89-. Tú no estás sola.

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Violett.

Pese a que el llanto había cesado casi en su totalidad, mi cuerpo entero continuaba sacudiendose a causa de los estremecimientos provocados por mis esporádicos sollozos.

—¿Quieres decirme qué ocurrió? —su voz contenía un matiz suave. El tono era similar al que estuvo utilizando durante los últimos minutos mientras intentaba consolarme con constantes palabras de aliento.

—No —negué, moviendo enérgicamente la cabeza contra su pecho. Me encontraba demasiado avergonzada por la escena transcurrida como para atreverme a mirarlo a la cara—. Yo sólo quiero irme a casa.

—Por supuesto —concedió gentilmente—, regresemos a tu apartamento.

—No me refiero a ese lugar cuando hablo de <<hogar>> —finalmente tuve las agallas para separar mi rostro de su pecho, y encararlo.

La incertidumbre pasó a ser cosa del pasado y ahora Zayn comprendía exactamente lo que intentaba decirle.

—¿Hablas de Londres? —la confirmación jamás llegó a sus oídos. Zayn al verme a los ojos, conoció la respuesta—. Amor, podríamos volver, pero, ¿estarías dispuesta a hacerlo? ¿Realmente estarías dispuesta a irte a sabiendas de que esa decisión significaría sacrificar lo que has hecho durante los últimos meses?

No, claro que no. No podría hacerlo ni siquiera aún cuando darme por vencida era lo único que quería.

—Salgamos de aquí —pedí, cabizbaja. No necesitaba permanecer más tiempo dentro de esta habitación, la escena ya era lo suficientemente patética como para prolongarla de manera deliberada.

Di un par de pasos lejos de Zayn, pasaba por su costado en el momento en el que ciñó su mano entorno a uno de mis brazos, forzándome a girar hasta quedar de nuevo frente a él.

—Todo va a estar bien, ¿de acuerdo? —sus orbes buscaron hacer contacto con las mías. Zayn sabía lo poderosa que era su mirada, era consciente de lo mucho que podía lograr en mi estado de ánimo con sólo un vistazo. Él se introducía hasta lo más profundo de mi ser y le aseguraba a quien sea que estuviera ahí dentro que todo saldría bien, que nada a nuestro alrededor tenía la fuerza suficiente para detenernos mientras estuviésemos juntos—. No te dejaré sola.

—Lo sé.

Finalmente salimos del restaurante. Zayn tomaba con fuerza mi mano atrayendome a la realidad, impidiendo que me perdiera por completo en la maraña de pensamientos en la que se sumergía mi cerebro.

Me encontraba vulnerable, indefensa. El sentimiento era desagradable y parecía incrementarse con cada paso que dábamos.

Al llegar a mi apartamento no fui capaz de avanzar más de tres metros y opté por dejarme caer sobre el sofá de tres plazas, el más cercano a la puerta.

—¿Vas a contarme que ocurrió? —Zayn insistió, y yo mejor que nadie sabía que no podría negarme por más tiempo.

—Es una estupidez —respondí, cubriendo mi rostro con uno de los cojines.

—No lo creo así, Violett —lo sentí arrodillarse junto al sofá, quedando a la misma altura que yo lo estaba—. Te encontré llorando desconsoladamente en los baños de un restaurante, eso no es algo que suelas hacer y mucho menos a causa de una "estupidez".

Reí amargamente. El sonido siendo amortiguado por la almohada que mantenía contra mi cara.

—Creo que te refieres a la otra Violett —admití—, la de los viejos tiempos, a la que le importaba una mierda lo que dijeran de ella, porque está Violett, la nueva —aclaré—, la que tienes frente a ti, llora todo el tiempo, a veces sin razón alguna.

My Favorite NeighborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora