesa riendo entre escalofríos que logran hacer que sus alborotados cabellos rizados tapen un poco su frente.

-¿Eres tonto? Estarás muerto, genio. No puede darte claustrofobia.- contradigo negando con la cabeza; divertido.

-Oh, por favor Rubén. Sólo piensa en esto.- le miro atentamente y su rostro se torna completamente serio.- 10 minutos después de mi funeral, resulta que abro mis ojos, encontrándome con la madera del ataúd rodeándome por completo, pero ya es muy tarde. Me han enterrado a cuatro metros bajo tierra. Mi destino es la muerte, destino que todos creen que ya alcancé. Pero no, Rubén. Yo jamás morí, fue una equivocación y milagro que despertara. Me la paso rasguñando el ataúd con mis dedos por más de tres horas, tres malditas horas de gritos y agonía antes de morir por completo debido a la asfixia y el pánico, y nunca nadie se entera de mi horrible experiencia final.- luego de aquello, ambos nos quedamos en silencio, mirándonos a los ojos muy seriamente, hasta que él se echa para atrás en su silla, soltando un suspiro que da a conocer lo satisfecho que se siente luego de nuestra abundante cena- En fin, la cosa es que si me queman luego de mi "muerte", ya no tendré posibilidades de "volver". Mejor asegurarse. ¿no?

Increíble...

Sin poder aguantarlo más, dejo que la carcajada que tenía guardada en la garganta se escape de mis labios, haciendo que mi par abra los ojos como platos. Pero yo no puedo dejar de reír a pesar de su mueca incrédula, y me agarro el estómago mientras que siento las lágrimas en mis párpados a punto de saltarse.

-No tienes remedio, Will...- digo entre risas mientras limpio mis ojos con el dorso de mi mano.- Supongo que ahora... yo también quiero ser cremado- consigo articular mientras que mi risa se calma poco a poco.

-Vaya...- suspira él con una sonrisa de lado- Deberías reír más Rubén. Tu sonrisa es... espléndida.

La risa se me corta de golpe al escucharle decir eso, y sin que pueda evitarlo comienzo a sentir calor en mi rostro.

Pero a pesar de eso, vuelvo a sonreír tenuemente, sólo con la intención de que él disfrute de mi felicidad.

Aún recuerdo esa lejana cita, la segunda que tuve con William. Fue en ese entonces que me di cuenta que él era diferente. Y eso me gustaba; mucho. William era tan particular, brillaba con su extrañeza y deslumbraba con sus ideas fuera de lo normal. Era todo un romántico e idiota, pero tremendamente inteligente cuando yo necesitaba sus consejos. Fue en esa cita cuando me percaté de que quería que William estuviera conmigo por el mayor tiempo posible.